Para este día anuncia el Martirologio romano la memoria de san Apolinar con las siguientes palabras. San Apolinar, obispo, que al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la via Flaminia, pasando al banquete eterno el día veintitrés de julio.
Durante el siglo VI, la ciudad de Rávena fue la capital de una provincia bizantina sobre Italia, el Exarcado de Rávena. Eran los tiempos del emperador Justiniano. fue precisamente el momento en el que se construyó el célebre templo de San Apolinar in Classe.
La basílica consta de tres naves, de las que el cuerpo de la central está sobreelevado y tiene un ábside poligonal con dos capillas absidiales. La fachada, que ha sido restaurada en parte al igual que sucede con otras partes de la iglesia tiene delante un nártex bajo el que hay mármoles e inscripciones. A la izquierda de la iglesia está la torre del campanario del siglo IX que se eleva con su forma cilíndrica.
En el interior de la basílica, las paredes están desnudas, excepto la del ábside, cubierto por un mosaico, de distintas épocas. En el centro de la basílica, en el lugar del martirio del Santo, hay un altar antiguo. En la parte superior de la zona del ábside, extendiéndose horizontalmente por toda la anchura del arco se representa a Cristo dentro de un medallón circular. A sus lados, en medio de un mar de nubes estilizadas se hallan los símbolos alados de los evangelistas.
Toda la decoración de la zona del ábside se remonta casi a mediados del siglo VI y puede dividirse en dos zonas: En la parte superior un gran disco cierra un cielo estrellado sobre el que se sitúa una cruz con piedras preciosas, que simboliza el cruce de los brazos y la faz de Cristo. Sobre la cruz se ve una mano que surge de las nubes: es la mano de Dios. A los lados del disco están las figuras de Elías y Moisés. Los tres corderos situados un poco más abajo, justo donde empieza la zona verde, con el hocico vuelto hacia la cruz simbolizan a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan: es claramente una representación de la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor.
En la zona más baja se extiende un verde valle florido, en el que hay rocas, arbustos, plantas y aves. En el centro se erige solemne la figura de San Apolinar, primer obispo de Rávena, con los brazos abiertos en actitud orante: de hecho está representado en el momento de elevar su plegaria a Dios para que conceda la gracia a los fieles que están a su cargo, representados por doce ovejas blancas.
En los espacios situados entre las ventanas están representados cuatro obispos, fundadores de las principales basílicas de Rávena: Ursicino, Orso, Severo y Ecclesio, con hábito sacerdotal y llevando un libro en la mano.
A los lados del ábside hay dos paneles del siglo VII: el de la izquierda, muy reconstruido, reproduce al emperador de Bizancio, Constantino IV, concediendo privilegios a la Iglesia de Rávena a Reparato, enviado por el arzobispo Mauro. En el panel de la derecha aparecen representados Abraham, Abel y Melquisedec en torno a un altar en el que ofrecen sacrificios al Señor.
La elección del tema está fuertemente unida a la lucha contra el arrianismo, que niega la naturaleza humana y divina de Jesucristo, ya que éstos niegan su divinidad. Además de la representación de Apolinar entre los apóstoles, era una legitimación para Maximiano como primer arzobispo de una diócesis directamente unida a los primeros seguidores de Cristo, al ser Apolinar, según la leyenda, discípulo de San Pedro.
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