Más o menos a la mitad del Camino de Santiago, se encuentra la Ermita de San Nicolás de Puentefitero, junto al río Pisuerga, en los disputados límites entre los antiguos reinos de Castilla y León. Se trata de una ermita que hace veinticinco años se encontraba en ruinas, pero que fue restaurada con el propósito de albergar a peregrinos. El cuidado de todos estos trabajos corrió a cargo de un grupo de italianos, entre los que destacaban algunos miembros de la Orden de Malta. En la actualidad, creo que es uno de los lugares más emblemáticos de la acogida cristiana en el Camino: el recinto ya es sugerente por sí; acoge a pocos peregrinos, que son invitados a una breve oración y a la cena, que se pone en común.
Que san Nicolás, bajo cuya advocación se erigió esta ermita, siga protegiendo a cuantos peregrinan y a cuantos cuidan de ellos.
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