sábado, 31 de enero de 2015

La arquitectura mozárabe - 1 -

Documental de la Radio Televisión Española sobre la Arquitectura mozárabe. Se conoce como mozárabe a la comunidad cristiana que vivió bajo dominio musulmán. A partir de principios del siglo IX muchos de sus miembros emigraron hacia los reinos cristianos del norte peninsular, huyendo del endurecimiento religioso del Islam y aprovechando las llamadas de aquéllos, que los reclamaban para repoblar los territorios recién reconquistados al norte del Duero y en los valles pirenaicos.

viernes, 30 de enero de 2015

San Lesmes de Burgos

Tumba de San Lesmes. Burgos

En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja, región de España, san Lesmes (Adelelmo), abad, que convirtió en monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo (1097).

Este anuncio del Martirologio romano nos lleva hoy a la Cabeza de Castilla, para conocer a san Lesmes, cuyo sepulcro se venera en la iglesia de su nombre en Burgos, ciudad de la que es patrono. Ahora bien, como suele ocurrir con los santos, su lugar de nacimiento es muy otro, y al saber que Lesmes es una adaptación fonética de Adelelmo, quizás empiece a sonarnos a menos castizo y castellano. En realidad era del otro lado de los Pirineos, de Loudun, en el Poitou, y debía de llamarse Adelelme, o, aún más, a la francesa, Aleaume. Nació de una familia acaudalada, y después de repartir sus bienes entre los pobres vistió las ropas de uno de sus antiguos criados y fue en peregrinación a Roma. 


Más tarde fue monje y llegó a ser abad del monasterio de La Chaise-Dieu, fundada por el san Roberto, en la Auvernia, hasta que Constanza, que era de origen borgoñón, la esposa del rey castellano Alfonso VI, le llamó a España para introducir la liturgia romana en sustitución de la mozárabe. 


Lesmes fundó en Burgos el monasterio benedictino de San Juan Evangelista, y allí se dedicó a atender a las necesidades de los peregrinos de Santiago, quizá recordando los lejanos tiempos en que él también peregrinaba, y al cuidado de los enfermos. El despliegue de caridad religiosa al servicio de todos y especialmente de los enfermos, hasta su muerte el año 1097, le mereció el ser considerado por Burgos como su Santo Patrono. Este francés, al que imaginamos siempre con los severos, rígidos trazos de la iconografía románica, se identificó tanto con su ciudad de adopción que casi hemos llegado a olvidar que vino de otras tierras; para hacer a Castilla y a España más universal, según el modelo de Roma, y para fundirse servicialmente con la etapa de Burgos en el camino de Santiago, viendo cómo su nombre se iba transformando en boca de los burgaleses, haciéndose pronunciable para ellos, hasta quedar convertido en un signo más de su entrega total a una misión.

Iglesia de San Lesmes

La iglesia de San Lesmes se edificó en el siglo XIV sobre los restos de la capilla de San Juan Evangelista. Es de estilo gótico, aunque su fachada no tiene apenas decoración, salvo por la portada, el rosetón y el campanario. Su púlpito de piedra está considerado el mejor de Burgos. Posee un coro plateresco situado en la zona del altar, y alberga varios sepulcros sobre todo laterales.

jueves, 29 de enero de 2015

Tragedia cristiana en Mosus, patria de san Afraates


La larga lista de escritores siríacos cuyas obras nos han llegado está encabezada por Afraates (siglo IV), apodado el “Sabio Persa”, cuya memoria hoy celebramos. Los pocos datos biográficos que poseemos de este ilustre autor se recogen de sus propios escritos. Por éstos sabemos que nació de padres paganos en la segunda mitad del siglo III, muy probablemente en la región fronteriza del imperio persa. Después de su conversión al cristianismo abrazó la vida religiosa, y más tarde fue elevado al episcopado, en cuya ocasión asumió el nombre cristiano de Jacobo. La adopción de ese nombre llevó luego a una confusión de identidad, y por siglos las obras de Afraates se adscribieron al famoso Jacobo, obispo de Nisibis (m. 338 d.C.). No fue hasta el siglo X que el “Sabio Persa” finalmente se identificó con Afraates, bajo cuyo nombre se conoce entre los eruditos modernos. Según un manuscrito en el Museo Británico datado de 1364 d.C. (Orient, 1017), Afraates fue “obispo del monasterio de Mar Mattai”, en la rivera oriental del Tigris, cerca del moderno Mosul en Mesopotamia. Todavía son visibles las ruinas de este monasterio, ahora llamado “sheikh Matta”. Parece que fue allí donde pasó la mayoría de su vida.

El 10 de junio, la ciudad de Mosul cayó en manos de las fuerzas del ISIS, el Estado Islámico de Irak y el Levante. Ha sido un golpe particularmente duro para los cristianos de la región, que no desean vivir bajo la ley de la yihad. Se ha informado ampliamente de esto, pero lo que los medios no tienen en cuenta es precisamente cuán crucial es Mosul para toda la historia cristiana de más de dos mil años. Aunque la destrucción de la Mosul cristiana se había decretado hace muchos años, el inminente final sigue siendo un shock. La mejor forma de describir sus consecuencias es imaginar la aniquilación de algunos importantes grandes centros religiosos de Europa. Hace mucho tiempo, Mosul fue el corazón de un territorio que no era menos cristiano.


