En el centro del recorrido hispano del Camino francés a Santiago de Compostela, se encuentra la ciudad de Carrión de los Condes, cuyos rincones esconden un pasado ciertamente glorioso. Junto a la muralla que daba entrada por el Camino a la ciudad, se encuentra la parroquia de Nuestra Señora de las Victorias. El templo fue edificado a mediados del siglos XII, y varias veces modificado a lo largo de los siglos. Una de estas alteraciones se ejecutó para albergar la actual capilla del Santísimo Cristo del Amparo, que hoy visitamos y veneramos: la capilla llamada de Los Calderones , donde aparecen escudos de esta familia.
La ciudad de Carrión de los Condes le tiene una gran devoción a este Cristo; un Cristo renano que trajo un peregrino en su carro allá por el siglo XIV, cuando recorría el Camino de Santiago. La tradición locales le atribuye la salvación de sus habitantes de la peste. De hecho, su popular canción dice así: La peste merecimos por nuestra ingratitud: Señor hoy te pedimos perdón, vida y salud.
La talla refleja el patetismo gótico del siglo XIV, fuertemente traumatizado a causa del impacto de la epidemia de la peste negra, que asoló el continente europeo. Esta enfermedad, transmitida por las pulgas de las ratas, no conocía curación alguna, causaba la muerte en muy pocos días, y su contagio era extremadamente sencillo. Los cristianos de la época interpretaron esta plaga de una forma apocalíptica, como un castigo infligido a causa de sus pecados. De ahí el extremo patetismo de este tipo de calvarios. La muerte y el dolor se refleja en la imagen de Cristo, colgado de un árbol en forma de Y. Hace unos días veneramos una talla similar en Puente la Reina, también en el Camino de Santiago.
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