viernes, 3 de marzo de 2017

Torres del Rio



 En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: - «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: -«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.» 
Mateo 9, 14-15

Leyendo el Evangelio de hoy me ha venido a la memoria la Iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Rio. Es una pequeña, preciosa y singular iglesia románica, construida hacia el año 1170. Se piensa que pudo ser una construcción de la Orden del Santo Sepulcro y que su arquitectura peculiar evocase el Santo Sepulcro de Jerusalén.

Es de planta octogonal y rematada por una cúpula, ésta se alza sobre el cuerpo principal del edificio y se puede decir que es de influencia califal, con ocho arcos apuntados que se entrecruzan sin unirse en el centro, de tal modo que que dejan en el medio un espacio ochavado que a su vez se abre con bóveda cupuliforme y sirve de base a la torre superior que se remata con una linterna también de ocho lados. La cúpula del cuerpo central es un elemento de gran singularidad, elevando hacia lo alto el espíritu y haciendole perder, casi,  el sentido de la gravedad.

El ábside se abre al cuerpo octogonal por un arco triunfal apuntado y doblado. Hay que fijarse bien en sus dos capiteles pues su iconografía está muy relacionada con la función funeraria que se le supone a esta iglesia. En efecto, en estos capiteles aparece la escena del Descendimiento de Cristo, momento que representa el dolor de la muerte y en el otro la Resurrección con las tres Marías ante el sepulcro vacío, que simboliza la esperanza en la vida eterna y el triunfo sobre la muerte.

Esta singular construcción se encuentra en el camino de Santiago a su paso por de Torres del Río , Navarra. Llama la atención por la armonía entre sus medidas básicas y sus elementos de alzado; es un raro ejemplo del arte medieval pues, frente a la horizontalidad y pesadez del románico, en este pequeño templo todo conduce a la verticalidad y elevar los ojos a lo alto para recibir gracia y misericordia.

Preside el templo un crucifijo de gran realismo con corona real y cuatro clavos (s. XIII). Es la imagen del Novio que espera a los invitados a la boda y por cuya ausencia hoy ayunamos a la espera gozosa del encuentro Pascual.


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