Mosul misma fue un antiguo centro asirio importante, que siguió floreciendo durante la Edad Media. Ya en el siglo II de nuestra era, la ciudad tenía presencia cristiana. Era una base vital para la Iglesia en Oriente, la autoproclamada Iglesia nestoriana, que la convirtió en sede metropolitana. También estaban presentes los monofisitas, la hoy Iglesia siro-ortodoxa. Estas iglesias usaban el siriaco, un idioma cercano a los apóstoles, y los pueblos siro-parlantes aún sobreviven en el área de Mosul.

Mosul era el centro de una red de monasterios, algunos de los cuales estaban entre los más antiguos e influyentes de todo el movimiento monástico. A cuarenta kilómetros de la ciudad encontramos San Elías y San Mateo (Mar Mattai) del siglo IV, Rabban Hormizd y Beth `Abhe de los siglos VI y VII, y muchos más: Mar Bihnam, Mar Gewargis (San Jorge), Mar Mikhael (San Miguel). Como en Europa occidental, estos lugares eran cruciales para la vasta tradición de la fe y enseñanza cristianas, y los más grandes no tenían nada que envidiar a Montecasino. En su apogeo, Mar Mattai era uno de los mayores claustros del mundo cristiano, con miles de monjes.

Tenemos un precioso recuerdo de este mundo perdido en los escritos de Tomás de Marga, cuyo Libro de los Gobernadores recoge las vidas de monjes y santos sirios. Tomás menciona docenas de nombres de pequeños conventos en la región de Mosul, muchos de los cuales ya no podemos localizar. Los restos de muchos, presumiblemente, sobreviven bajo mezquitas de pueblos iraquíes. El norte de Irak, en sus días, estaba poco menos densamente poblado de monasterios que Irlanda.

La Iglesia de Oriente nunca se benefició de una alianza con un poder secular amigo. Desde el siglo III, la región de Mosul fue gobernada por Persia, mientras que los musulmanes la gobernaron desde el siglo VII. Durante siglos, sin embargo, estas iglesias y monasterios salieron adelante por sus propios medios. En los relatos del gran pensador del siglo XIII Gregory Bar Hebraeus, la región de Mosul aún cuenta como uno de los ejes del universo cristiano (el propio Gregorio fue enterrado en Mar Mattai). Cuando los emisarios cristianos de la China mongola viajaron por Oriente Medio alrededor de 1280, visitando los centros claves de la fe, Mosul era una importante etapa de su itinerario.

Después del siglo XIII, Mosul cayó en tiempos difíciles y fue devastada en las guerras mongolas. A pesar de ello, la vida cristiana persistió en los conventos de alrededor. Nos damos cuenta de ello gracias al precioso manuscrito copiado de antiguos rescritos cristianos siriacos, conocido como la Cueva de los Tesoros, que hoy se conserva en el Museo Británico. Fue copiado en 1709 por el instruido sacerdote Homô, hijo del sacerdote Daniel, que vivió en Alqosh, cerca de Mosul. Sin el cuidadoso trabajo de escribanos como Homô, nuestro conocimiento del antiguo Oriente cristiano sería mucho más pobre de lo que es.

La ruina de la Mosul cristiana es un asunto moderno. A principios del siglo XX, el terrible estado del orden público en el norte de Mesopotamia redujo drásticamente la población cristiana, mientras que raids kurdos y ataques de bandidos golpearon repetidamente los monasterios y devastaron sus librerías. La Primera Guerra Mundial supuso un golpe casi mortal, pues los turcos otomanos infligieron a los cristianos locales el mismo intento de genocidio que ya estaban realizando contra los armenios. Hacia los años 20, la una vez intercontinental iglesia asiria se había reducido a poco más de 40.000 supervivientes en el área de Mosul.


A pesar de ello, la comunidad asiria revivió, y coexistió con otras comunidades cristianas, con los caldeos católicos, con los siro-ortodoxos y con los ortodoxos árabes. Los cristianos esperaban, de hecho, beneficiarse del estado laico prometido por el régimen de Saddam. Mosul era el hogar del conocido ministro de exteriores de Saddam, que cambió su nombre cristiano Michael Yuhanna al más parecido musulmán de Tariq Aziz.

Pero fue en vano. La violencia islamista surgida tras la invasión de EE.UU. en 2003, y la actual campaña del ISIS podrían poner el punto final. Agonizante, para quien conozca la historia de la región, el artículo que mencionaba sobre el momento final de los cristianos estaba ilustrado por una imagen de Mar Mattai, que es hoy un santuario para los civiles locales.

Fuente: Philip Jenkins

miércoles, 28 de enero de 2015

La Universidad de París


La vida de santo Tomás de Aquino está ligada a la Universidad de París, lugar donde ejerció la docencia. Fue fundada a mediados del siglo XII por el obispo de la ciudad y sus instalaciones se situaron cerca de la Catedral Notre Dame de París. En 1200 fue reconocida por el rey Felipe II y en 1215 por el papa Inocencio III. Adquirió rápidamente un gran prestigio, especialmente en filosofía y teología. Se constituyó como asociación de todos los colegios preexistentes en la ciudad de París situados a la orilla izquierda del río Sena (entre ellos La Sorbona, fundado en el año 1215 y con gran prestigio durante la Edad Media debido a su facultad de teología, cuyo nombre se asociaría posteriormente a toda la universidad). Precisamente en este lugar, vamos a seguir meditando la catequesis de Benedicto XVI sobre santo Tomás de Aquino, que hemos comenzado a leer en las Imágenes Sagradas.


