Oseira, derivación de Ursus latino, equivalente a oso, alude al lugar abrupto donde se halla enclavado el monasterio, en una concavidad de la sierra Martiñá, en la margen derecha del río del mismo nombre. Se halla situado en la provincia de Orense, a 34 kms, de distancia, ayuntamiento de Cea, muy próximo al sitio donde se junta esta provincia con las de Pontevedra y Lugo.
Comenzó su andadura histórica el año 1137, cuando un pequeño núcleo de monjes se retiró a la soledad para vivir la experiencia de Dios, integrándose en la orden del Císter en 1141, bajo la dependencia de Claraval. En un principio comenzaron con edificios muy modestos que fueron ampliándose a medida que fue desplegando el potencial económico de la casa, merced a las continuas donaciones que se les hizo, y a las compras efectuadas por los propios monjes.
El templo monástico, construido en las últimas décadas del s.XII y en las primeras del XIII, de amplias proporciones, está concebido para una comunidad respetable, lo que delata un número considerable de monjes, ya que es de las mayores iglesias de la orden en España. La comunidad mostró a su vez una vitalidad espiritual pujante desde el primer momento, debido al hecho de haber convivido en Oseira san Famiano, peregrino alemán que en 1142 abrazó la vida monástica, falleciendo santamente en 1150 en Galesse (Italia), de cuya ciudad es patrono. Su cuerpo se halla incorrupto en la basílica que tiene dedicada en dicha ciudad.
Oseira atravesó por un período crucial en el s.XV, época difícil en la historia de la Iglesia, a la que sucedió otra peor en 1513, con la llegada de los abades comendatarios, personas extrañas a la abadía que la llevaron al borde de la desaparición. Menos mal que duró poco tiempo, porque de lo contrario, hubiera desaparecido el monasterio como tantos otros. A todo puso fin en 1545 la Congregación de Castilla, tan mal enjuiciada hoy por algunos historiadores que la desconocen. Es pena que se vengan copiando sin más tópicos ligeros sin fundamento alguno.
En 1552 sufrió el monasterio un incendio horroroso, que redujo a cenizas todos los edificios, fuera del templo. Eran unas circunstancias críticas en que se planeaba en Valladolid una nueva casa, y como ninguna abadía se comprometía a enviar monjes, creyeron muchos que era buena ocasión trasladar la comunidad de Oseira a ocupar la nueva casa proyectada, dejando en el monasterio sólo un pequeño contingente de monjes para atender a los colonos y cuidar de la hacienda. Mas todos los planes quedaron desbaratados ante los argumentos del abad de Oseira, fray Marcos del Barrio. Se desistió del traslado, y se inició la reconstrucción del monasterio en el mismo sitio que tuvo siempre con la grandiosidad que hoy todos pueden admirar.
La invasión napoleónica no dejó sentir en Oseira su peso demoledor, como en otros monasterio -aunque si en alguno de los prioratos que sufrieron saqueos- quizá por su situación alejada de las principales vías de comunicación y por ser difícil el acceso en aquellos tiempos. Debido a ello, buscaron refugio en el monasterio no pocos monjes dispersos de sus casas, así como el general de la Congregación de Castilla y el obispo de Salamanca, fray Gerardo Vázquez, que era monje del Císter.
En 1820 en cambio, cuando el período constitucional, sucedió todo lo contrario: fueron expulsados los monjes y el monasterio quedó a merced de las turbas que lo asaltaron y saquearon por completo. Cuando regresaron en 1823, se encontraron con un caserón desmantelado, carente de puertas, ventanas y mueblaje. A consecuencia de la desamortización, todos los monjes fueron arrojados de los monasterios, con prohibición expresa de poder volver a reunirse en corporación. En esta ocasión desapareció para siempre la congregación de Castilla, de brillante historial, la rama más culta de toda la orden.
http://www.mosteirodeoseira.org/monasterio/resena.html#origen
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