La liturgia celebra hoy la memoria del Inmaculado Corazón de María. San Juan Eudes fue quien promovió su celebración litúrgica; los papas León XIII y Pío X dieron a este santo el nombre de padre, doctor y primer apóstol de la devoción, en especial al culto litúrgico de a los Sagrados Corazones de Jesús y María.
La fiesta del Corazón de María se celebró de manera pública y por primera vez en la historia el 8 de febrero de 1648 en la catedral de la ciudad de Autun: la misa y los oficios fueron compuestos por Juan Eudes y aprobados por el obispo diocesano. Varios obispos de Francia aprobaron los textos litúrgicos pero los jansenistas estaban en completo desacuerdo.
Para el año 1668, el día 2 de junio la fiesta y también los textos litúrgicos tuvieron la aprobación del cardenal legado para Francia, aunque al año siguiente se pidió a Roma la ratificación, pero la Congregación de Ritos dio una respuesta negativa.
Siendo papa Pío IX, en 1855, la Congregación de Ritos aprobó para la celebración del Corazón de María nuevos textos para la misa y el oficio, utilizando algunas partes de los de san Juan Eudes. En 1914, con ocasión de la reforma del misal romano, la fiesta del Corazón de María fue trasladada del cuerpo del misal a un apéndice del mismo.
En diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció a Lucía dos Santos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos, se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación. En la tercera aparición, la Virgen de Fátima le dijo a Lucía:
Nuestro Señor quiere que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra... Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado de cada mes... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz.
La pequeña Jacinta presentía que llegaría su final en el mundo y, en una conversación con Lucía, ella, que apenas contaba con diez años, dijo:
A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo para dar a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Diles a todos que pidan esta gracia por medio de ella y que el Corazón de Jesús desea ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan la paz por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto en sus manos la paz del mundo.
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