jueves, 30 de abril de 2015

1 Viaje de san Pablo


Estamos leyendo en la liturgia los Hechos de los Apóstoles, cono nace, evoluciona y crece la primitiva Iglesia, como se va desarrollando y como emprende san Pablo el coraje de viajar para anunciar la buena noticia a los gentiles. El mismo Pablo nos cuenta: “Hice muchos viajes. Sufrí peligros en ríos, con peligros de bandidos, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar. Tres veces naufragué. Una vez pasé un día y una noche en alta mar” (2Cor 11,26). Durante los viajes, Pablo mantenía contacto con las comunidades a través de mensajeros y a partir del segundo viaje, también lo hacía a través de cartas. Pedía que sus cartas fueran leídas en las reuniones de la comunidad y que fuesen enviadas también a las demás comunidades. La segunda carta a los Corintios, por ejemplo, fue escrita para todas las comunidades de Grecia (2Cor 1,1). Pedía también que las comunidades intercambiasen las cartas que recibían.

Después de anunciar el evangelio en Derbe y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. 

Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido.
Hch 14, 21-26

En la entrada del 9 de abril de estos lugares sacros nos paramos en Salamina haciendo referencia a san Bernabe, compañero de san Pablo en los viajes misioneros. Hoy queremos hacer un rápido recorrido por este primer viaje y saltar, casi a vista de pájaro, por los lugares donde anunciaron el evangelio, desde el puerto de Seleucia (entrada del 24 de abril en este blog). 

Disfruten de cada ciudad y pinchen con el cursor sobre sus nombres.

Antioquía -  Partieron Pablo, Bernabé y Juan Marcos. (Hch 13:1-4; 14:26-27)

Antakya, Turquía
Salamina -  Predicaron en las sinagogas de los Judíos por lo largo de Chipre. (Hch 13:5)

Antigua Salamina
Pafos – El gobernador quería oír el mensaje pero Elimas el hechicero se les opuso. Dios lo castigó con ceguera, y el gobernador creyó. (Hch 13:6-12)
Columnas del templo. Pafos, Chipre.
Perge – Iniciaron el difícil viaje por las montañas para llegar a Antioquía. Juan Marcos se echó atrás y se regresó a Jerusalén. (Hch 13:13)

Antigua ciudad de Perge
Antioquía de Pisidia – Los Judíos rechazaron el mensaje cuando vieron una gran cantidad de gentiles recibir el mensaje. Así Pablo se dirigió especialmente a los no-Judíos. (Hch 13:14-52)

Muro Helénico de la Ciudad
Iconio – Dios confirmaba la Palabra con señales y creyeron Judíos y Gentiles. Huyeron cuando los Judíos intentaron apedrearlos. (Hch 14:1-7)

Iconio (en turco: Konya)
Listra – Cuando Pablo sanó a un cojo quedaron tan asombrados que nombran a Bernabé, Júpiter, y a Pablo, Mercurio e intentaron ofrecerles sacrificios. Vinieron los Judíos de Antioquía e Iconio y apedrearon a Pablo (Hch 14:8-20)

Monticulo de Listra y pedestal con una inscripción latina de Listra
Derbe  – Tras hacer muchos discípulos en Derbe regresaron por el mismo camino, reafirmando a los discípulos, y establecieron líderes en cada comunidad. (Hch 14:20-24)

Restos de Derbe
Antalia – Tras predicar en Pisidia y Panfilia, Pablo y Bernabé apóstol llegaron a Antalya y, de aquí, fueron en barco a Antioquía.

Vista de la ciudad de Antalia

miércoles, 29 de abril de 2015

Basílica de Santo Domingo de Siena


La basílica de Santo Domingo fue construida en el siglo XIII y agrandada en el XIV. Los dominicos llegaron a Siena en el 1220, un año antes de la muerte del fundador Domingo de Guzmán. En 1225 se les donó un terreno de Fortebraccio Malavolti. Se comenzó a construir el templo entre 1226 y 1265, pero durante el siglo XIV se amplió con las formas góticas que vemos hoy. Se construyó en varias etapas y se terminó en 1465. Se incendió en 1443, 1456 y 1531. En esa última ocasión fue restaurada por Domenico Cinquini. Entre 1548 y 1552 sufrió una ocupación militar. En 1798 fue afectada por un terremoto. En el siglo XVII y en el XVIII el complejo fue objeto de varias remodelaciones barrocas, y se le agregaron algunos altares laterales.


Después del terremoto de 1798 la torre, afectada, se bajó al nivel que tiene hoy y se le dotó del aspecto actual. Por los mismos motivos de estabilidad, se cerraron el ojo central de la fachada las ventanas laterales. La última intervención se hizo entre 1941 y 1963, durante las cuales se eliminaron ciertas sobreposiciones barrocas, se repararon algunas formas góticas antiguas y se agregaron los vitrales con las Historias de Santa Catalina.


En este entorno tuvo lugar el comienzo de la vida mística de santa Catalina. A los dieciocho años tomó el hábito de la Orden Tercera de los dominicos. Se sometía al cilicio y a prolongados períodos de ayuno, sólo alimentada por la Eucaristía. Seguramente en los carnavales de 1366 vivió lo que describió en sus cartas como un matrimonio místico con Jesús, en la basílica de Santo Domingo de Siena, teniendo diversas visiones como la de Jesucristo en su trono con San Pedro y San Pablo, después de las cuales comenzó a enfermar cada vez más y a demostrar aún más su amor a los pobres. Este mismo año murió su padre y en Siena se inició un golpe de Estado.


