Juan de Roelas - Santa Walburga |
En el monasterio de Heidenheim, en la región alemana de Franconia, santa Waldburgis, abadesa, cuyos hermanos, los santos Bonifacio, Willibaldo y Winebaldo, la convencieron para que pasase de Inglaterra a Germania, donde rigió aquel monasterio, doble de monjas y monjes (779).
Santa Walburga nació en Devonshire, hacia 710. Fue hija de San Ricardo, uno de los reyezuelos de los Sajones Occidentales, y de Winna, hermana de San Bonifacio, Apóstol de Alemania, y tuvo dos hermanos, San Wilibaldo y San Winibaldo. Cuando San Ricardo emprendió con sus dos hijos una peregrinación a Tierra Santa, confió a Walburga, entonces de once años de edad, a la abadesa de Wimborne. En la escuela claustral y como miembro de la comunidad pasó veintiseis años preparándose para la gran tarea que iba a llevar a cabo en Alemania.
Cripta de Santa Walburga en Heidenheim |
Bonifacio fue el primer misionero que llamó en su ayuda a mujeres. En 748, en respuesta a su llamamiento, la abadesa Tetta envió a Alemania a Sta. Lioba y Sta. Walburga con muchas otras monjas. Zarparon con buen tiempo, pero poco después se levantó una terrible tempestad. Enseguida Walburga rezó, arrodillándose en cubierta e inmediatamente el mar se calmó. Al desembarcar, los marineros proclamaron el milagro del que habían sido testigos, de modo que Walburga fue recibida en todas partes con alegría y veneración.
En Maguncia fue recibida por su tío, San Bonifacio, y por su hermano, San Wilibaldo. Después de vivir algún tiempo bajo el gobierno de Sta. Lioba en Bischofheim, fue nombrada abadesa de Heidenheim, y situada así cerca de su hermano favorito, San Winibaldo, quien gobernaba una abadía allí. Tras la muerte de éste, ella gobernó el monasterio masculino a la vez que el suyo propio. Su virtud, dulzura y prudencia, añadidas a los dones de la gracia y la naturaleza de que estaba dotada, además de los muchos milagros que obraba le hicieron ser querida por todos. El 23 de septiembre de 776 asistió al traslado del cuerpo de su hermano San Winibaldo por San Wilibaldo, cuando se encontró que el tiempo no había dejado su huella sobre los sagrados restos. Poco después cayó enferma, y, habiendo sido asistida en sus últimos momentos por San Wilibaldo, expiró.
San Wilibaldo la enterró junto a San Winibaldo y muchos prodigios se obraban en ambas tumbas. San Wilibaldo la sobrevivió hasta 786, y después de su muerte la devoción a Sta. Walburga declinó gradualmente y su tumba fue descuidada. Hacia 870, Otkar, entonces obispo de Eichstadt, determinó restaurar la iglesia y monasterio de Heidenheim que estaban cayendo en ruinas. Habiendo los obreros profanado la tumba de Sta. Walburga, ella se apareció una noche al obispo, reprochándoselo y amenazándolo. Esto condujo al solemne traslado de los restos a Eichstadt el 21 de Septiembre del mismo año. Fueron colocados en la Iglesia de la Santa Cruz, ahora llamada de Sta. Walburga. En 893, el obispo Erchanbold, sucesor de Otkar, abrió el relicario para sacar una parte de las reliquias para Liubula, abadesa de Monheim, y fue entonces cuando se descubrió por primera vez que el cuerpo estaba inmerso en un óleo precioso o rocío que desde ese día hasta hoy (salvo durante un periodo en el que Eichstadt estuvo bajo interdicto, y cuando se derramó sangre en la iglesia por ladrones que hirieron gravemente al campanero) ha continuado fluyendo de los sagrados restos, especialmente del pecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario