En espíritu orante, peregrinos hoy hasta los altares mayores de las basílicas de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Ambos están cubiertos por sendos baldaquinos, que simbolizan la presencia del Espíritu Santo sobre dichos altares, levantados sobre las sagradas tumbas de los apóstoles, en los que el Santo Padre celebra de forma solemne el Santo Sacrificio de la Misa.
Bajo sendos altares, se encuentran las humildes y sencillas tumbas de dos personas que, en su día, no sólo fueron insignificantes a los los de los hombres, sino que fueron ejecutados como criminales por las autoridades romanas, por dar testimonio de la Resurrección del Señor Jesús. Con el tiempo, la magnificencia de estos lugares pretende expresar una gloria que supera toda dimensión humana, para elevarse a lo alto, hacia el cielo.
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