En la memoria del mártir san Sebastián, vamos a visitar las Catumbas de Roma que llevan su nombre, y que constituyen uno de los pocos cementerios cristianos que permanecen accesibles (de los cuatro pisos originales el primero está casi completamente destruido). Se encuentra en la ciudad de Roma.. Con el pasar del tiempo san Sebastián, mártir sepultado aquí, acabó dar su nombre al Cementerio, que en sus orígenes fue llamado «ad catacumbas», o sea, “junto a la hondonada”, pues allí existían canteras de toba volcánica. Y resultó que este nombre sirvió después para designar todos los cementerios subterráneos cristianos. Otro nombre dado en la antigüedad a estas catacumbas fue el de “Memoria Apostolorum”, en razón del culto dado a los apóstoles Pedro y Pablo.
Este lugar funerario, desde el siglo primero, ha tenido diversos usos.Las hondonadas y las galerías arenarias, de hecho fueron utilizadas para abrir sepulturas (nichos), tantos paganos como cristianos; fueron construidos diversos columbarios y, por lo menos, dos edificios residenciales con bellas decoraciones en las paredes. Hacia la mitad del siglo segundo quedó cegada la región del arenario. Esto permitió la construcción de tres mausoleos (el de Clodius Hermes, de los Innocentores y de la Hacha), en los que fueron sepultados miembros de la Iglesia cristiana.
Esta zona quedó de nuevo enterrada, y sobre ella se construyó un pórtico limitado por un muro (“triclia”). En este muro se han descifrado innumerables grafitos con invocaciones a Pedro y Pablo, ya que, alrededor del año 258, el culto de los apóstoles era muy vivo en este lugar. El Emperador Constantino (306-337) hizo construir una gran basilica en forma de circo romano dedicada a los apóstoles. Desde el siglo tercero, se fue excavando la catacumba donde se dió sepultura, como indican las fuentes, a los mártires Sebastián y Eutiques.
En la nave central de la Basílica primitiva, reconstruida en el año 1933 sobre restos antiguos, se pueden contemplar a la izquierda los canales de comunicación con la nave mediana de la iglesia actual, murales del siglo XII y el exterior del ábside de la Capilla de las reliquias; hay sarcófagos enteros y también fragmentos (la mayoría del siglo IV) que han ido encontrándose por medio de excavaciones.
Se desciende por una escalera en las galerías donde hay varios cubículos (especial importancia tienen las pinturas de fines del siglo IV del cubículo de Jonás, cuyo ciclo es representado en cuatro escenas). Se llega a la Cripta de San Sebastián, que tiene un altar de mesa que se encuentra sobre el mismo lugar del anterior (todavía quedan algunos restos de la base) y el busto de san Sebastián atribuido a Bernini. Luego se llega a la plazoleta, bajo la cual se encuentra una cavidad de arena al que quizás se debe el nombre de ad catacumbas que tuvo este cementerio y que se extendió después a los demás.
Sobre la plazoleta se abren tres mausoleos de la segunda mitad del siglo II utilizados en tiempos posteriores. El primero a la derecha, decorado externamente con pinturas (banquetes fúnebres, el milagro del endemoniado de Gerasa), conserva la inscripción con el nombre del propietario: Marcus Clodius Hermes; el interior, con sepulturas inhumadas y pinturas, está decorado con la cabeza de una gorgona.
El segundo, llamado de los más inocentes en cuanto propiedad de un colegio funerario, presenta un descenso decorado con estucos; en algunos vanos hay inscripciones griegas con caracteres latinos y un pintado con las iniciales de las palabras griegas que significan Jesucristo, hijo de Dios Salvador.
A la izquierda está el mausoleo del hacha, por el arnés que figura hacia fuera, cuya decoración está formada por sarmientos de vid que salen del kantharoi puestos encima de pilastras falsas.
De la plazoleta se sube a un ambiente, colocado cerca de la mitad de la basílica y cortado desde arriba por la construcción de la misma: la así llamada Triclia, lugar cubierto por un techo donde se celebraban banquetes fúnebres; las paredes del vano muestran cientos de dibujos realizados por devotos, realizados hacia la segunda mitad del siglo III e inicios del IV, contienen invocaciones a los apóstoles san Pedro y san Pablo.
De la triclia se pasa, por un vano, a las estancias alrededor del ábside: aquí se ordena una colección de epígrafes y una muestra completa de los mausoleos, de la triclia y de la basílica constantiniana; a continuación se baja a la platónica, construcción posterior a la misma basílica que se pensaba que era el lugar de la sepultura temporal de los dos apóstoles y que, como probaron las excavaciones realizadas en el año 1862 fue el mausoleo del mártir Quirino de Roma, obispo de Scoscia en Panonia, y que fue trasladado a Roma en el siglo V. A derecha de la platonica, se encuentra la capilla de Honorio III, adaptada en el vestíbulo del mausoleo.
me ha servido demasiado gracias
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