Sus hagiógrafos sostienen que en 1370 recibió una serie de visiones del infierno, el purgatorio y el cielo, después de las cuales escuchó una voz que le mandaba a salir de su retiro y entrar a la vida pública.1 Comenzó a escribir cartas a hombres y mujeres de todas las condiciones, manteniendo correspondencia con las principales autoridades de los actuales territorios de Italia, rogando por la paz entre las repúblicas de Italia y el regreso del papa a Roma desde Aviñón. Mantuvo de hecho correspondencia con el papa Gregorio XI, emplazándolo a reformar la clerecía y la administración de los Estados Pontificios.

Durante el tiempo que duró la peste de 1374, Catalina acudió al socorro de los desgraciados, sin mostrarse jamás cansada, y aún, si hubiera de creer a los historiadores de su época, podría decirse que operó algunos milagros. Poco después, el 1 de abril de 1375 en Pisa, Catalina recibió los denominados estigmas invisibles, de modo que sentía el dolor pero no eran visibles las llagas externamente.

martes, 28 de abril de 2015

Antioquía de Siria

Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los helenistas, anunciándoles la Buena Noticia del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.

La primera lectura de la Eucaristía de hoy consigna esta importante noticia acerca de la llegada del cristianismo, después del martirio de Esteban, a la populosa ciudad de Antioquía, donde se llamó por primera vez a los discípulos cristianos.

Es difícil darse cuenta de que en el moderno Antakiah (en 2010, 145,000 habs.), tenemos la otrora famosa Reina de Oriente, que, con una población de más de medio millón, su hermoso sitio, su comercio y cultura y su importante posición militar, era un rival digno de Alejandría, la segunda ciudad del imperio romano. Fundada en el año 300 a.C. por Seleuco I, Antioquía estaba localizada en el Orontes, en el punto de unión del Líbano y las cordilleras de Tauro. Su puerto, distante unas quince millas, fue Seleucia. La renombrada inmoralidad de Antioquía es en gran parte el resultado de la gran mezcla de razas y civilizaciones.


Los judíos habían estado entre los pobladores originales, y, como tales, el fundador les había concedido, como en otras ciudades construidas por él, la igualdad de derechos con los macedonios y los griegos. Fue muy grande la influencia de los judíos antioquenos, que vivían, como en Alejandría, bajo un gobierno propio y que formaban un gran porcentaje de la población. Discípulos desconocidos, dispersados por la persecución en la que Esteban fue condenado a muerte, llevaron el cristianismo a Antioquía.

En Antioquía la nueva fe fue predicada a y aceptada por los griegos con tal éxito que el cristianismo recibió allí su nombre, tal vez originalmente destinado como un apodo por los ingeniosos antioquenos. La nueva comunidad, una vez reconocida por la iglesia madre de Jerusalén, pronto manifestó su vitalidad y su inteligencia de la fe por su acto espontáneo de generosidad hacia los hermanos de Jerusalén. El lugar de aprendizaje del Apóstol de los gentiles, Antioquía, se convirtió en la sede de los grandes misioneros Pablo y Bernabé, primero juntos, más tarde, Pablo solo. Partiendo desde allí en sus viajes apostólicos, regresaban con el informe de su trabajo. Allí surgió la gran disputa sobre la circuncisión, y su acción decidida ocasionó el reconocimiento de la "catolicidad" del cristianismo.

lunes, 27 de abril de 2015

Jerusalén durante el Imperio Romano Cristiano

Cosntantino y Santa Elena

Durante el episcopado de Macario un gran cambio llegó a todo el imperio que incidentalmente afectó la Sede de Jerusalén de manera profunda. La Fe cristiana fue reconocida como una religión lícita y la Iglesia se convirtió en una sociedad reconocida (Edicto de Milán, Enero, 313). A la muerte de Constantino (337) el cristianismo se había convertido en la religión de la Corte y el Gobierno. Como resultado natural la Fe se esparció rápidamente por todas partes. La misma generación que había visto la persecución de Diocleciano ahora veía al cristianismo como la religión dominante y al viejo paganismo reducido gradualmente a aldeas del campo y pueblos aislados.

Hubo entonces un gran movimiento de organización entre los cristianos; las iglesias se construyeron en todas partes. Un resultado posterior de la libertad y el dominio de la cristiandad fue el resurgimiento del entusiasmo por los santos lugares donde la nueva religión había nacido, donde habían tenido lugar los eventos acerca de los que ahora todos habían leído u oído en sermones. Ya en el siglo cuarto comenzaron aquellas grandes olas de peregrinaciones a Tierra Santa que han continuado desde entonces. Fue en el siglo cuarto cuando el peregrino de Burdeos y Eteria hicieron sus famosos viajes (Peregrinatio Silviae). San Jerónimo (m. 420) dice que en su época los peregrinos llegaban a Tierra Santa de todas partes del mundo, aún de la distante Bretaña. También llegó un gran número de monjes de Egipto y Libia y se estableció en el desierto cerca del Jordán.

Esto llevó a un incrementado respeto por el obispo que gobernaba sobre los lugares donde Cristo había vivido y muerto. Estos peregrinos, a su llegada, se encontraban bajo su jurisdicción; tomaron parte en los sacrificios de su iglesia y animosamente siguieron los ritos que se realizaban en el Monte de los Olivos, el Cenáculo y el Santo Sepulcro. El cuidadoso relato de Eteria acerca de todo lo que vio en las iglesias de Jerusalén durante la Pascua es típico de ese interés. Cuando los peregrinos regresaron a casa y le contaron a sus amigos acerca de los servicios que habían visto en los lugares más sagrados de la cristiandad y comenzaron a imitarlos en sus propias iglesias. De esta manera un gran número de nuestras bien conocidas ceremonias (el Domingo de Ramos, más tarde el Vía Crucis, etc.) fueron originalmente imitaciones de los ritos locales en Jerusalén. Todo esto no podía fallar en traerle al obispo local un avance en el rango. Desde la liberación de la Iglesia y su desarrollo fue inevitable que cambiara el Obispo de AElia de simple sufragáneo de Cesarea, a gran “Patriarca de la Ciudad Santa de Jerusalén y de toda la Tierra Prometida”.

