La época posterior al colapso del Imperio Romano es conocida en toda Europa como los siglos oscuros de la Alta Edad Media. Sin embargo, la monarquía visigótica en Hispania constituye una honrosa excepción, hasta su propia extinción con la invasión musulmana del año 711.
De Iglesia Hispana surgieron dos célebres doctores, San Isidoro de Sevilla y san Ildefonso de Toledo, cuyas obras fueron leídas, copiadas y estudiadas en toda la Cristiandad medieval. Hoy, en la memoria de santo obispo de Toledo, vamos a evocar uno de los lugares santos que de dicha época tan lejana han llegado hasta nosotros: la iglesia de San Juan de Baños.
Se encuentra a unos doce kilómetros de la ciudad de Palencia. Fue mandada construir por el rey Recesvinto el año 661, sobre una fuente cuyas aguas, según la tradición, sanaron al rey enfermo. No es de grandes dimensiones, y su disposición sigue las pautas comunes del primer cristianismo difundido por el Imperio Romano. De hecho, su planta es basilical, es decir, similar a las primitivas basílicas romanas en las que los funcionarios públicos impartían justicia, y que luego fue convertida por los cristianas en la forma arquitectónica típica para sus templos.
Es lógico pensar que este recinto ha albergado la liturgia propia del cristianismo hispano-romano y luego mozárabe. Es decir, la que hoy llamamos liturgia mozárabe. Se trata de una ordenación del culto cristiano no idéntica a la liturgia romana, que es hoy la común en la Iglesia Católica occidental o latina. Se caracterizaba por una distinta disposición tanto en el Oficio Divino como en la celebración de la Eucaristía. En lo que a la celebración de la Eucaristía se refiere, esto significa que todos los textos de la liturgia mozárabe son distintos a los que nosotros empleamos de la liturgia romana; además, su disposición es distinta. Así, por ejemplo, el Padre Nuestro se reza después de la fracción del pan; ésta, además, se realiza ritualmente en nueve fragmentos, que simbolizan los distintos misterios de la vida de Cristo.
La liturgia mozárabe fue sustituida por la romana a finales del siglo XI, excepto en algunos lugares, como Toledo, donde ha pervivido hasta nuestros días. El Cardenal Cisneros, a comienzos del siglo XVI, la reformó y codificó. Por fin, a finales del siglo XX ha vuelto a ser editada, y se han ampliado los permisos para poderla celebrar.
En cualquier caso, esta venerable tradición espiritual nos remite a nuestros padres en la fe, a aquellos que con su vida y su testimonio hicieron posible que la fe en Cristo llegase hasta nosotros. San Juan de Baños es todavía hoy no sólo un hermoso ejemplo de la arquitectura de la antigüedad cristiana, sino un venerable testigo de la fe de aquellos remotos cristianos.
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