miércoles, 6 de febrero de 2019

Cristianismo en Japón


Celebramos hoy la memoria del martirio de san Pablo Miki y sus compañeros mártires. Por eso, vamos a conocer la historia del Cristianismo en el Japón. En 1542 los navegantes portugueses encuentran una vía hacia las islas del Japón. Portugal, de inmediato, se interesan por los ricos productos del país. La Iglesia también se hace presente. San Francisco Javier, con dos compañeros jesuitas, navega en 1549 a la ciudad de Kagoxima, en la isla de Kyushu. En dos años establece cinco cristiandades con un grupo de dos mil personas.

Japón es, desde un comienzo, un campo de trabajo muy querido de los jesuitas. Durante 40 años, la Compañía de Jesús realiza sola el trabajo misional. En 1579 el P. Alejandro Valignano S.J., visitador de las misiones de Oriente, se impresiona de la profunda fe de los japoneses. En las islas hay 54 jesuitas y 150.000 cristianos. Cuando San Francisco Javier llega al Japón constata que un cambio político está a las puertas. El régimen central de gobierno es débil. El emperador se sostiene gracias al shogún, o jefe militar. Los daimyos, o señores feudales, son los importantes, pero pueden ser dominados. Con dificultades, la Iglesia avanza. Algunos daimyos se apoyan en los intereses comerciales de Portugal. Otros oponen resistencia, por su historia, cultura y religión tradicional.

Poco a poco, el cristianismo pone un pie firme en la isla de Kyushu y en el Japón central. Las conversiones de los daimyos Omura Sumitada, Otomo Sorin, Takayama Kami y su hijo Takayama Ukon favorecen el trabajo misional. En 1582 hay una revolución. El shogún Toyotomi Hideyoshi se apodera del gobierno imperial y se declara tutor del heredero. En un comienzo Hideyoshi se manifiesta bien inclinado respecto al cristianismo. La paz llega sometiendo a los daimyos.

En 1587 Toyotomi Hideyoshi cambia repentinamente su actitud. Prohibe la predicación de la fe cristiana y dispone la expulsión de los misioneros. Parece ver en el influjo creciente del cristianismo un impedimento a sus pretensiones de poder total. En 1593 Hideyoshi cambia su nombre por el de Taicosama o “supremo señor”. En el mes de junio de 1593 recibe a un grupo de franciscanos, de las islas Filipinas. Vienen con el título de embajadores. Taicosama acepta sus cartas credenciales, pues el comercio con los españoles es un buen acicate. Los recién llegados se establecen en Osaka. Abren hospitales entre los leprosos y los pobres.

Una guerra con Corea, unida a catástrofes naturales aumenta la tensión de las autoridades.Taicosama dicta entonces un nuevo decreto de persecución. Más duro que el de 1587. Exige el destierro de todos los misioneros extranjeros, bajo pena de muerte. En virtud de este segundo decreto Taicosama condena a 6 franciscanos y a 15 japoneses que les colaboran, a la muerte de cruz. En los registros de la Residencia jesuita de Osaka detienen a tres japoneses de la Compañía de Jesús. Los inscriben en la lista de condenados. También incluyen a otros dos japoneses, en el camino a Nagasaki. Así el 5 de febrero de 1597 mueren en total 26 mártires. Pero después, Taicosama suaviza el edicto. La misión continúa, sin mayores tropiezos, hasta 1614. Ese año, el shogún sucesor, Ieyasu Daifusama, decide la extinción de la fe. En esta segunda persecución padecen el martirio numerosos misioneros y millares de cristianos japoneses. El ingreso de nuevos misioneros queda prohibido. La vida de la Iglesia comienza entonces a declinar.

lunes, 4 de febrero de 2019

Fulda

Fulda es uno de los lugares centrales del catolicismo alemán. Allí vivió el gran Rabano Mauro, cuya santidad hoy celebramos. En el siguiente video, vemos imágenes de su catedal y escuchamos el magnífico tañido de sus campanas.

sábado, 2 de febrero de 2019

El Templo de Jerusalén construido por Herodes


El Templo de Jerusalén fue la máxima expresión de la fe de Israel. Allí tuvo lugar la Presentación del Señor, que hoy celebramos. En realidad, se trataba del tercer templo construido en el mismo lugar. El primero fue levantado por Salomón, hijo de David. Fue destruido el año 586 antes de Cristo por el rey de Babilonia Nabucodonosor. Setenta años después, Zorobabel levantó el segundo templo, más modesto que el anterior, que duró hasta pocos años antes de Cristo.

Herodes emprendió la restauración del Templo en su esplendor original y con sus disposiciones tradicionales. Los edificios se demolieron uno tras otro conforme estaban disponibles los materiales para las nuevas estructuras. Una multitud de sacerdotes se convirtió en albañiles y carpinteros y tomó a su cargo el derribo y reconstrucción del santuario, tarea que fue llevada a cabo en dieciocho meses. Casi 10.000 trabajadores fueron empleados en los otros edificios. Tras ocho años de trabajo (10 antes de Cristo) el nuevo edificio se abrió al culto. Pero este monumento, que rivalizaba en sus vastas proporciones y magnificencia con las más bellos construcciones de la antigüedad y que sobrepasaba mucho incluso al de Salomón, sólo se acabó en el 62 o 64 después de Cristo, estando en esa época aún empleados 18.000 trabajadores.


Herodes duplicó la plataforma artificial que tenía el Templo de Zorobabel, ampliando los recintos sagrados hacia el sur y especialmente hacia el norte donde las galerías llegaban hasta la roca de Baris y la Antonia. El Templo de Herodes constaba de dos patios, uno interior y otro exterior. El primero incluía todos los edificios del Templo propiamente dicho y se dividía en: El Patio de los Sacerdotes, que contenía la casa de Dios y el altar de los holocaustos; el Patio de Israel; y el Patio de las Mujeres. Todo el espacio entre el patio interior y el muro exterior de la plataforma se llamaba Patio de los Gentiles, porque se permitía entrar en él a los no-judíos.

Este Templo fue destruido por los romanos el año 70 después de Cristo. En la actualidad, sobre la explanada de lo que fuera el Templo, se levanta una de las mezquinas más sagradas de los musulmanes.

viernes, 1 de febrero de 2019

Altar mayor de la Colegiata de Santa María del Manzano de Castrojeriz


La Villa de Castrojeriz posee una Colegiata en la que fue venerada Santa María, bajo la advocación de la Virgen del Manzano. Estuvo bajo la protección de los Marqueses de Castrojeriz, logrando acumular un rico patrimonio artístico.


El altar mayor está presidido por un retablo barroco, en el que se muestran cinco lienzos que representan los misterios gozosos de la Encarnación y Nacimiento del Señor. El central fue pintado por Rafael Mengs, con una hermosa imagen de la Anunciación del Ángel a María.


Esta capilla mayor de la Colegiata está erigida sobre la cripta en la que fueron enterrados los distintos marqueses de Castrojeriz. Dos grupos escultóricos representan a dos generaciones de estos nobles.