Tomás de Aquino, siguiendo la escuela de Alberto Magno, llevó a cabo una operación de fundamental importancia para la historia de la filosofía y de la teología; yo diría para la historia de la cultura: estudió a fondo a Aristóteles y a sus intérpretes, consiguiendo nuevas traducciones latinas de los textos originales en griego. Así ya no se apoyaba únicamente en los comentaristas árabes, sino que podía leer personalmente los textos originales; y comentó gran parte de las obras aristotélicas, distinguiendo en ellas lo que era válido de lo que era dudoso o de lo que se debía rechazar completamente, mostrando la consonancia con los datos de la Revelación cristiana y utilizando amplia y agudamente el pensamiento aristotélico en la exposición de los escritos teológicos que compuso. En definitiva, Tomás de Aquino mostró que entre fe cristiana y razón subsiste una armonía natural. Esta fue la gran obra de santo Tomás, que en ese momento de enfrentamiento entre dos culturas —un momento en que parecía que la fe debía rendirse ante la razón— mostró que van juntas, que lo que parecía razón incompatible con la fe no era razón, y que lo que se presentaba como fe no era fe, pues se oponía a la verdadera racionalidad; así, creó una nueva síntesis, que ha formado la cultura de los siglos sucesivos.

Por sus excelentes dotes intelectuales, Tomás fue llamado a París como profesor de teología en la cátedra dominicana. Allí comenzó también su producción literaria, que prosiguió hasta la muerte, y que tiene algo de prodigioso: comentarios a la Sagrada Escritura, porque el profesor de teología era sobre todo intérprete de la Escritura; comentarios a los escritos de Aristóteles; obras sistemáticas influyentes, entre las cuales destaca la Summa Theologiae; tratados y discursos sobre varios temas. Para la composición de sus escritos, cooperaban con él algunos secretarios, entre los cuales el hermano Reginaldo de Piperno, quien lo siguió fielmente y al cual lo unía una fraterna y sincera amistad, caracterizada por una gran familiaridad y confianza. Esta es una característica de los santos: cultivan la amistad, porque es una de las manifestaciones más nobles del corazón humano y tiene en sí algo de divino, como el propio santo Tomás explicó en algunas quaestiones de la Summa Theologiae, donde escribe: «La caridad es la amistad del hombre principalmente con Dios, y con los seres que pertenecen a Dios».

No permaneció mucho tiempo ni establemente en París. En 1259 participó en el capítulo general de los dominicos en Valenciennes, donde fue miembro de una comisión que estableció el programa de estudios en la Orden. De 1261 a 1265 Tomás estuvo en Orvieto. El Romano Pontífice Urbano IV, que lo tenía en gran estima, le encargó la composición de los textos litúrgicos para la fiesta del Corpus Christi, que celebraremos mañana, instituida a raíz del milagro eucarístico de Bolsena. Santo Tomás tuvo un alma exquisitamente eucarística. Los bellísimos himnos que la liturgia de la Iglesia canta para celebrar el misterio de la presencia real del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la Eucaristía se atribuyen a su fe y a su sabiduría teológica. Desde 1265 hasta 1268 Tomás residió en Roma, donde, probablemente, dirigía un Studium, es decir, una casa de estudios de la Orden, y donde comenzó a escribir su Summa Theologiae.

martes, 27 de enero de 2015

Veneración de san Tito en Creta


Junto a la figura de Timoteo, recordamos también hoy a Tito. Sobre él, dijo en una de sus Catequesis el papa Benedicto XVI:

Iglesia san Tito Gortina - Creta

Por lo que se refiere a la figura de Tito, cuyo nombre es de origen latino, sabemos que era griego de nacimiento, es decir, pagano. Pablo se lo llevó a Jerusalén con motivo del así llamado Concilio apostólico, en el que se aceptó solemnemente la predicación a los paganos del Evangelio sin los condicionamientos de la ley de Moisés. 

En la Carta que le dirige, el apóstol le elogia definiéndole «verdadero hijo según la fe común». Después de que Timoteo se fuera de Corinto, Pablo envió a Tito con la tarea de hacer un llamamiento a la obediencia a esa comunidad rebelde. Tito llevó la paz entre la Iglesia de Corinto y el apóstol escribió estas palabras: «el Dios que consuela a los humillados, nos consoló con la llegada de Tito, y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que le habíais proporcionado, comunicándonos vuestra añoranza, vuestro pesar, vuestro celo por mí hasta el punto de colmarme de alegría… Eso es lo que nos ha consolado. Y mucho más que por este consuelo, nos hemos alegrado por el gozo de Tito, cuyo espíritu fue tranquilizado por todos vosotros». Pablo volvió a enviar Tito -a quien llama «compañero y colaborador» - para organizar la conclusión de las colectas a favor de los cristianos de Jerusalén. Ulteriores noticias que se encuentran en las cartas pastorales hablan de él como obispo de Creta, desde donde, por invitación de Pablo, se unió al apóstol en Nicópolis, en Epiro, Más tarde fue también a Dalmacia. No tenemos más información sobre los viajes sucesivos de Tito ni sobre su muerte.

Basílica San Tito Heraclion

El recuerdo y la veneración a Tito cobran especial fuerza en la isla de Creta, donde se le cita como obispo. El primer hito de este recuerdo se sitúa en la destruida ciudad de Gorkina, que desapareció como consecuencia de un terremoto. Allí se encuentran los restos de una primitiva basílica dedicada a Tito.


De allí pasaron a la actual ciudad de Heraclion. Las reliquias de Tito sufrieron también los avates históricos; así, ante el avance turco, fueron llevados a Venecia, de donde volvió el cráneo de Tito a Creta en 1966, siendo venerado en la Iglesia de San Tito de Heraclion.

lunes, 26 de enero de 2015

Pointigny


Visitamos hoy una de las primeras fundaciones del joven monasterio de Cister: Pointigny. Este monasterio es una de las cuatro primeras fundaciones efectuadas desde Cîteaux y que formaron el núcleo de lo que sería el Císter, primero se fundó La Ferté (el 1113), luego esta de Pontigny (1114) y le seguirían Claraval y Morimont el 1115.


Aquella fundación se habría llevado a buen fin con la dirección de su primer abad Hugues de Mâcon (personaje muy vinculado a San Bernardo), un grupo de once monjes y la complicidad de la sede episcopal de Auxerre. El lugar escogido para fundar la nueva abadía, parece que había sido ocupado con anterioridad por un eremita llamado Esteban.


Muy pronto comenzó una amplia serie de fundaciones llevadas a cabo desde Pontigny: Bouras (Nièvre), Cadouin (Dordoña), Fontainejean (Loiret), Jouy (Sena y Marne), entre muchas otras. La comunidad disponía de una iglesia, o mejor, oratorio, dedicado a San Esteban desde sus comienzos. Entre los siglos XII y XIII se levantó la capilla de Santo Tomás, dedicada a Thomas Becket, que había vivido durante unos años (entre el 1164 y 1166) refugiado en Pontigny y que murió asesinado en 1170 en Canterbury. Tradicionalmente se sitúa el inicio de la construcción de la gran iglesia abacial de Pontigny a mediados del siglo XII, una época de prosperidad por el centro monástico. Entre el 1185 y 1206 se llevaron a cabo importantes obras de construcción en esta nueva iglesia, que modificaron especialmente la cabecera.


La vida monástica del centro continuó su actividad hasta que entró en decadencia por los efectos de la situación general del cister y el auge de las nuevas órdenes monásticas. En el siglo XVI comenzó a tener abades comendatarios y en la misma época a sufrir las destrucciones de las Guerras de Religión. Con la Revolución, a finales del siglo XVIII, la comunidad se dispersó y parte de los edificios entraron en ruina. La iglesia se salvó gracias a la popularidad de la devoción a San Edmundo y en 1801 se convirtió en parroquial. Lo que quedaba de las otras dependencias monásticas se ha utilizado para diversos fines hasta la actualidad.


domingo, 25 de enero de 2015

Roma. Santa Maria del Popolo


Hemos contemplado hoy la imagen de la Conversión de san Pablo, en el lienzo que pintó Caravaggio para la iglesia romana de Santa María del Popolo. Por eso, vamos a visitar este célebre templo, tan rico en obras de arte. Está situado en la Piazza del Popolo, junto a una de las antiguas puertas de la ciudad. Pertenece desde 1250 a los agustinos.


La primera edificación fue una simple capilla construida por orden del papa Pascual II sobre el mismo lugar donde Nerón fue sepultado. Seguramente el papa quiso celebrar con esta iglesia la liberación del Santo Sepulcro que tuvo lugar el mismo año de su fundación, 1099. Las obras fueron costeadas por el pueblo romano, de ahí el nombre que recibió la iglesia desde sus orígenes y la advocación del icono posterior (siglo XIII, de inspiración bizantina) que preside el altar mayor y cuya autoría se atribuía al evangelista San Lucas, aunque a veces se atribuye el topónimo a la abundancia de chopos (en italiano: pioppi) en este lugar.

Altar Mayor. Santa Maria del popolo

La capilla fue ampliada en 1227 por el papa Gregorio IX, pero será en el siglo XV (bajo el impulso de Sixto IV) cuando se realicen las intervenciones arquitectónicas que determinan la configuración actual del templo. La historiografía contemporánea tiende a pensar que fue Andrea Bregno quien las diseñó y ejecutó, dando al edificio un aspecto renacentista. En cualquier caso, no hay certeza absoluta sobre los autores de la arquitectura ni de la fachada (esta última también modificada por Bernini en el siglo XVII).

La iglesia tiene tres naves con transepto y un muy desarrollado ábside (donde está el coro conventual). Está cubierta con bóvedas de crucería sobre pilares con semicolumnas adosadas, siguiendo el modelo de las iglesias lombardas del siglo XV que, a su vez, se inspiran en la tradición gótica de la zona. Hay cuatro capillas poligonales en cada nave lateral y dos más flanqueando el presbiterio.

Cappella Chigi (Rafael Sanzio).

En el siglo XVI Donato Bramante y Rafael Sanzio hacen nuevas obras (el primero, el coro absidial; Rafael, la capilla del banquero Agostino Chigi). En el XVII Alejandro VII decidió reformar de nuevo la iglesia y fue Gian Lorenzo Bernini el encargado de conferir a la decoración interior del templo el aspecto barroco actual. En ese mismo siglo, Carlo Fontana reforma una capilla (la cappella Cybo) e imita la obra de Rafael en la capella Chigi.

En la iglesia se conservan obras artísticas extraordinarias: así, la Natividad (hacia 1490) de Tiberio d'Assisi o la tumba de los cardenales Della Rovere del escultor Andrea Bregno en la primera capilla de la nave derecha; el sepulcro del obispo Pietro Foscari (con escultura de bronce de Vecchietta) en la capila Costa (cuarta de la nave derecha). En la capilla Cerasi se conservan dos obras maestras de Caravaggio: la Conversión de San Pablo y la Crucifixión de San Pedro; y también otro excelente óleo de Annibale Carracci, la Asunción de la Virgen. En la cuarta capilla de la nave izquierda está la obra maestra del escultor Alessandro Algardi: el busto del cardenal Garcia Mellini (hacia 1630).

Asunción de la Virgen de Annibale Carracci.

En la sacristía se conservan restos escultóricos del convento destruido y el antiguo altar mayor del templo, importante obra en mármol de Andrea Bregno de 1473, en el que integra una virgen anterior de la escuela sienesa (siglo XIV).

Crucifixión de San Pedro de Caravaggio

Situado en el profundo ábside principal, su aspecto actual se debe a las sucesivas reformas que realizó el arquitecto Donato Bramante, la primera hacia 1500 y la segunda entre 1505 y 1509. Se conservan aquí las extraordinarias esculturas de Sansovino del Cardenal Ascanio Sforza (1505) y del Cardenal Girolamo Basso Della Rovere (1507). La bóveda está pintada por Pinturicchio y representa la Coronación de la Virgen, con evangelistas, sibilas y doctores de la iglesia.

viernes, 23 de enero de 2015

Iglesia de San Pedro y San Ildefonso de Zamora


La Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso, es un templo, en origen románico, de la ciudad de Zamora, el de mayor tamaño e importancia de la localidad después de la Catedral. La fábrica actual se empezó a construir en el siglo XI por orden del rey Fernando I de León y Castilla, sobre la antigua Iglesia de Santa Leocadia, probablemente de origen visigótico. Hacia el fin del XII y durante el XIII fue reformada y ampliada en el mismo estilo, pero desde el siglo XV sufrió una serie de modificaciones que hacen que poco quede hoy en día del románico original, tan sólo el muro sur, parte del septentrional, el ábside central semicircular, el hastial, la portada norte, situada detrás de la actual neoclásica, con tres arquivoltas de medio punto que descansan en una imposta apoyada en tres pares de columnas con capiteles de hojas y volutas; y la portada meridional (actualmente cegada), con tres arquivoltas lobuladas semicirculares sobre columnas con capiteles de hojas y cuatro arcos ciegos.


En esa centuria su estructura fue modificada por completo, pasando de tener tres naves a una sola con bóvedas de crucería. Al eliminar las dos hileras de soportes interiores, fue necesario construir los arbotantes que se ven sobre la calle San Pedro, para poder sostener la cubierta. A finales del XVII se reformó la capilla mayor y se reedificó la sacristía. Entre 1719 y 1723 Joaquín Benito Churriguera (autor también del antiguo retablo mayor barroco de la Catedral) reparó el interior, reformó la torre y construyó la portada occidental -la que da a la calle del Arcipreste-. Por último, a finales del mismo siglo XVIII se construyó la portada norte (frente a la confluencia de las rúas), en estilo neoclásico.


El templo alberga los restos de San Ildefonso de Toledo, que se supone fueron traídos a la ciudad por los mozárabes toledanos que la repoblaron en época de Alfonso III el Magno. El derribo de la antigua Iglesia de Santa Leocadia y su sustitución por la actual hizo que se les perdiera la pista durante un tiempo, hasta que en 1260 fueron localizados durante unas obras de ampliación, lo que obligó a extender la advocación inicial de San Pedro a los dos santos. Desde 1496 descansan en lo alto de la capilla mayor. Asimismo guarda el cuerpo de San Atilano, primer obispo de Zamora y patrón de la ciudad así como de Tarazona, su localidad natal. Fue enterrado también en la construcción primitiva y de igual manera sus restos se perdieron posteriormente, hasta su hallazgo en el siglo XVI.

La significación de San Ildefonso provocó insistentes demandas por parte del poderoso cabildo primado de Toledo reclamando sus restos, llegándose a producir incluso varios intentos de robarlos. Eso hizo que se constituyera, en el siglo XV, para custodiar su cuerpo (y posteriormente también el de San Atilano) la Real, Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano, de la que el párroco-arcipreste de San Pedro y San Ildefonso ostenta estatutariamente el cargo de prior. Sus integrantes visten un hábito capitular de color verde. No obstante las disputas del pasado, en 2007, año del XIV centenario de su nacimiento, se autorizó el traslado de sus reliquias durante unos días a la Ciudad Imperial, atendiendo una petición de su archidiócesis.

jueves, 22 de enero de 2015

Capilla de San Vicente de la Catedral de Valencia


Los santos Valero y Vicente fueron prendidos en el año 303 por orden del gobernador Daciano, y trasladados a Valencia. Valero fue condenado al destierro y Vicente sufrió el martirio, muriendo finalmente en fecha imprecisa —la tradición le asigna el 22 de enero— en el año 304 ó 305. De acuerdo a la leyenda, convirtió antes de morir a su verdugo.

