Si ayer nos referíamos a un célebre lugar en el que durante siglos alabaron a Dios los monjes, hoy vamos a repetir argumento con otro lugar en el que ya no reina el silencio ni la soledad de los cartujos: la que fuera Cartuja de Granada. Iniciada su construcción poco después de la toma de la capital del reino nazarí, en 1506, sufrió como todos los demás monasterios españoles la exclaustración de sus monjes en el año 1835.
Si el monasterio llama la atención por su austeridad, de blancos yesos y hermosos azulejos, el templo es de una espectacularidad barroca difícil de superar. Detrás del altar mayor, centrado en la adoración de la Eucaristía, se encuentra el Sancta Sanctorum, prodigio barroco de luz y escultura.
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