A la vez, otro de los descubrimientos de estas peregrinaciones fue el de los Santos Lugares. Naturalmente, cuando los peregrinos llegaron querían ver los verdaderos puntos donde habían ocurrido los eventos acerca de los cuales habían leído en los Evangelios. También, lógicamente, cada uno de estos lugares, cuando se conocían o eran supuestos, se convirtió en un santuario con una iglesia construida sobre él. De estos santuarios los más famosos son aquellos construidos por Constantino y su madre santa Helena. Cuando santa Helena, en su año octavo (326-327) llegó en peregrinación, hizo construir iglesias en Belén y sobre el Monte de los Olivos.

Fuente: Enciclopedia Católica

viernes, 24 de abril de 2015

Capilla de san Ananías en Damasco


La primera lectura de la Eucaristía de hoy nos lleva a Damasco, hacia donde se dirigía Saulo con el propósito de perseguir a los cristianos. De camino se le apareció el Señor; Saulo se rindió y lo aceptó como Señor y Salvador. Siguió camino, tal como Jesús le mandó, y llegó a casa de un discípulo llamado Ananías. En la sufrida tierra de Siria, en Damasco, se conserva el recuerdo de este lugar en la llamada Capilla de Ananías, que hoy visitamos.

La capilla de San Ananías es una antigua estructura subterránea situada en Damasco. La capilla se encuentra en una cripta de dos habitaciones, situada a unos cuatro metros por debajo del nivel de la calle y se accede a ella por una escalera de veintitrés escalones, desde el patio de una casa que la tradición atribuye a Ananías de Damasco.

La capilla está formada por un ábside de una iglesia bizantina del siglo V o VI, mencionado en varias ocasiones por las fuentes históricas. Excavaciones arqueológicas realizadas en 1921 llevadas a cabo por el conde Eustache de Lorey encontraron los restos, aportando así evidencias físicas para apoyar la tradición local que la capilla tiene un origen paleocristiano. Más investigaciones condujeron al descubrimiento de un altar pagano del siglo II, dedicado al dios semita Baalshamin (el señor del cielo), construido durante el reinado de Adriano, en el lugar de emplazamiento de la casa de Ananías, a fin de alejar a los cristianos que habían hecho de ella un lugar de peregrinación.


La capilla se encuentra al final de la calle Recta de Damasco cerca de las puertas de Bab Sharqi y de Bab Keisan, de las antiguas murallas de la ciudad, lugar por el cual según la tradición, san Pablo escapó de Damasco, escondido en una cesta por la noche.

Tras la conquista árabe de Damasco en el año 636, la iglesia fue confiscada y parcialmente demolida. A principios del siglo VIII, el califa omeya al-Walid ibn 'Abd al-Malik I la devolvió a la comunidad cristiana en compensación por la expropiación de la catedral de San Juan Bautista, sobre el terreno de la cual se construyó la gran mezquita de los Omeyas de Damasco. A finales del siglo XII, el sultán Saladino la transformó de nuevo en mezquita y no fue hasta el año 1820 que fue devuelta a la Orden de los Frailes Menores de la Custodia de Tierra Santa. Cuarenta años más tarde, en 1860, la iglesia fue arrasada durante la revuelta de los drusos. Fue reconstruida en 1867 y rehabilitada en 1973.

miércoles, 22 de abril de 2015

Convento dominico de santo Tomás de Ávila



El Real Monasterio de Santo Tomás cuenta con tres magníficos claustros, lo que lo hace único, y un retablo, realizado por Pedro Berruguete. El tercer claustro fue el Palacio de Verano de los Reyes Católicos. Don Hernán Núñez Arnalte, tesorero y secretario de los Reyes Católicos, es el fundador de la parte más antigua del monasterio. Pero falleció antes de empezar su proyecto, y dejó un testamento en el cual pidió a fray Tomás de Torquemada y a doña María Dávila que continuaran su trabajo, construyendo un convento dedicado a Santo Tomás de Aquino, de la orden de Santo Domingo.

La edificación comenzó el 11 de abril de 1482 bajo la dirección de Martín de Solórzano. Se construyó el claustro del noviciado que por si solo ya podía constituir un convento. Los Reyes Católicos intervinieron para la edificación de la iglesia sobre todo en la capilla mayor, lugar destinado para el sepulcro del Príncipe Don Juan. Los Reyes participaron también en la construcción de los otros dos claustros: el del Silencio y el de los Reyes.

La fachada de la iglesia se distingue por su inmensa portada dibujada por un gran arco escarzano y dos machones. Estos forman una "H", letra inicial de Hispanidad. Las bolas que corren a lo largo de los machones abundan en todo el edificio. En la mitad de la fachada se sitúa un gran rosetón y un poco más arriba, el escudo de los Reyes Católicos sostenido por un águila.

La nave principal tiene unas medidas de 53 metros de largo por 10,50 de ancho y el crucero mide 28,80 metros de largo por 10,30 de ancho. Es pues una joya de la arquitectura flamígera. El crucero, delimitado por cuatro columnas, semejando ramas de palmera, forma un joyero para el sepulcro del Infante don Juan. En las ocho capillas podemos encontrar esculturas como el sepulcro de los Ávila, ayos del Príncipe don Juan, o el grupo que representa Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, atribuido a Luis Salvador Carmona (1709-1767). Destaca también la Capilla del Cristo de las Angustias o de la Agonía, donde se encuentra el confesionario de Santa Teresa, y donde ella tuvo una visión el 15 de agosto de 1561. Pero el retablo mayor, realizado por Berruguete (1440-1504), es la obra más importante de la iglesia, con el sepulcro del Infante Don Juan. Representa escenas de la vida de Santo Tomás de Aquino y, en la predela, Evangelistas y Santos Padres.


