Bendice, alma mía, Señor.
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
De los manantiales sacas los ríos,
para que fluyan entre los montes:
en ellos beben las fieras de los campos,
el asnos salvaje apaga su sed;
junto a ellos habitan las aves del cielo,
y entre las frondas se oye su canto.
Salmo 103
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