Fachada de la Catedral de Valencia

Desde el lugar de su primera sepultura, el cuerpo de Vicente fue trasladado, en el mismo siglo de su martirio, a una basílica existente fuera de los muros de la ciudad, junto a un arrabal cristiano, conocida como San Vicent de la Roqueta, que mantuvo el culto durante toda la época islámica, estando documentadas distintos propietarios cristianos, como el Monasterio de San Juan de la Peña, reyes o Poblet. Siendo el culto que se realizaba en época de la dominación musulmana una de las pruebas más precisas de la existencia de una abundante población mozárabe cristiana.

Capilla de San Vicente

Uno llegó hace unos treinta años a la Catedral de Valencia, regalado por una familia de Padua. Según estudios forenses, pertenece a un hombre joven, presenta quemaduras en la piel y se remonta al siglo IV. Se conserva en una capilla de la Catedral de Valencia; salió en procesión el jueves, 22 de enero de 2004, al igual que cuando se inauguró el año santo. Esta imagen se repetirá de nuevo dentro de cien años.


El altar central está presidido por la imagen de San Vicente, de madera plateada, obra de José Esteve Bonet (1741-1802). Sobre el altar central se representa en estuco la Apoteosis de San Vicente, de José Esteve.. Las Estatuas sobre el altar central son alegorías de la Fe (con la cruz y el libro) y la Fortaleza (con las armas y el león a sus pies).

miércoles, 21 de enero de 2015

Santa Inés Extramuros

 

La basílica de Santa Inés Extramuros (en italiano, Sant'Agnese fuori le mura) es una iglesia basilical de Roma, en la que se veneran las reliquias de santa Inés. La iglesia queda en la Vía Nomentana a cierta distancia fuera de la muralla Aureliana que rodea la ciudad antigua. El nombre permite distinguirla de otros iglesias con la misma advocación que hay, o había, en Roma, siendo la más famosa de ellas Santa Inés en la Agonía, erigida en el lugar de martirio de la santa. El complejo incluye la basílica y el mausoleo de Santa Constanza.


La actual iglesia, tal como la reconstruyó el papa Honorio I a mediados del siglo VII, se alza sobre una catacumba del siglo IV, uno de los más importantes complejos funerarios de Roma, con más de 10 kilómetros de corredores, de los cuales sólo un par son accesibles. En el siglo IV la suave roca fue horadada alrededor de la tumba de santa Inés para crear un lugar de reunión.


Para el año 340, Constantina, hija del emperador Constantino I, amplió la zona subterránea y construyó un gran mausoleo, hoy conocido como el «mausoleo de Santa Costanza». La planta baja de la iglesia del siglo VII está al nivel del suelo de la catacumba, y las entradas desde la vía pública están al nivel de la galería de la segunda planta. Los mosaicos del edificio de Honorio aún están presentes. Esta iglesia también fue construida con una galería superior separada para las mujeres (matronaeum), similar al de San Lorenzo Extramuros.


Es en esta iglesia donde, en el día de Santa Inés (21 de enero) dos corderos son especialmente bendecidos, usualmente por el papa después de una gran misa pontifical; su lana es más tarde tejida para hacer un palio, estolas ceremoniales, para un arzobispo metropolitano recién nombrado para simbolizar su unión con el Papado. La iglesia está actualmente administrada por los canónigos regulares de San Juan de Letrán.

martes, 20 de enero de 2015

Catacumbas de San Sebastián en Roma

Escultura de san Sebastián

En la memoria del mártir san Sebastián, vamos a visitar las Catumbas de Roma que llevan su nombre, y que constituyen uno de los pocos cementerios cristianos que permanecen accesibles (de los cuatro pisos originales el primero está casi completamente destruido). Se encuentra en la ciudad de Roma.. Con el pasar del tiempo san Sebastián, mártir sepultado aquí, acabó dar su nombre al Cementerio, que en sus orígenes fue llamado «ad catacumbas», o sea, “junto a la hondonada”, pues allí existían canteras de toba volcánica. Y resultó que este nombre sirvió después para designar todos los cementerios subterráneos cristianos. Otro nombre dado en la antigüedad a estas catacumbas fue el de “Memoria Apostolorum”, en razón del culto dado a los apóstoles Pedro y Pablo.


Este lugar funerario, desde el siglo primero, ha tenido diversos usos.Las hondonadas y las galerías arenarias, de hecho fueron utilizadas para abrir sepulturas (nichos), tantos paganos como cristianos; fueron construidos diversos columbarios y, por lo menos, dos edificios residenciales con bellas decoraciones en las paredes. Hacia la mitad del siglo segundo quedó cegada la región del arenario. Esto permitió la construcción de tres mausoleos (el de Clodius Hermes, de los Innocentores y de la Hacha), en los que fueron sepultados miembros de la Iglesia cristiana.


Esta zona quedó de nuevo enterrada, y sobre ella se construyó un pórtico limitado por un muro (“triclia”). En este muro se han descifrado innumerables grafitos con invocaciones a Pedro y Pablo, ya que, alrededor del año 258, el culto de los apóstoles era muy vivo en este lugar. El Emperador Constantino (306-337) hizo construir una gran basilica en forma de circo romano dedicada a los apóstoles. Desde el siglo tercero, se fue excavando la catacumba donde se dió sepultura, como indican las fuentes, a los mártires Sebastián y Eutiques.


En la nave central de la Basílica primitiva, reconstruida en el año 1933 sobre restos antiguos, se pueden contemplar a la izquierda los canales de comunicación con la nave mediana de la iglesia actual, murales del siglo XII y el exterior del ábside de la Capilla de las reliquias; hay sarcófagos enteros y también fragmentos (la mayoría del siglo IV) que han ido encontrándose por medio de excavaciones.