El príncipe Don Juan era el único hijo varón de los Reyes Católicos, pero murió prematuramente antes de llegar al trono. Su madre, Isabel, quiso dejar en su testamento un sarcófago de mármol para su hijo. El sepulcro es obra de Doménico di Alessandro Fancelli. Fue esculpido en Génova en los años 1511-1512 y luego colocado en la iglesia del monasterio. Doménico Fancelli se inspiró en el sepulcro de los Reyes Católicos (capilla real de Granada) y en el arte italiano (bronce del Papa Sixto IV en el Vaticano, realizado por Pollaiuolo). El príncipe, vestido de guerrero, reposa con actitud serena y muestra unos rasgos jóvenes y bellos. Los pliegues del manto son de una gran perfección. A los pies una inscripción recuerda las cualidades del príncipe y lamenta su muerte prematura. El sepulcro está adornado con virtudes, alegorías y santos. Varios de los magníficos relieves fueron mutilados durante la guerra de la independencia en 1809.


Es una de las joyas de Pedro Berruguete, pintor palentino, que realizó también una parte del retablo mayor de la Catedral de Ávila. Fue empezado en 1494, un año después del final de la construcción del monasterio. Diecinueve pinturas están colocadas en esta magnífica obra de estilo gótico de 21 metros de alto. El retablo está estructurado en tres partes, que contienen cinco grandes tablas relativas a diversos episodios de la vida del Santo domingo Tomás de Aquino. En la predela podemos ver de izquierda a derecha: San Esteban, San Agustín, San Juan evangelista, San Mateo, San Jerónimo y San Sebastián.

martes, 21 de abril de 2015

Benedicto XVI. San Anselmo de Canterbury - 2 -

Canterbury - Tumba de San Anselmo

San Anselmo, como arzobispo de Canterbury, se comprometió inmediatamente en una enérgica lucha por la libertad de la Iglesia, manteniendo con valentía la independencia del poder espiritual respecto del temporal. Defendió a la Iglesia de las indebidas injerencias de las autoridades políticas, sobre todo de los reyes Guillermo el Rojo y Enrique I, encontrando ánimo y apoyo en el Romano Pontífice, al que san Anselmo mostró siempre una valiente y cordial adhesión. Esta fidelidad le costó, en 1103, incluso la amargura del destierro de su sede de Canterbury. Y sólo cuando, en 1106, el rey Enrique i renunció a la pretensión de conferir las investiduras eclesiásticas, así como a la recaudación de impuestos y a la confiscación de los bienes de la Iglesia, san Anselmo pudo volver a Inglaterra, donde fue acogido festivamente por el clero y por el pueblo. Así se concluyó felizmente la larga lucha que libró con las armas de la perseverancia, la valentía y la bondad.

Este santo arzobispo, que tanta admiración suscitaba a su alrededor, dondequiera que se dirigiera, dedicó los últimos años de su vida sobre todo a la formación moral del clero y a la investigación intelectual sobre temas teológicos. Murió el 21 de abril de 1109, acompañado por las palabras del Evangelio proclamado en la santa misa de ese día: Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas; yo, por mi parte, dispongo un reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino. El sueño de aquel misterioso banquete, que había tenido desde pequeño precisamente al inicio de su camino espiritual, encontraba así su realización. Jesús, que lo había invitado a sentarse a su mesa, acogió a san Anselmo, a su muerte, en el reino eterno del Padre.

Dios, te lo ruego, quiero conocerte, quiero amarte y poder gozar de ti. Y si en esta vida no soy capaz de ello plenamente, que al menos cada día progrese hasta que llegue a la plenitud. Esta oración permite comprender el alma mística de este gran santo de la época medieval, fundador de la teología escolástica, al que la tradición cristiana ha dado el título de doctor magnífico, porque cultivó un intenso deseo de profundizar en los misterios divinos, pero plenamente consciente de que el camino de búsqueda de Dios nunca se termina, al menos en esta tierra. La claridad y el rigor lógico de su pensamiento tuvieron siempre como objetivo elevar la mente a la contemplación de Dios. Afirma claramente que quien quiere hacer teología no puede contar sólo con su inteligencia, sino que debe cultivar al mismo tiempo una profunda experiencia de fe.

La actividad del teólogo, según san Anselmo, se desarrolla así en tres fases: la fe, don gratuito de Dios que hay que acoger con humildad; la experiencia, que consiste en encarnar la Palabra de Dios en la propia existencia cotidiana; y por último el verdadero conocimiento, que nunca es fruto de razonamientos asépticos, sino de una intuición contemplativa. Al respecto, para una sana investigación teológica y para quien quiera profundizar en las verdades de la fe, siguen siendo muy útiles también hoy sus célebres palabras: No pretendo, Señor, penetrar en tu profundidad, porque no puedo ni siquiera de lejos confrontar con ella mi intelecto; pero deseo entender, al menos hasta cierto punto, tu verdad, que mi corazón cree y ama. No busco entender para creer, sino que creo para entender.

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 23 de septiembre de 2009

domingo, 19 de abril de 2015

Jerusalén en tiempo de los romanos -3-


Tan tarde como el años 325 (Nicea I, can. vii) la ciudad es llamada todavía tan sólo AElia. El nombre permaneció entre los árabes en la forma de Ilia hasta muy entrada la Edad Media. Como el rango de las diferentes sedes era arreglado gradualmente de acuerdo a las divisiones del imperio, Cesarea se convirtió en la sede metropolitana; el Obispo de Aelia era simplemente uno de sus sufragáneos.

