Hoy podemos volver de nuevo a san Juan de Letran como lo haciamos al inicio de la cuaresma, el I domingo o celebramos el domingo de ramos en esta basilica "caput et mater omnium Ecclesiarum Urbis et Orbis" como una señal de que una de las fiesta más grande del año de la iglesia se lleva a cabo en el templo, que fue construido en lo que era el "Egregiae Lateranorum aedes" . (Domus Laterani: El emperador Septimio Severo (AD193-211) dio esta casa a T. Sextius Laternus en 197. Puede haber sido la casa del cónsul Plautio Lateranus, confiscados en el siglo I dC, cuando Nerón lo acusó de traición. Desde los tiempos de Constantino el Grande (272 dC? -337), Ha sido el escenario de la Basílica de San Juan de Letrán.)
Sin embargo me gustaría hoy recordar el Cenáculo en la ciudad santa de Jerusalén, lugar clave para el día de hoy, Jueves Santo.
Planta y sección del edificio. 1. Tumba de David (en rojo). 2-3. Cenáculo (en azul). 4. Sala del Espíritu Santo. |
El edificio llamado "El Cenáculo" es la última parte que resta de la iglesia bizantina y cruzada de la "Santa Sión", la eredera de la primitiva comunidad apostólica (At 2-15). La memoria de la Última Cena de Jesús (Lc 22,7-38) y de Pentecostés (At 2,1-13) se venera en el plano superior. Otras memorias, entra las cuales la "Tumba de David", se encuentran en el primer piso. En la foto: ingreso al complejo de época otomana.
El cenáculo es el lugar donde Cristo nos da la eucaristía el "Mysterium" de nuestra fe, lugar donde se aparecerá a los discípulos tras la resurrección y consolará nuestras dudas en la figura de Tomás y lugar santo tras la cincuentena pascual o final de la pascua, cuando el día de pentecostés el Espíritu desciende sobre el colegio apostólico.
Comienzo del triduo pascual en el mismo lugar donde lo terminaremos para anunciar con la fuerza del Espiritu Santo la resurrección de Cristo. Un Principio y un fin o mejor dicho el principio del fin, del fin de la oscuridad y de la muerte, para dar paso a la luz, a vida y al consuelo verdaderos con el Cristo, siempre presente y eterno. Desde ahí y, pasando por la avecinada cruz, quiere que caminemos decididos a proclamar el reino de Dios y su Justicia, a anunciar que él ha resucitado, que él es la esperanza y que él esta siempre con nosotros hasta el fin de los tiempos.
En el Cenáculo, servir, amar y entregarse es uno en Cristo que sirve, se entrega y nos ama sin medida. Jesús nos enseño aquí, hagamos nosotros lo mismo.
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