Santos Tomás Moro y Juan Fisher |
La Torre de Londres es un castillo situado en la ribera norte del río Támesis en el centro de Londres. Se encuentra dentro del distrito londinense de Tower Hamlets, separado del límite norte de la ciudad por un espacio abierto conocido como Tower Hill. Se fundó hacia finales de 1066 como parte de la conquista normanda de Inglaterra. La Torre Blanca, que da nombre al castillo entero, fue construido por Guillermo el Conquistador en 1078, convirtiéndose en símbolo de la opresión en Londres por parte de la nueva élite gobernante. Desde al menos 1100, el castillo fue usado como prisión, aunque no era este el propósito primario.
En conjunto, la Torre es un complejo de varios edificios situado dentro de dos anillos concéntricos de muros defensivos y un foso; el castillo se amplió en varias fases, sobre todo bajo el mandato de Ricardo Corazón de León, Enrique III y Eduardo I en los siglos XII y XIII. La disposición general de finales del siglo XIII se ha mantenido a pesar de la actividad posterior. La Torre de Londres ha representado un destacado papel en la historia de Inglaterra. Fue sitiada en varias ocasiones y tenerla controlada era importante para controlar el país. La torre ha servido como armería, tesorería, casa de fieras, Real Casa de la Moneda, registros públicos, y casa de las joyas de la Corona del Reino Unido.
Desde inicios del siglo XIV hasta el reinado de Carlos II, se organizaba una procesión desde la torre hasta la abadía de Westminster en la coronación de un nuevo monarca. Cabe destacar que en ausencia del monarca, el guardia de la torre es el encargado del castillo (la de guardia era una posición de confianza en el periodo medieval). A finales del siglo XV, el castillo se convirtió en prisión. Bajo el reinado de los Tudor, la torre se usó menos como residencia, y a pesar de los intentos por refortificar y reparar el castillo, el desarrollo de sus defensas quedaron atrás por dedicarse a la artillería. El apogeo del uso del castillo como prisión sobrevino en los siglos XVI y XVII, cuando personajes como Isabel I (antes de convertirse en reina) cayeron en desgracia y fueron retenidas entre estos muros. Este uso ha derivado en el dicho «enviar a la Torre» como sinónimo de «enviar a prisión».
Aquí vivieron, en prisión, sus últimos días los santos Tomás Moro y Juan Fischer, cuyo martirio en fidelidad a la Iglesia celebramos en este día.
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