Los obispos desde el sitio bajo Adriano (135) hasta Constantino (312) fueron: Casiano; Publio; Máximo; Julián; Cayo; Símaco; Cayo II; Julián II, (ordenado en 168); Cápito (m. 185); Máximo II; Antonio; Valentín; Doliquiano (m. 185); Narciso (Eus., "Hist. Ecl.", V, xii)

Narciso fue un hombre famoso por sus virtudes y milagros, pero odiado por ciertas personas viciosas de la ciudad que temían su severidad. Lo acusaron de diferentes crímenes y él, en nombre de la paz, se retiró a un lugar desconocido (Eus., "Hist. Ecl.", VI, ix). Los obispos vecinos, al no volver a oír nada de él, procedieron a elegir y a consagrar a Dius como su sucesor. Dius fue sucedido por Germanión y Gordius. Luego, repentinamente, Narciso reapareció, un anciano de 110 años. Los otros obispos lo persuadieron para que volviera a ocupar su cargo como obispo. Muy viejo para hacer cualquier cosa diferente de orar por su pueblo, nombró como su coadjutor a un obispo capadocio, Alejandro, quien había llegado en peregrinación a Jerusalén. De esta manera, Alejandro se convirtió prácticamente en obispo diocesano aún antes de la muerte de Narciso en 212. Alejandro fue amigo de Orígenes y fundó una biblioteca que Eusebio utilizó para su “Historia” (VI, x). Murió en prisión durante la persecución de Decio (250). Luego siguieron: Mazabanes o Megabezes (m. 266); Himeneo (m. 298); Zabdas; Hermón (m. 311); Macario (m. 333)

Fuente: Enciclopedia Católica

sábado, 18 de abril de 2015

Meditación guiada con Jesús en el Lago de Galilea

El sacerdote franciscano, Francisco Castro, dirige una meditación navegando por el Mar de Galilea, tal como lo había hecho Jesús de Nazaret decenas de veces son sus discípulos.

viernes, 17 de abril de 2015

Tabgha: Iglesia de la Multiplicación de los panes y los peces

Los primeros cristianos enseguida identificaron Tabgha con el lugar donde habría sucedido la Multiplicación de los Panes y los Peces, al igual que recordaban allí el monte donde Jesús había pronunciado las bienaventuranzas y también la ribera donde se había aparecido después de resucitado, cuando propició la segunda pesca milagrosa.

En el caso de la multiplicación de los panes y los peces, se veneraba la roca exacta donde el Señor habría apoyado los alimentos. La peregrina Egeria, que recorrió Tierra Santa en el siglo IV, nos ha transmitido un testimonio muy valioso acerca de la existencia de una iglesia en aquel sitio, cerca de Cafarnaún: No lejos de allí se ven los escalones de piedra, sobre los que estuvo de pie el Señor. Allí mismo, por encima del mar, hay un campo cubierto de hierba, con heno copioso y muchas palmeras, y junto a esas, siete fuentes, cada una de las cuales provee agua abundantísima. En ese prado el Señor sació al pueblo con cinco panes y dos peces. Conviene saber que la piedra, sobre la que el Señor puso el pan, ahora se ha transformado en altar. De esta piedra, los visitantes se llevan trocitos para su salud, y aprovecha a todos. Junto a las paredes de esta iglesia pasa la vía pública, donde el apóstol Mateo tenía el telonio. En el monte que está allí cerca hay una gruta, en la que el Señor, subiendo, pronunció las bienaventuranzas.

jueves, 16 de abril de 2015

Real Monasterio de Santa Engracia de Zaragoza


El Real Monasterio de Santa Engracia fue un convento de la ciudad de Zaragoza, del que hoy quedan solo restos, conservados en la homónima iglesia basílica. Fue arruinado durante los sitios que la capital aragonesa sufrió en la Guerra de la Independencia Española. Destacaba por el esplendor artístico de estilo Reyes Católicos y Renacentista.

Sobre la iglesia de las Santas Masas y a pocos años de la paz de Constantino se permitió erigir en templo el cementerio de los Mártires. Hasta el siglo VI no se confió su custodia a monjes; este monasterio florecía ya en el siglo VII pues salieron de él dos ilustres prelados: Juan para la iglesia de Zaragoza y Eugenio para la de Toledo. San Braulio, hijo de Zaragoza, hermano y sucesor del primero en la silla episcopal lo ensanchó y protegió de tal suerte que los historiadores lo quieren hacer pasar por su fundador.


Sobreviviendo a la ruina del imperio godo continuó habitado por monjes bajo la dominación musulmana. Las catacumbas volvieron a su antiguo destino durante la nueva persecución. En el concilio de Jaca celebrado en el año 1063, siendo Paterno obispo de Zaragoza, con expreso consentimiento de su clero se cedió al obispado de Huesca el monasterio y parroquia de Santa Engracia y Santas Masas, donación reiterada en 1121 por bula del pontífice Gregorio VII después de la conquista de la capital. Pero la comunidad sin duda habría sido extinguida tiempo antes puesto que la catedral de Huesca a quien pertenecía como parroquia aquella iglesia tuvo en ella por espacio de cuatro siglos un prior que más tarde tomó el nombre de arcediano.

Una excavación fortuita descubrió en 1389 los cuerpos de Santa Engracia y Lupercio, en dos nichos dentro de un túmulo de piedra con sus nombres inscritos que tal vez el temor de los mozárabes había encomendado nuevamente a la tierra. Creció con esto la devoción a la noble virgen zaragozana y la gratitud del rey Juan II de Aragón que creyó deber al milagroso clavo del martirio la curación de sus cataratas, legó a su hijo Fernando la obligación de restablecer el monasterio con la advocación de Santa Engracia.


