Monasterio de Fonte Avellana |
Hoy recuerda la Iglesia la figura de san Pedro Damiano, un santo que nació entre los temores del año mil. Su ingreso en la vida monástica se produjo en torno al 1035, cuando conoció en Ravena a los eremitas de Fonte Avellana, un lugar perteneciente a la Pentápoli bizantina, y marcado por la huella de san Romualdo, fundador de los camaldulenses y muerte en 1027. De allí pasó en 1040 a Pomposa, como maestro de novicios, y posteriormente a San Vicente de Furlo. En 1042 escribió la biografía de san Romualdo. Al año siguiente es elegido Prior de Fonte Avellana. Al cabo de los años, escribe una regla donde establece la forma de vida eremítica, considerando el monasterio como un locutorio donde Dios habla con los hombres, consagrados a la oración y a la penitencia.
San Pedro Damiano participó posteriormente en la llamada reforma gregoriana. Su papel preponderante vino dado por su amistad con el monje Hildebrando, que terminó por ser el papa san Gregorio VII. La obra de san Pedro Damiano estuvo centrada en luchar contra la simonía (es decir, la utilización de los oficios eclesiásticos por el puro lucro económico), y contra la inobservancia del celibato por el clero.
Desde Fonte Avellana se fundaron diversos monasterios, que siguieron esta forma de vida monástica eremítica. La celebridad de Fonte Avellana fue tal que es citada por Dante en el Canto XXI del Paraíso, en la Divina Comedia. Posteriormente, la congregación fue suprimida como tal en el año 1569, pasando a quedar integrada dentro de la congregación camaldulense, de similar forma de vida. Tras una lenta decadencia, el monasterio fue brevemente suprimido durante la invasión napoleónica (1810), y después por los liberales piamonteses (1866). Por último, el monasterio fue restaurado por los camaldulenses el año 1935, siendo visitado por Juan Pablo II en 1982.
Por último, hemos encontrado un documental italiano de los monjes de Fonte Avellano. A pesar de estar en italiano, es muy interesante.
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