viernes, 7 de junio de 2013

Cerro de los Ángeles


El Cerro de los Ángeles ocupa el punto central del mapa de la Península: en él se alza el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Junto a la Ermita de la Virgen de los Ángeles, de la cual recibe el nombre el Cerro. Ésta fue edificada por Alfonso VI, tras la toma de Madrid, en el siglo XI.

La ermita fue destruida a finales del siglo XIV, levantándose posteriormente sobre el mismo lugar la que hoy se conserva y en ella se venera a la Santísima Virgen en su advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, una talla de 1610, patrona de la Diócesis y del pueblo de Getafe, 


El monumento primitivo, fue obra conjunta del arquitecto Carlos Maura Nadal y del escultor Aniceto Marinas y García.

Monumento del Corazón de Jesús y Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles
(Vista del Monumento, 1919)
El 30 de mayo de 1919, el rey Alfonso XIII inauguraba solemnemente el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, Centro geográfico de España.


En aquella celebración el pueblo español, por boca de su monarca, se consagró al Sagrado Corazón. "Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de sus hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la ciencia y de las letras y en nuestras leyes e instituciones", fueron algunas de las palabras que resonaron entre la multitud que acudió al acto.


El 26 de octubre de 1926 la santa Madre Maravillas fundo un Carmelo que aún hoy sigue siendo un lugar de intensa oración y entrega generosa a Dios.

El monumento al Corazón de Jesús fue destruido el 7 de agosto de 1936, primer viernes de mes. 

La obra que hoy se contempla, del monumento al Corazón de Jesús, es réplica de la anterior, inaugurada en 1919, aunque de mayor tamaño, comenzó a edificarse en 1944 según el proyecto de los arquitectos Pedro Muguruza y Luis Quijada Martínez. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús (11,50 m.) y su pedestal (26 m) obra de Aniceto Marinas, junto con los grupos escultóricos de la base, obra de Fernando Cruz Solís, fue inaugurado en el año 1965. Diez años más tarde, en 1975, se inauguraba la cripta, obra no existente en el proyecto anterior.


El monumento muestra a Cristo, con los brazos abiertos, invitando a todos los hombres a ir hacia El. Los dos grupos de la parte delantera son repetición, aunque de distinto estilo y orden de las figuras, de los que existían en el Monumento antiguo: la Iglesia militante y la Iglesia triunfante. Los dos grupos de la parte posterior representan la España defensora de la fe y la España misionera 

jueves, 6 de junio de 2013

Premontre


La  Abadía de Prémontré cuna de la orden Premostratense, fundada por san Norberto en el siglo XII, cuya memoria celebramos hoy, está situada en Prémontré, al noreste de Francia, a unos veinte kilómetros al oeste de Laon.

Fundada en 1120 en una zona baldía de la abadía de Saint Vincent y que los monjes habían intentado cultivar en vano. En la carta de la donación del lugar por el obispo de Laon, Bartolomé de Jur, fue llamado "Præmonstratus", o "monstratum del pratum" ("Pré-montré" o Prémontré), probablemente aludiendo a un claro en el bosque. El nombre se prestó fácilmente al significado adaptado de locus praemonstratus.



Venit ad locum vere juxta nomen suum, a Domino premonstratum, electum et prædestinatum

El 28 de abril de 1122, Bartolomé de Lisiard obispo de Soissons, consagró la iglesia y la comunidad tomó el nombre de Prémontrés (Premonstratenses) o Norbertinos. Una antigua tradición dice que el obispo de Laon visitó Prémontré a mediados de enero y que dio el hábito blanco a san Norberto el 25 del mismo mes, en la fiesta de la Conversión de San Pablo.


Al concluir el Sínodo de Lieja, en 1131, el Papa Inocencio II y San Norberto viajaron a Laon, donde se encontraron con el obispo Bartolomé. También visitaron la abadía observando su rápido crecimiento, con unos quinientos religiosos (sacerdotes, clérigos y hermanos laicos), bajo el abad Hugues de Fosses.

En el Capítulo General de 1141 se decidió suprimir los conventos de monjas por lo menos a una legua de distancia de las abadías de los hombres, contrariamente a las costumbres premonstranenses de establecer monasterios mixtos femeninos y masculinos. Hugues murió el 10 de febrero de 1161 y fue sucedido por Felipe, abad de Belval en el bosque de Argonne. El posterior abad Juan II fundó en 1252 un colegio de estudios para clérigos norbertinos en la Universidad de París.