Cumplió el voto con magnificencia el rey Católico en 1493, día de Santa Engracia en que los monjes tomaron posesión y en 6 de agosto del mismo año se celebraron los divinos oficios en presencia de los reyes Católicos D. Fernando y Dª Isabel.

El edificio fue restaurado alrededor de 1755 por el arquitecto vizcaíno Juan Morlanes. Con el discurso del tiempo gran parte de la construcción gótica fue renovada pero lo primitivo y lo moderno pereció todo en la noche del 14 de agosto de 1808 a consecuencia de la terrible explosión con que se despidieron de Zaragoza las huestes de Napoleón al levantar el segundo sitio.

miércoles, 15 de abril de 2015

Capilla Real de Granada

Retablo Mayor

En las Imágenes Sagradas contemplamos hoy uno de los paneles pintados por Juan de Flandes para el tríptico de la Capilla Real de Granada. Conozcamos, pues, el lugar del enterramiento de los Reyes Católicos.

Mausoleo de los Reyes Católicos

Doña Isabel y don Fernando decidieron el 13 de septiembre de 1504 que sus restos fuesen acogidos en Granada; para ello, crearon por Real Cédula la Capilla Real. Este nuevo lugar de enterramiento real supone construir, decorar y amueblar un edificio, crear una institución con personas, dotarlo económicamente; todo ello con las garantías jurídicas suficientes para su permanencia y vida; ahí se asientan simbolismos y mensajes. Todo esto es la Capilla Real de Granada, construida en gótico entre 1505 y 1517 y dedicada a los Santos Juanes, el Bautista y el Evangelista.


El edificio se construyó en estilo gótico entre 1505 y 1517. Un año antes de comenzar había muerto la Reina; el Rey, un año antes de terminar. Durante este periodo ya existía la institución Capilla Real con doce capellanes y un Capellán Mayor. Y la Capilla va recibiendo el precioso legado de los Reyes Fundadores: Pinturas, reliquias, libros, tapices y textiles, ornamentos y vasos litúrgicos.

Tríptico de Juan de Flandes - Natividad

Se respira el espíritu medieval, resaltando la sobriedad del edificio y de toda la Institución subrayado por el deseo de la Reina que quiso ser sepultada «vestida en el hábito del bienaventurado pobre de Jesucristo San Francisco». Sigue su florecimiento con el Emperador Carlos I. Se adorna el templo, se engrandece la Institución. Es el enterramiento de una dinastía, la aparición del renacimiento, la muestra humanista de la grandiosidad de la gesta histórica. Termina con Felipe II: se mantiene y afirma un legado, pero se le cortan las alas. El Escorial y Simancas son ahora los proyectos de futuro: allá son trasladados la mitad de los restos reales y la librería de la Capilla.

Tríptico de Juan de Flandes - Descendimiento

La Capilla de los Reyes Católicos fue concebida como lugar de enterramiento íntimamente vinculado a la Catedral, pero sin fundirse con su arquitectura. Está construida con una sola nave, presbiterio ochavado precedido de gradas, crucero de escaso desarrollo y coro alto a sus pies, para ser panteón real de don Fernando y doña Isabel, de Felipe I y Juana I, y de Miguel, príncipe de Asturias. 

martes, 14 de abril de 2015

Jerusalén en tiempo de los romanos -2-


Desde el cenáculo los primeros obispos cristianos regían la Iglesia de Jerusalén. Todos eran conversos del judaísmo, como lo eran también sus compañeros. Eusebio, en su Historia Eclesíastica, da la lista de estos obispos. De acuerdo con la tradición universal, el primero fue el Apóstol Santiago el Menor, el hermano del Señor. Eusebio dice que él fue nombrado obispo por san Pedro, Santiago el Mayor, y Juan. Naturalmente los otros Apóstoles cuando estaban en Jerusalén compartían el gobierno con él. Fue lanzado por los judíos desde una roca y luego lapidado hasta morir cerca del año 63. Después de su muerte los Apóstoles sobrevivientes y otros discípulos que estaban en Jerusalén escogieron a Simeón, el hijo de Cleofás (también llamado hermano de Nuestro Señor), como su sucesor. Él era el obispo en la época de la destrucción (70) y probablemente fue a Pel-la con los otros. Cerca del año 106 o 107 fue crucificado bajo Trajano, según Eusebio. La línea de obispos de Jerusalén continuó como sigue:

Judas (Justo), 107-113; Zaqueo o Zacarías: Tobías; Benjamín; Juan; Matías (m. 120); Felipe (murió c. 124); Séneca; Justo; Leví; Efraín; José; Judas Quiríaco (m. entre 134-148).

Todos ellos eran judíos. Fue durante el episcopado de Judas Quiríaco que ocurrió la segunda gran calamidad, la revuelta de Barcokebas y la destrucción final de la ciudad. Incitados por la tiranía de los romanos, por la reconstrucción de Jerusalén como colonia romana y el establecimiento de un altar a Júpiter en el lugar del Templo, los judíos se lanzaron a una desesperanzada rebelión liderados por el famoso falso Mesías Barcokebas cerca del año 132.

Durante esta rebelión él persiguió a los judíos cristianos, quienes naturalmente se negaron a reconocerlo. El Emperador Adriano sofocó la rebelión, después de un sitio que duró un año, en 135. Como resultado de esta última guerra todo el vecindario de la ciudad se convirtió en un desierto. Sobre las ruinas de Jerusalén se construyó una nueva ciudad, llamada Aelia Capitolina (Aelius era uno de los nombres de Adriano), y un templo a Júpiter Capitolino fue edificado en el Monte Moira. A ningún judío (por lo tanto a ningún judío cristiano) se le permitió la entrada a la ciudad bajo pena de muerte. Esto trajo un cambio completo en las circunstancias de la Iglesia de Jerusalén. La vieja comunidad judeocristiana llegó a su fin. En su lugar se formó una Iglesia de cristianos gentiles, con obispos gentiles, quienes dependían mucho menos de las memorias sagradas de la ciudad. De ahí que la Iglesia de Jerusalén, por algunos siglos, no tomó el lugar entre la jerarquía de las sedes que podríamos esperar. AElia era un pueblo sin importancia en el imperio; el gobernador de la provincia residía en Cesarea, en Palestina. El uso del nombre AElia entre los cristianos de esa época marca la insignificancia de la pequeña iglesia gentil, mientras que la restauración del viejo nombre de Jerusalén, tiempo después, marca el renacimiento de su dignidad.

