Nos recuerda hoy el Martirologio Romano la memoria de San Saturio, especialmente venerado en la ciudad de Soria. La tradición sitúa a San Saturio como un eremita soriano que vivió en la segunda mitad del siglo VI. Su muerte se data hacia el año 570, aunque la Historia no tiene suficientes datos escritos como para reconstruir de manera fiable los detalles de su vida.
Al parecer, Saturio procedía de una familia de nobles y ricos visigodos. Cuando sus padres murieron repartió sus bienes entre los pobres, siguiendo los consejos evangélicos y se retiró a una cueva en la Sierra de Santa Ana, donde llevó una vida de oración continua y de contemplación y construyó un oratorio en honor del Arcángel San Miguel, del que era muy devoto.
San Saturio recibió cuando ya era una anciano la visita de Prudencio atraído por la fama de santo de que gozaba Saturio. Durante siete años le enseñó las virtudes evangélicas, hasta que murió. Prudencio le enterró allí en la cueva y volvió a La Rioja, donde siguió evangelizando y fue posteriormente elegido Obispo de Tarazona. San Prudencio quiso volver a la cueva de Saturio para rendirle un homenaje, y organizó una peregrinación para venerar las reliquias de su maestro, a quien desde entonces tuvieron por santo. Así fue como Saturio, por aclamación popular se elevó a los altares, práctica aprobada por la Iglesia entonces.
Hay documentos conservados en el archivo de la Santa Iglesia Concatedral de Soria de los que se deduce el culto que desde entonces se tributó a San Saturio en esta ciudad. También se sabe que en Soria hubo una parroquia dedicada a San Prudencio, sin duda por su relación con San Saturio. Su pila bautismal se conserva en los claustros de la Concatedral de San Pedro.
El siguiente reportaje nos muestra su célebre ermita en Soria.
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