Hemos contemplado este domingo la representación de la Expulsión de los Mercaderes del Templo que fue esculpida en la fachada occidental de la Catedral de Astorga. Vamos hoy, pues, a conocer más en detalle el templo que albergue la sede de esta antiquísima diócesis hispana.
El lunes 16 de agosto de 1471 se puso la primera piedra para la construcción de la catedral gótica, tal y como reza en repetidas inscripciones. El edificio fue tomando forma sobre la planta del anterior templo románico, a partir de la cabecera y como una ampliación del mismo. El estilo gótico quedó plasmado en naves, bóvedas y capillas, siendo los posibles autores de la fábrica original Juan de Colonia y su hijo Simón de Colonia.
Las ampliaciones del siglo XVI en estilo renacentista se atribuyen a Rodrigo Gil de Hontañón que por entonces residía y trabajaba en la ciudad. Están documentados como maestros de obras Juan de Alvarado y en fecha posterior Juan de Alvear. Hubo más ampliaciones y renovaciones en los siglos XVII y XVIII; están documentados también los arquitectos Pedro Álvarez de la Torre, Francisco de la Lastra Alvear (muerto en 1683) y Manuel de la Lastra Alvear a quien sucedió Pablo Antonio Ruiz. Los tres últimos tramos hacia los pies fueron ejecutados en el siglo XVII y las torres son del XVII y XVIII, lo mismo que la fachada y portada principal de occidente (siglo XVIII).
El resultado fue un templo de planta basilical con tres naves con sus tres ábsides poligonales que encierran sus respectivos altares y capillas entre contrafuertes, dos de ellas a modo de falso crucero sin señalarse en alzado (1553-1557). Los nervios de sus bóvedas arrancan de columnas clásicas estriadas. Estas bóvedas se componen de terceletes y nervios combados y sus claves están policromadas y se adornan con rostros de reyes y profetas. La bóveda de la capilla mayor está articulada con dieciocho nervios; en su clave puede distinguirse un rico florón policromado, adornado con águilas simétricas y ángeles cantores portando instrumentos musicales. Treinta y dos pilares sin capiteles, esculpidos con baquetones que se prolongan hasta unirse con los nervios de las bóvedas de crucería.
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