Fuente: Enciclopedia Católica

domingo, 12 de abril de 2015

La Duda de Tomás en el claustro de Silos


Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»  Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»  A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» 

Paseamos por el claustro románico de Silos, para meditar ante el magnífico relieve de la Duda de Tomás el pasaje evangélico que evocamos en la liturgia de este Domingo.

SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO.

sábado, 11 de abril de 2015

Jerusalén en tiempo de los romanos

Jerusalén - El Cenáculo

Cuando Tito tomó Jerusalén (abril – septiembre, 70 d.C.) ordenó a sus soldados destruir la ciudad. Sólo salvaron las tres grande torres al norte del palacio de Herodes y la pared occidental. Pocos judíos sobrevivieron. La Décima Legión Romana retuvo la parte superior de la ciudad y el castillo de Herodes como fortaleza; Josefo dice que Tito se apropió de los campos alrededor para sus solados . La presencia de estos paganos repelería naturalmente a los judíos, aunque en este periodo no había leyes en contra de su presencia en Jerusalén. Los rabinos judíos se reunieron en Jabne (o Jamnia, actualmente Jebna) en el valle, al noroeste de la ciudad, a dos horas de Ramla.

Mientras tanto, la comunidad cristiana había huido a Pel-la en Perea, al este del Jordán (sureste de Jenin), antes de que comenzara el sitio. Los cristianos eran casi todos conversos del judaísmo. Después de la destrucción regresaron y se congregaron en la casa de Juan Marcos y su madre María, donde se habían encontrado antes. Aparentemente fue en esta casa donde estaba el Cuarto Superior, donde se celebró la Última Cena y donde se realizó la asamblea de Pentecostés.

Epifanio (m. 403) dice que cuando el Emperador Adriano llegó a Jerusalén en el 130 encontró el Templo y toda la ciudad destruida salvo algunas casas, entre las cuales aquella en donde los Apóstoles habían recibido al Espíritu Santo. Esta casa, dice Epifanio, está “en aquella parte de Sión que se salvó cuando la ciudad fue destruida” – es decir en la “parte superior”.

Desde los tiempos de Cirilo de Jerusalén, quien habla de “la Iglesia superior de los Apóstoles, donde el Espíritu Santo bajó sobre ellos”, existen abundantes testigos del lugar. Una gran basílica fue construida sobre el terreno en el siglo cuarto; los cruzados construyeron otra iglesia cuando la antigua fue destruida por Hakim en el 1010. Es el famoso Coenaculum o Cenáculo – actualmente una capilla musulmana – cerca de la Puerta de David, y se supone que es la tumba de David (Nebi Daud). Durante los primeros siglos del cristianismo la iglesia en este lugar fue el centro de la cristiandad en Jerusalén, “Santa y gloriosa Sión, madre de todas las iglesias” (Intercesión en “La Liturgia de Santiago”).

Ciertamente, ningún lugar de la cristiandad puede ser más venerado que el sitio de la Última Cena, el cual se convirtió en la primera iglesia cristiana. El uso constante del nombre Sión para el Cenáculo ha llevado a considerables discusiones en cuanto a la topografía de Jerusalén. Muchos escritores concluyen que está en el Monte Sión, el cual sería por lo tanto la colina suroeste de la ciudad. Otros oponen a esta tradición la fuerza de los pasajes del Antiguo Testamento que claramente distinguen Sión de Jerusalén y afirman que el Señor habita en Sión y que el palacio del rey está allí. De tal manera que Sión sería la colina al occidente, el lugar del Templo y del palacio de David.

Fue más tarde que el nombre de Sión comenzó a utilizarse para toda Jerusalén. Josefo nunca lo utiliza; ya en el Antiguo Testamento el camino estaba preparado para su uso extendido. Jerusalén es la “hija de Sión”. Todos sus habitantes sin distinción son “Sión”. En los primeros años de la cristiandad Sión parece haber perdido su significado, en el sentido de una determinada colina, para convertirse simplemente en otro nombre para Jerusalén. Naturalmente ellos llamaron su centro allí por el nombre de la ciudad, aunque no se encontraba en el Monte Sión original. La peregrina Eteria , a finales del siglo cuarto, siempre habla del Cenáculo como Sión, de la misma manera que el Santo Sepulcro siempre es Anástasis.

Fuente: Enciclopedia Católica

miércoles, 8 de abril de 2015

Visita al Monasterio de Silos

Este Miércoles de Pascua nos vamos al Monasterio de Silos, en cuyo claustro está maravillosamente representado el encuentro de Cristo resucitado con los discípulos de Emaús. Podemos contemplar dos montajes, el primero de ellos, con imágenes del claustro; el segundo nos permite visitar la sacristía del Monasterio.



martes, 7 de abril de 2015

Evolución del Retablo Mayor de la Catedral de Palencia


Estamos contemplando estos días de Pascua tablas de Juan de Flandes que se veneran en Catedral de Palencia. Ya hemos visitado este Retablo de la Capilla Mayor del templo palentino. Hoy veremos la evolución de este Retablo. Muchos estudiosos e investigadores del tema han aportado documentación que permite ver la evolución y distintas obras que se llevaron a cabo en el retablo desde 1504 hasta 1609.

