Ayer celebrábamos la fiesta de los santos Pedro y Pablo. Mientras que el segundo, a pesar de su importancia en el origen del Cristianismo es incuestionable, no pasó sin embargo a la piedad popular. Cosa que en el caso de san Pedro sucede precisamente al contrario.
Sobre restos de épocas románica y gótica, se edificó un nuevo templo a lo largo del siglo XVI, gracias a la pujanza económica de la época (fundamentalmente, la industria textil y el comercio de la lana). Consta que el arquitecto Juan de Nates se hizo cargo del remate de la fábrica, en torno a 1582. Posee la parroquia un riquísimo patrimonio en retablos e imágenes sagradas, entre ellas un calvario de estilo renano, en forma de Y.
La parroquia dispone así mismo de uno de los mejores órganos ibéricos de la comarca. Precisamente, escucharemos en dicho instrumento una Pavana con su glosa de Antonio de Cabezón.
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