Estamos hoy recordando la santidad de san Buenaventura. Influyó en su época no sólo a través de su especulación teológica, sino también mediante su acción de gobierno, tanto en la Orden de los Franciscanos, como en la vida de la Iglesia Universal. Un aspecto importante es su participación en el Concilio de Lyon, que trató de realizar la unidad con los ortodoxos.
Gregorio X encomendó a San Buenaventura la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión con los griegos ortodoxos, pues el emperador Miguel Paleólogo había propuesto la unión a Clemente IV. Los más distinguidos teólogos de la Iglesia asistieron a dicho Concilio. Como se sabe, santo Tomás de Aquino murió cuando se dirigía a él. San Buenaventura fue, sin duda, el personaje más notable de la asamblea. Llegó a Lyon con el Papa, varios meses antes de la apertura del Concilio. Entre la segunda y la tercera sesión reunió el capítulo general de su orden y renunció al cargo de superior general. Cuando llegaron los delegados griegos, el santo inició las conversaciones con ellos y la unión con Roma se llevó a cabo. En acción de gracias, el Papa cantó la misa el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo. La epístola, el evangelio y el credo se cantaron en latín y en griego y San Buenaventura predicó en la ceremonia.
El Concilio de Lyon fue convocado en 1272 por el papa Gregorio X. Se desarrolló en seis sesiones a las que asistieron unos quinientos obispos, sesenta abades y más de mil prelados o sus procuradores. También estuvieron presentes Jaime I de Aragón, el embajador del emperador Miguel VIII Paleólogo con miembros del clero griego, y los embajadores de los reyes de Alemania, Hungría, Inglaterra, Escocia, Francia y Sicilia. Especial trascendencia tuvo la presencia de los embajadores del Khan de los Tártaros cuyo reino, situado a espalda del Islam, abría la posibilidad de atenazar a los musulmanes entre dos frentes.
Las sesiones se celebraron en la Catedral de Lyon. Su construcción comenzó en el siglo XII. Las partes más bajas del ábside, las capillas de ambos lados y el transepto fueron construidos entre 1165 y 1180 en estilo Románico. El techo del ábside y el transepto en estilo Gótico, las dos torres orientales, los primeros cuatro tramos de la nave y la bóveda fueron completados entre el siglo XII y el primer tercio del siglo XIII.
A mediados del siglo XIII, las ventanas del coro y los dos rosetones del transepto fueron completados. Entre finales del siglo XII y el primer tercio del siglo XIV, los últimos cuatro tramos y la parte más baja de la fachada fueron completadas. El final del siglo XIV presenció la terminación de los últimos tramos de la bóveda y los rosetones de la fachada en 1392. En el siglo XV, la parte superior de la fachada y las torres fueron completadas. La estatua de Dios Padre fue ubicada en la parte más alta del frontón en 1481. La capilla de los Borbones (nombrada así por los arzobispos que ordenaron su construcción), de un estilo Gótico tardío, fue construida entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI.
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