Nicolas Poussin. Dionisio Areopagita coronado por un ángel |
Recuerda hoy la Iglesia a san Dionisio Areopagita, un personaje que durante siglos ha sido confundido, en realidad, con tres personas completamente distintas.
En primer lugar, hay que referirse al Dionisio que convirtió san Pablo en el Areópago de Atenas, tal como nos cuenta el Libro de los Hechos de los Apóstoles. De este personaje carecemos de más noticias.
Un autor griego del siglo V escribió una serie de obras espirituales que alcanzaron gran notoriedad. Para darlas mayor autoridad, no las firmó con su propio nombre, sino que se las atribuyó a aquel Dionisio Areopagita. Esta atribución fue aceptada pacíficamente, y la obra alcanzó tal notoriedad, que se la consideró dotada de autoridad casi apostólica. Fueron traducidas al latín por Scotto Eriúgena en el siglo VIII. Santo Tomás las cita frecuentemente en sus tratados teológicos. Solo a partir del siglo XVI se comenzó a dudar de la atribución a aquel Dionisio Areopagita, y se le comenzó a denominar el Pseudo-Dionisio.
Las obras del Pseudo Dionisio establecen dos vías para conocer a Dios: la positiva, a través de la analogía, mediante la cual podemos conocer a través de la comparación los atributos y la persona de Dios en la medida limitada a la que alcanza la razón humana y la revelación; y la teología negativa, que afirma la inefabilidad de Dios a través del silencio y la adoración, dada nuestra incapacidad de captar plenamente la esencia divina.
San Dionisio mátir |
Pero hay un tercer Dionisio, que ha sido fuente de confusión especialmente en Francia: el mártir Dionisio, también llamado el apóstol de las Galias. Fue el primer obispo de París donde fue decapitado junto con sus dos compañeros Rústico y Eleuterio, durante una persecución anterior a la de Dioclesiano.
Tímpano de Saint Denis. Martirio de san Dionisio |
Aunque no hay unanimidad de datos en los documentos más antiguos, no caben dudas de que Dionisio de París fue objeto de veneración temprana, y ya santa Genoveva hizo construir una iglesia sobre su tumba hacia los años 450-460. Sobre este santo se hicieron confluir los tres personjes, de modo que este fundador de la Iglesia de París habría sido el discípulo convertido por san Pablo y el autor de las célebres obras espirituales.
En su honor se erige, en las cercanías de París, la que fuera Abadía de Saint Denus, en la que el Abad Suger mandó edificar un nuevo templo que iniciaría la época gótica, no sólo a causa de los avances técnicos de la arquitectura sino, sobre todo, a causa de su nueva concepción espiritual de Dios como luz y fuente de bondad.
Ya desde el Bajo Imperio existía un cementerio en Saint-Denis. En el siglo IV se erigió un mausoleo en el mismo lugar en el que se encuentra hoy el altar mayor. En el siglo V, Santa Genoveva adquirió las tierras colindantes e hizo construir una iglesia, que fue ampliada por dos veces durante la época merovingia, especialmente durante el reinado de Dagoberto I. Hacia el año 630 fue enterrado en ella San Dionisio (primer obispo de París) junto con dos de sus compañeros: el sacerdote Rústico y el diácono Eleuterio.
Hacia 750 se empezó a construir un nuevo santuario por orden de Pipino el Breve. Durante la época carolingia se construyó una iglesia en forma de basílica, con tres naves y un transepto. La misma fue renovándose con el transcurso de los años hasta el siglo XIV. Durante la primera mitad del siglo XII, el abad Suger, consejero de Luis VI el Gordo y de Luis el Joven, hizo derribar la iglesia carolingia y erigir una iglesia gótica. Este templo guarda los sepulcros de la mayor parte de los reyes franceses, la mayor parte de los cuales fueron profanados durante la Revolución Francesa.
Tumba de Luis XVI y María Antonieta |
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