A la muerte de Virgilius, cuadragésimo tercer abad general de Prémontré, el cardenal Francisco de Pisa fue nombrado abad comendatario de Prémontré; en 1535 tomó posesión de la abadía y todos sus ingresos. Le sucedió el cardenal Hipólito II d'Este, el legado del Papa en Francia, que mantuvo la abadía "in commendam" hasta que murió en 1572. Taiée llama a estos dos cardenales Les fléaux de Prémontré (los flagelos de Prémontré). A la muerte del cardenal d'Este, Jean Des Pruets, Doctor por la Sorbona, fue elegido, y su elección confirmada por el Papa Gregorio XIII el 14 de diciembre de 1572. Con gran capacidad, Des Pruets emprendió la difícil tarea de reparar las pérdidas financieras y la promoción de la disciplina conventual en Prémontré y otras casas de la orden. Murió el 15 de mayo de 1596, y fue sucedido por otros dos abades más, Longpré y Gosset, hasta tomar el cargo de abad comendatario el Cardenal Richelieu.

El último abad general, L'Ecuy, fue elegido en 1781. Durante la Revolución francesa, la abadía fue confiscada, suprimida y vendida a particulares; se demolieron varios edificios y el material vendido.


Tras pasar la propiedad por varias manos, fue comprada por Paul-Armand de Cardon de Garsignies, obispo de Soissons, cuyo sucesor la vendió al departamento de Aisne, reconvirtiéndose los edificios en un asilo primero, y posteriormente en un hospital psiquiátrico, fundado en 1867, que ocupa casi la totalidad de las instalaciones excepto la iglesia dedicada a San Noberto.


miércoles, 5 de junio de 2013

El Monte Athos III

Llegamos a la tercera parte del reportaje sobre los monjes del Monte Athos. Es muy interesante hoy la descripción de la vida espiritual y litúrgica de estos monjes, nuevamente tan similar a la de los monjes occidentales.

martes, 4 de junio de 2013

El Monte Athos II

Sigue el reportaje que comenzamos ayer sobre el monacato ortodoxo del Monte Athos. Muchos de los aspectos que se nos muestran, como la comida en el refectorio, el papel del superior (higúmeno) como padre espiritual del monasterio al que se debe obediencia, o la vida especial de los ermitaños, son elementos comunes de toda la tradición monástica cristiana, incluida también la occidental. Por eso, resulta especialmente interesante los muchos vínculos comunes que nos unen a católicos y ortodoxos, especialmente en lo que a la vida monástica se refiere.

lunes, 3 de junio de 2013

El Monte Athos I

Los cristianos ortodoxos tienen como uno de sus grandes centros espirituales el complejo de monasterios que se encuentra en el llamado Monte Athos, al extremo de la península Calcídica, cuyo primer asentamiento data del año 963. Forman un estado autónomo acogido dentro del Estado griego, denominado República Monástica. Es interesante comprobar cómo, a pesar de los siglos y de las dificultades de la ocupación otomana, el Monte Athos sigue resplandeciendo como un lugar cristiano de alabanza continua al Señor, como uno de los más importantes centros espirituales cristianos, y como un foco de floreciente monacato cristiano dentro de la opulenta y descreída sociedad europea. En tres partes, podremos ver esta semana un reportaje muy interesante, que nos acerca a la realidad del Monte Athos.

domingo, 2 de junio de 2013

San Juan de Ortega

Tumba de San Juan de Ortega

Hoy recuerda la Iglesia a Juan de Quintanaorduño, más conocido como san Juan de Ortega, uno de esos santos olvidados que vivió entre 1080 a 1163. De joven, fue discípulo de santo Domingo de la Calzada, colaborando en sus obras de caridad en favor de los peregrinos a Santiago. A la muerte de su maestro en 1109, decidió peregrinar a Tierra Santa. Pero, a su regreso, la embarcación naufragó. encomendó su vida a san Nicolás de Bari, y en acción de gracias por su salvamento, hizo voto de construirle una capilla. Así lo verificó en un lugar de los Montes de Oca lleno de ortigas (ortega), siendo el núcleo inicial de lo que después sería el Monasterio de San Juan de Ortega. Cuidó la Calzada desde Logroño a Burgos, construyendo varios de sus puentes. Sobre la Capilla de San Nicolás dejó una comunidad de canónigos regulares bajo la Regla de san Agustín. Falleció en Nájera, a una edad muy avanzada, en 1163. Sus restos fueron trasladados al monasterio por él fundado.

