El Real Monasterio de Santa Engracia fue un convento de la ciudad de Zaragoza, del que hoy quedan solo restos, conservados en la homónima iglesia basílica. Fue arruinado durante los sitios que la capital aragonesa sufrió en la Guerra de la Independencia Española. Destacaba por el esplendor artístico de estilo Reyes Católicos y Renacentista.
Sobre la iglesia de las Santas Masas y a pocos años de la paz de Constantino se permitió erigir en templo el cementerio de los Mártires. Hasta el siglo VI no se confió su custodia a monjes; este monasterio florecía ya en el siglo VII pues salieron de él dos ilustres prelados: Juan para la iglesia de Zaragoza y Eugenio para la de Toledo. San Braulio, hijo de Zaragoza, hermano y sucesor del primero en la silla episcopal lo ensanchó y protegió de tal suerte que los historiadores lo quieren hacer pasar por su fundador.
Sobreviviendo a la ruina del imperio godo continuó habitado por monjes bajo la dominación musulmana. Las catacumbas volvieron a su antiguo destino durante la nueva persecución. En el concilio de Jaca celebrado en el año 1063, siendo Paterno obispo de Zaragoza, con expreso consentimiento de su clero se cedió al obispado de Huesca el monasterio y parroquia de Santa Engracia y Santas Masas, donación reiterada en 1121 por bula del pontífice Gregorio VII después de la conquista de la capital. Pero la comunidad sin duda habría sido extinguida tiempo antes puesto que la catedral de Huesca a quien pertenecía como parroquia aquella iglesia tuvo en ella por espacio de cuatro siglos un prior que más tarde tomó el nombre de arcediano.
Una excavación fortuita descubrió en 1389 los cuerpos de Santa Engracia y Lupercio, en dos nichos dentro de un túmulo de piedra con sus nombres inscritos que tal vez el temor de los mozárabes había encomendado nuevamente a la tierra. Creció con esto la devoción a la noble virgen zaragozana y la gratitud del rey Juan II de Aragón que creyó deber al milagroso clavo del martirio la curación de sus cataratas, legó a su hijo Fernando la obligación de restablecer el monasterio con la advocación de Santa Engracia.
Cumplió el voto con magnificencia el rey Católico en 1493, día de Santa Engracia en que los monjes tomaron posesión y en 6 de agosto del mismo año se celebraron los divinos oficios en presencia de los reyes Católicos D. Fernando y Dª Isabel.
El edificio fue restaurado alrededor de 1755 por el arquitecto vizcaíno Juan Morlanes. Con el discurso del tiempo gran parte de la construcción gótica fue renovada pero lo primitivo y lo moderno pereció todo en la noche del 14 de agosto de 1808 a consecuencia de la terrible explosión con que se despidieron de Zaragoza las huestes de Napoleón al levantar el segundo sitio.
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