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martes, 12 de marzo de 2019

La Trinidad en el Retablo de la Cartuja de Miraflores


Este martes primero de cuaresma contemplamos, de forma especial, el misterio de la Santísima Trinidad, no sólo de forma especulativa, sino sobre todo mediante la oración. En el Evangelio Jesús nos enseña a orar, llamando a Dios Padre. El Espíritu Santo nos mueve, cada vez que oramos, a confiar en Dios como Padre nuestro, que nos lo ha dado todo a través de Jesucristo, su Hijo.


Por eso, queremos visitar hoy a través de esta entrada uno de los retablos más sorprendentes del arte medieval: el de la Cartuja de Miraflores, la genial obra de Diego de Siloé, en la que se representa la Trinidad, en el centro de un círculo, en torno a la Cruz. La vigilia de Navidad de 1499 se acababa de asentar el retablo mayor de la cartuja de Miraflores completando, así, el presbiterio de la elegante iglesia de los Colonia y convirtiéndolo, definitivamente, en uno de los máximos puntos de referencia del último gótico europeo. Tres años antes habían dado comienzo las obras, siendo responsables de todo, una vez más, maestre Gil y Diego de la Cruz.


Gil de Silóe creó una forma que, una vez más, parece no tener precedentes claros en la escultura. Esquemas parciales, como los círculos inscritos en otro mayor, que es la rueda de los ángeles que rodean al Crucificado, pueden encontrarse sobre todo en la miniatura. La idea general se asemeja a un gran tapiz. En conjunto obedece a un esquema geométrico muy riguroso y fue necesario crear una estructura, mucho más complicada que la del retablo de la catedral de Burgos, como soporte de todas las imágenes. El rectángulo total se divide en dos muy claramente diferenciados. El superior se centra en la Crucifixión, donde Cristo es el eje de simetría principal. La rueda de ángeles mayor es tangente arriba y abajo y otras cuatro menores se sitúan en los ángulos, ocupadas por los evangelistas. La Cruz divide en cuatro partes la central de modo que cada una de éstas sea ocupada por nuevos círculos. En la zona inferior predominan las verticales, potenciadas por cuatro figuras de santos de considerable tamaño. La zona limitada por ellas se divide en dos pisos, con círculos en el superior y rectángulos en el inferior.


La monumental Crucifixión está en la misma línea y el pelicano sobre la cabeza de Cristo, además de ser figura suya en múltiples contextos contemporáneos, resalta el sentido sacrificial y soteriológico general. La presencia de la Trinidad es notable por su modo de representación en lo que afecta a la humanizada personalidad del Espíritu, en forma femenina, que flanquea la Cruz como el Padre.

martes, 24 de febrero de 2015

La Trinidad en el Retablo de la Cartuja de Miraflores


Este martes primero de cuaresma contemplamos, de forma especial, el misterio de la Santísima Trinidad, no sólo de forma especulativa, sino sobre todo mediante la oración. En el Evangelio Jesús nos enseña a orar, llamando a Dios Padre. El Espíritu Santo nos mueve, cada vez que oramos, a confiar en Dios como Padre nuestro, que nos lo ha dado todo a través de Jesucristo, su Hijo.


Por eso, queremos visitar hoy a través de esta entrada uno de los retablos más sorprendentes del arte medieval: el de la Cartuja de Miraflores, la genial obra de Diego de Siloé, en la que se representa la Trinidad, en el centro de un círculo, en torno a la Cruz. La vigilia de Navidad de 1499 se acababa de asentar el retablo mayor de la cartuja de Miraflores completando, así, el presbiterio de la elegante iglesia de los Colonia y convirtiéndolo, definitivamente, en uno de los máximos puntos de referencia del último gótico europeo. Tres años antes habían dado comienzo las obras, siendo responsables de todo, una vez más, maestre Gil y Diego de la Cruz.


Gil de Silóe creó una forma que, una vez más, parece no tener precedentes claros en la escultura. Esquemas parciales, como los círculos inscritos en otro mayor, que es la rueda de los ángeles que rodean al Crucificado, pueden encontrarse sobre todo en la miniatura. La idea general se asemeja a un gran tapiz. En conjunto obedece a un esquema geométrico muy riguroso y fue necesario crear una estructura, mucho más complicada que la del retablo de la catedral de Burgos, como soporte de todas las imágenes. El rectángulo total se divide en dos muy claramente diferenciados. El superior se centra en la Crucifixión, donde Cristo es el eje de simetría principal. La rueda de ángeles mayor es tangente arriba y abajo y otras cuatro menores se sitúan en los ángulos, ocupadas por los evangelistas. La Cruz divide en cuatro partes la central de modo que cada una de éstas sea ocupada por nuevos círculos. En la zona inferior predominan las verticales, potenciadas por cuatro figuras de santos de considerable tamaño. La zona limitada por ellas se divide en dos pisos, con círculos en el superior y rectángulos en el inferior.


La monumental Crucifixión está en la misma línea y el pelicano sobre la cabeza de Cristo, además de ser figura suya en múltiples contextos contemporáneos, resalta el sentido sacrificial y soteriológico general. La presencia de la Trinidad es notable por su modo de representación en lo que afecta a la humanizada personalidad del Espíritu, en forma femenina, que flanquea la Cruz como el Padre.

miércoles, 25 de junio de 2014

Calvario del Retablo de la Cartuja de Miraflores


A las afueras de la ciudad de Burgos se encuentra la Cartuja de Miraflores, fundada en el siglo XV para servir de lugar de entierro del rey Juan II de Castilla, de su esposa doña Isabel de Portugal, y del hijo de ambos, el infante don Alfonso, hermano de la reina Isabel la Católica.


Entre otras maravillas, destaca dentro del templo el magnífico retablo, tallado por Gil de Siloé y policromado y dorado por Diego de la Cruz (cuyo oro provenía de los primeros envíos del continente americano tras su descubrimiento). Se trata sin duda de una de las obras más importantes de la escultura gótica hispana, por su originalidad compositiva e iconográfica y la excelente calidad de la talla, valorada por la policromía.


El sacerdote que celebra la Eucaristía sobre el altar mayor, al levantar los ojos durante la consagración, se encuentra con la mirada del Cristo crucificado, cuyos ojos miran directamente al altar. Se trata de una de las visiones más impresionantes que puede tener un sacerdote, cuando eleva en sus manos al Señor sacramentado.

sábado, 22 de junio de 2013

La Cartuja de Granada

Si ayer nos referíamos a un célebre lugar en el que durante siglos alabaron a Dios los monjes, hoy vamos a repetir argumento con otro lugar en el que ya no reina el silencio ni la soledad de los cartujos: la que fuera Cartuja de Granada. Iniciada su construcción poco después de la toma de la capital del reino nazarí, en 1506, sufrió como todos los demás monasterios españoles la exclaustración de sus monjes en el año 1835.

Si el monasterio llama la atención por su austeridad, de blancos yesos y hermosos azulejos, el templo es de una espectacularidad barroca difícil de superar. Detrás del altar mayor, centrado en la adoración de la Eucaristía, se encuentra el Sancta Sanctorum, prodigio barroco de luz y escultura.