Después de los encargos previos y de haberse realizado las obras de arte requeridas, los elementos del futuro retablo pasaron a la espera de ser montados y colocados en la antigua capilla mayor pero no hubo lugar porque en 1509 el obispo Juan Rodríguez de Fonseca decidió trasladar esta capilla al lugar donde se encuentra ahora, espacio que estaba ocupado por el coro conventual. La nueva capilla mayor suponía un habitáculo mucho mayor por lo que hubo que replantearse el tamaño y posición de los elementos del retablo. La solución fue encargar el 19 de diciembre de 1509 al pintor Juan de Flandes una serie de pinturas en tabla que agrandarían en un cuerpo más en altura y dos calles en anchura. El trabajo de Juan de Flandes no se entregó hasta 1519.

Ese mismo año en el mes de enero el escultor Juan de Balmaseda firma un contrato para la ejecución de un Calvario de grandes proporciones que sería integrado en el ático del retablo. De este nuevo espacio se ocupa el palentino Pedro Manso, maestro de talla, firmando un contrato en 1522. Se requiere que tenga forma semicircular y que esté cerrado por una gran cornisa. En 1525 este proyecto sufre cambios y avatares entre los que se encuentra la retirada de cuatro escudos y el añadido en lo alto de toda una fila con las cabezas o bustos descrita anteriormente. En este año se contrata nuevamente todo el dorado y estofado del retablo. En las cláusulas del contrato se enumeran una gran cantidad de detalles a seguir para que el resultado final sea el de una magnífica obra de arte de gran calidad.

Desde mayo hasta septiembre de 1520 Alonso de Solórzano y Gonzalo de la Maza se ocuparon de una serie de reformas y del encajamiento para el Calvario. Todo ello va dando forma al actual retablo. En 1559 y siguiendo las recomendaciones del Concilio de Trento, el Cabildo decide colocar en el centro del retablo una imagen de su patrono San Antolín. Se sustituye así una tabla de Juan de Flandes con el tema del Calvario por la escultura de bulto redondo de este santo.


Entrado el siglo XVII se realizan una serie de reformas en toda la calle central y el primitivo San Antolín es sustituido por una talla de Gregorio Fernández de factura y rasgos muy al gusto de la época. Es de tamaño casi natural, con el cuello ligeramente curvado. Se remodela también la parte del tabernáculo, empezando por separar la mesa de altar para evitar el ahumado de las velas. En 1607 los escultores palentinos Juan Sanz de Torrecilla, Pablo de Torres y Alonso Núñez se encargan de los trabajos del nuevo tabernáculo. Dos años más tarde los pintores palentinos Francisco de Molledo y Pedro de Roda se comprometen a dorar la imagen de San Antolín de Gregorio Fernández y la parte donde va instalado el tabernáculo con la custodia y el Sagrario.

A finales del siglo XVIII y bajo el mandato del obispo Mollinedo se renueva el pavimento de toda la fábrica y se cubren los azulejos de la predela con paneles que imitan al mármol y al jaspe, todo decorado al estilo neoclásico propio del momento.

viernes, 3 de abril de 2015

La Pasión del Señor en Oberamergau (Baviera)


Oberammergau es un municipio del distrito de Garmisch-Partenkirchen en el estado federado de Baviera, Alemania. Está localizado en el valle del río Ammer. Oberammergau es conocida sobre todo, por su escenificación de la pasión de Cristo cada diez años. La última vez fue el año 2010, y asistieron en torno a medio millón de espectadores.


En el año 1633, durante una epidemia de peste, los habitantes del pueblo juraron llevar a cabo una escenificación periódica de la pasión de Cristo si eran protegidos de la enfermedad. Este hecho fue el origen de la hoy mundialmente famosa tradición, que se realizó por primera vez en 1634. La escenificación se realiza cada diez años, con la participación de hasta 2000 habitantes del pueblo. La próxima está planeada para el año 2020.

El primer texto de la Pasión fue escrito por un monje benedictino del cercano monasterio de Ettal, llamado Ferdinand Rosner. En 1770 fue prohibido por el dique Maximiliano III de Baviera, con el pretexto de que la representación no respondía a la seriedad del tema. Tras varios problemas sucesivos, fue otro monje benedictino del mismo monasterio de Ettal, después de su secularización, llamado Othmar Weis, con el título "El gran sacrificio del Gólgota". Joseph Alois Deisenberger, párroco del pueblo, retocó a mediados del siglo XIX el libreto. La fama de la representación había crecido tanto que, en 1890, se construyó un nuevo recinto para albergar la representación.

jueves, 2 de abril de 2015

El Cenáculo del Monte Sión


El Cenáculo es el lugar de Jerusalén donde Jesús cenó con los apóstoles la última cena de su vida, antes de morir en la cruz. Es también el lugar donde se reunían los apóstoles después de la resurrección de Jesús y donde se encontraban durante el Pentecostés.

Era una casa con amplias salas en la ciudad de Jerusalén y pertenecía a un amigo de Jesús. Tenía dos salas: una planta baja, utilizada para las oraciones y/o para momentos instructivos; y una planta alta, utilizada para comer.


Para los cristianos, el lugar se convirtió en un lugar privilegiado para sus reuniones. Sobre el sitio fue construido más tarde una iglesia. Esto era la "Nueva Jerusalén", la "Nueva Sion", centro del nuevo pueblo de Dios. De este significado se pasa a una denominación topográfica, llamado "Monte Sion" la parte sur de la colina occidental, en cuyo lugar surge el cenáculo.

Actualmente existe un edificio de dos plantas. Una planta baja, que lleva el título de tumba de David, venerada como tal tanto por los cristianos como por los judíos y los musulmanes. Una planta alta, una gran sala que lleva el título de Cenáculo.