Se desciende por una escalera en las galerías donde hay varios cubículos (especial importancia tienen las pinturas de fines del siglo IV del cubículo de Jonás, cuyo ciclo es representado en cuatro escenas). Se llega a la Cripta de San Sebastián, que tiene un altar de mesa que se encuentra sobre el mismo lugar del anterior (todavía quedan algunos restos de la base) y el busto de san Sebastián atribuido a Bernini. Luego se llega a la plazoleta, bajo la cual se encuentra una cavidad de arena al que quizás se debe el nombre de ad catacumbas que tuvo este cementerio y que se extendió después a los demás.


Sobre la plazoleta se abren tres mausoleos de la segunda mitad del siglo II utilizados en tiempos posteriores. El primero a la derecha, decorado externamente con pinturas (banquetes fúnebres, el milagro del endemoniado de Gerasa), conserva la inscripción con el nombre del propietario: Marcus Clodius Hermes; el interior, con sepulturas inhumadas y pinturas, está decorado con la cabeza de una gorgona.

El segundo, llamado de los más inocentes en cuanto propiedad de un colegio funerario, presenta un descenso decorado con estucos; en algunos vanos hay inscripciones griegas con caracteres latinos y un pintado con las iniciales de las palabras griegas que significan Jesucristo, hijo de Dios Salvador.

A la izquierda está el mausoleo del hacha, por el arnés que figura hacia fuera, cuya decoración está formada por sarmientos de vid que salen del kantharoi puestos encima de pilastras falsas.

De la plazoleta se sube a un ambiente, colocado cerca de la mitad de la basílica y cortado desde arriba por la construcción de la misma: la así llamada Triclia, lugar cubierto por un techo donde se celebraban banquetes fúnebres; las paredes del vano muestran cientos de dibujos realizados por devotos, realizados hacia la segunda mitad del siglo III e inicios del IV, contienen invocaciones a los apóstoles san Pedro y san Pablo.

De la triclia se pasa, por un vano, a las estancias alrededor del ábside: aquí se ordena una colección de epígrafes y una muestra completa de los mausoleos, de la triclia y de la basílica constantiniana; a continuación se baja a la platónica, construcción posterior a la misma basílica que se pensaba que era el lugar de la sepultura temporal de los dos apóstoles y que, como probaron las excavaciones realizadas en el año 1862 fue el mausoleo del mártir Quirino de Roma, obispo de Scoscia en Panonia, y que fue trasladado a Roma en el siglo V. A derecha de la platonica, se encuentra la capilla de Honorio III, adaptada en el vestíbulo del mausoleo.

lunes, 19 de enero de 2015

Ein Karem. San Juan de la Montaña


En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»

Este texto del Evangelio de san Marcos nos sirve hoy de pretexto para acompañar a los peregrinos que veneran Ein Karem, el lugar en el que nació san Juan Bautista. En la foto vemos el sitio donde se venera tal misterio; la inscripción (Hic Precursor Domini natus est) significa: Aquí nació el Precursor del Señor.

El encantador pueblo de Ein Karem, situado en las laderas occidentales de Jerusalén. El sitio era conocido ya en la época del profeta Jeremías, que exhortó a los hijos de la tribu de Benjamín «y alzad por señal humo sobre Bet-Hakerem» porque invasores extranjeros se aproximaban a Jerusalén (Jeremías 6:1). Pero para los peregrinos cristianos, Ein Karem tiene una especial significación por ser el pueblo natal de Zacarías e Isabel, los padres de San Juan Bautista, así como el lugar de la Visitación, donde María, la madre de Jesús, visitó a su prima Isabel antes del nacimiento de Juan.


La Iglesia franciscana de la Visitación conmemora la visita de María a Isabel. La encantadora iglesia de dos niveles fue erigida en 1955 sobre ruinas bizantinas y de los Cruzados. En el patio, los peregrinos son recibidos por uno de los himnos favoritos de la Iglesia, el Magnificat de María, que ella rezaba cuando se encontró con Isabel, escrito ahora en no menos de 47 idiomas en el muro que da hacia la iglesia.

Volviendo a bajar por la colina, del otro lado del pueblo, llegará a la otra iglesia franciscana, San Juan de la Montaña. En el interior de la iglesia hay una gruta, que la tradición identifica con el lugar de nacimiento de Juan. El muro del patio de la iglesia, casi una imagen especular de la Iglesia de la Visitación, muestra la oración de acción de gracias que Zacarías decía cuando Juan nació, el Benedictus (Lucas 1:68-79) en 24 idiomas.

domingo, 18 de enero de 2015

Refugio de Peregrinos en San Antón de Castrojeriz

Interesante entrevista a Ovidio Campo, fudnador del Refugio de Peregrinos que ha devuelto el sentido hospitalario a las ruinas de San Antón, donde durante tantos siglos fueron acogidos los peregrinos en su Camino hacia Santiago.

sábado, 17 de enero de 2015

San Antón de Castrojeriz

Ventanal de San Antón de Castrojeriz con la Tau de los Antonianos

Una de las sorpresas con la se encuentran que los peregrinos que se dirigen a Santiago, es el arco que cubre el Camino, en las ruinas del Monasterio de San Antón de Castrojeriz (diócesis de Burgos). ¿Qué Orden religiosa era ésta, extinguida en vísperas de la Revolución Francesa?