Esa comunidad religiosa estuvo bajo la protección del Romano Pontífice hasta el año 1431,en el que debido a la decadencia en el que se encontraba, fue cedido a la pujante Orden de san Jerónimo, que lo hizo florecer hasta su definitiva supresión, durante la Exclaustración decretada por Mendizábal,en 1836.


San Juan de Ortega ha conocido un cierto renacimiento debido al resurgir de las peregrinaciones jacobeas, y a la callada y excelsa labor de un benemérito sacerdote, don José María alonso Marroquín, que en aquella soledad se estableció para ayudar, como hiciera su antepasado, a los peregrinos.

El conjunto combina elementos románicos, con otros del primer renacimiento. Se debe no sólo a la labor de los monjes jerónimos, sino también al hecho de que San Juan de Ortega fue considerado como intercesor para tener hijos, lo cual motivó que Isabel la Católica acudiese a la tumba del santo para pedirle este favor. Nació, efectivamente el efímero príncipe que recibió el nombre del Santo, Juan, y en agradecimiento, la reina católica sufragó la construcción de una magnífica capilla.

sábado, 1 de junio de 2013

Tumba de san Justino en San Lorenzo Extramuros

San Justino fue el primer filósofo cristiano, que trató mediante sus Apologías de mostrar la verdad de la fe cristiana. Fue martirizado en Roma. En la Basílica de San Lorenzo Extramuros se conservar una tumba, que se dice contiene algunas reliquias del santo mártir. Los siguientes reportajes nos muestras la Basílica romana, y unas tomas de la tumba del santo.




El Papa Benedicto XVI, en la Audiencia de 21 de marzo de 2007, expuso en su catequesis la vida y doctrina del santo:

Justino había nacido en torno al año 100, en la antigua Siquem, en Samaría, en Tierra Santa; buscó durante mucho tiempo la verdad, peregrinando por las diferentes escuelas de la tradición filosófica griega. Por último, como él mismo cuenta en los primeros capítulos de su «Diálogo con Trifón», misterio personaje, un anciano con el que se había encontrado en la playa del mar, primero entró en crisis, al demostrarle la incapacidad del hombre para satisfacer únicamente con sus fuerzas la aspiración a lo divino. Después, le indicó en los antiguos profetas las personas a las que tenía que dirigirse para encontrar el camino de Dios y la «verdadera filosofía». Al despedirse, el anciano le exhortó a la oración para que se le abrieran las puertas de la luz. 

La narración simboliza el episodio crucial de la vida de Justino: al final de un largo camino filosófico de búsqueda de la verdad, llegó a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde iniciaba gratuitamente a los alumnos en la nueva religión, considerada como la verdadera filosofía. En ella, de hecho, había encontrado la verdad y por tanto el arte de vivir de manera recta. Por este motivo fue denunciado y fue decapitado en torno al año 165, bajo el reino de Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien Justino había dirigido su «Apología».

Las dos «Apologías» y el «Diálogo con el judío Trifón» son las únicas obras que nos quedan de él. En ellas, Justino pretende ilustrar ante todo el proyecto divino de la creación y de la salvación que se realiza en Jesucristo, el «Logos», es decir, el Verbo eterno, la Razón eterna, la Razón creadora. Cada hombre, como criatura racional, participa del «Logos», lleva en sí una «semilla» y puede vislumbrar la verdad. De esta manera, el mismo «Logos», que se reveló como figura profética a los judíos en la Ley antigua, también se manifestó parcialmente, como con «semillas de verdad», en la filosofía griega. Ahora, concluye Justino, dado que el cristianismo es la manifestación histórica y personal del «Logos» en su totalidad, «todo lo bello que ha sido expresado por cualquier persona, nos pertenece a nosotros, los cristianos» (Segunda Apología 13,4). De este modo, Justino, si bien reprochaba a la filosofía griega sus contradicciones, orienta con decisión hacia el «Logos» cualquier verdad filosófica, motivando desde el punto de vista racional la singular «pretensión» de vedad y de universalidad de la religión cristiana.