Visitamos hoy una nueva catedral castellana: la Vieja de Salamanca, llamada así para distinguirla de la Nueva, construida junto a ella en el siglo XVI.
Se comenzó a construir a poco de restaurarse la diócesis de Salamanca, tras la reconquista, por iniciativa de su primer obispo, Jerónimo de Perigord (muerto en 1120), en el momento en que el románico estaba dejando paso al gótico, algo que es apreciable en la diferencia existente entre los pilares y los arranques de las bóvedas de crucería, ya que no existe continuidad constructiva entre ellos, al ser ideados los primeros para soportar una bóveda de cañón se finalizo en 1236. Estuvo a punto de ser destruida ya que al proyectar la Catedral Nueva se pensó en derribarla, pero el tiempo que transcurre desde el comienzo de las obras de la Catedral Nueva (en torno a 1520) y la tardía fecha de conclusión (hacia 1733), así como la necesidad de un espacio donde celebrar el culto mientras se terminaba la construcción, hace que la decisión inicial de destruirla fuera rechazada. En planta la nave izquierda aparece más estrecha, y le falta parte del brazo del crucero, consecuencias de la construcción de la Catedral Nueva.
Se trata de un edificio de planta basilical, en cruz latina y tres naves, crucero marcado y cabecera formada por tres ábsides semicirculares, que muestran ventanas con arcos de medio punto al exterior. Dado el carácter fronterizo de Salamanca, fue proyectada también como fortaleza, ahora no tan visible, puesto que han desaparecido las almenas de la Torre Mocha y la cubierta de la nave, antes en terraza transitable, se ha cambiado por otra de teja árabe.
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