Esta fotografía muestra un ventanal de la iglesia de Villalcázar de Sirga, en el Camino de Santiago palentino, visto desde fuera. Parece un ojo abierto a la eternidad. Su estructura no hace imaginar la belleza que permite ver. Sólo entrando en el misterio interior de la Iglesia puede llegarse a la contemplación de la sacra belleza que permite atisbar. Así es la fe: sólo quien prescinde de lo externo y penetra, humilde, en el interior del misterio de Cristo, puede acceder a la eterna belleza para que la fuimos creados y redimidos.
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