Se afirma que Antonio vivió hasta los 105 años, y que dio orden de que sus restos reposasen a su muerte en una tumba anónima. Sin embargo, alrededor de 561 sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas hasta alrededor del siglo XII, cuando fueron trasladadas a Constantinopla. La Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, conocidos como Hospitalarios, fundada por esas fechas, se puso bajo su advocación. La iconografía lo refleja, representando a san Antonio con el hábito negro de los Hospitalarios y la tau o la cruz egipcia que vino a ser su emblema.


Tras la caída de Constantinopla, las reliquias de Antonio fueron llevadas a la provincia francesa del Delfinado, a una abadía que años después se hizo célebre bajo el nombre de Saint-Antoine-en-Viennois. La devoción por este santo llegó también a tierras valencianas, difundida por el obispo de Tortosa a principios del siglo XIV.

La orden de los antonianos se ha especializado desde el principio en la atención y cuidado de enfermos con dolencias contagiosas: peste, lepra, sarna, enfermedades venéreas y sobre todo el ergotismo, llamado también fuego de san Antón o fuego sacro o culebrilla. Se establecieron en varios puntos del Camino de Santiago, a las afueras de las ciudades, donde atendían a los peregrinos afectados.


El hábito de la orden es una túnica de sayal con capuchón y llevan siempre una cruz en forma de tau, como la de los templarios. Durante la Edad Media además tenían la costumbre de dejar sus cerdos sueltos por las calles para que la gente les alimentara. Su carne se destinaba a los hospitales o se vendía para recaudar dinero para la atención de los enfermos.

Uno de los Monasterios de esta Orden era el de Castrojeriz situado a las afueras sobre lo que fue anteriormente el palacio y la huerta del rey Pedro I de Castilla. Cuidaban de los peregrinos y de los enfermos que llegaban haciendo el Camino de Santiago.

Este monasterio estuvo bajo la protección real, por eso hay escudos reales en la portada de la iglesia y en las claves de las bóvedas. Lo fundó Alfonso VII en el siglo XII (año 1146). Las ruinas actuales son del siglo XIV. El hospital tuvo mucha importancia, pues fue la sede de la Encomienda General de la Orden de San Antonio en los distintos reinos de la Corona de Castilla y Portugal, con más de veinte encomiendas dependientes (casas-monasterios-hospitales). Eran famosas las ceremonias que hacían los monjes antonianos para bendecir diversos objetos, a las que acudían muchos fieles.

viernes, 16 de enero de 2015

San Apolinar el Nuevo de Ravena


En las Imágenes Sagradas hemos contemplado hoy el mosaico de la Curación del Paralítico, que decora la Basílica de san Apolinar el Nuevo de Ravena. Conozcamos un poco más este suntuoso templo, sito en la que fuera capital del reino del godo Teodorico, en el siglo VI, establecido sobre esta ciudad, que luego pasó a ser capital del Exarcado bizantino de Ravena.


Teodorico el Grande, arriano pero respetuoso con la iglesia del pueblo conquistado, levanta un primitivo San Apolinar, con el nombre de Jesucristo Salvador, que más tarde recibirá el nombre de “Nuevo”, en torno al año 500, al pasar al culto católico y se la convierte en una basílica más suntuosa y exuberante. San Apolinar, “el Nuevo” es una iglesia bizantina de Rávena con influencia paleocristiana por su estructura basilical con cubierta plana de madera.


A pesar de que Teodorico había estado durante diez años en Constantinopla, su proyecto más ambicioso, la iglesia palatina de San Apolinar Nuevo, fue construida de acuerdo con el tipo de planta basilical, revestida de mármoles a la manera romana y capiteles presumiblemente importados de Constantinopla. La decoración del conjunto de la nave de San Apolinar Nuevo se divide en tres zonas horizontales, fechables a comienzos del siglo VI. En la zona superior, por encima de las ventanas, una serie de 26 paneles -13 por cada lado- ilustra la vida de Cristo, acercándonos a los modelos de Santa María la Mayor; en el piso medio, las dieciséis figuras de profetas y patriarcas remiten al ábside de San Aquilino de Milán. En la zona inferior, en uno de los lados, una procesión de vírgenes se traslada desde Classe -el puerto de Rávena- hasta donde se encuentran la Virgen y el Niño acompañados por los Reyes Magos; en el otro lado, los mártires se trasladan en procesión desde el palacio de Teodorico hacia el lugar donde se encuentra Cristo entronizado, flanqueado por seres angélicos en un marco paradisíaco.


Corresponde al tipo de la basílica latina y tiene tres naves separadas por columnas pseudocorintias con grandes cimacios para recibir mejor las arquivoltas sobre los capiteles. Éste será el típico capitel bizantino. Su gran longitud le aporta una magnificencia notable y un acusado dinamismo en el sentido de la profundidad. El espacio que “camina” hacia el altar está subrayado por el empleo de mosaico en serie continua. San Apolinar Nuevo tiene una destacada decoración de mosaicos. Los mosaicos se hicieron en la propia Bizancio.


Los mosaicos que cubren casi todas las paredes constituyen los mejores modelos de este estilo. Hoy se conservan en la nave central dos grandes frisos de santos y santas que avanzan hacia el altar mayor. En el lado del evangelio, un friso de hombres y en el lado de la epístola, las mujeres.