jueves, 15 de mayo de 2014

Ermita de San Isidro de Madrid


Está situada al borde del río Manzanares, en la margen derecha, al otro lado de las ermitas de la Virgen del Puerto y de San Antonio de la Florida. El lugar donde se ubica la ermita fueron unas tierras pertenecientes a Iván de Vargas en Carabanchel. Vargas era el patrón que contrató a San Isidro como pocero y labrador. El manantial existía ya desde el siglo XII, en vida de San Isidro.

El manantial (o quizás pozo) data del siglo XII, por lo tanto en tiempos de San Isidro, del que ya tienen noticias de sus aguas milagrosas. La tradición popular atribuye uno de los milagros de San Isidro a este pozo, creado para calmar la sed de su amo: Iván de Vargas durante una calurosa tarde de verano. El manantial fue creado espontáneamente al clavar su aguijada en el suelo.

La romería asociada al santo, anterior a la construcción de la ermita, ya consistía en ir a beber el agua milagrosa que brotaba de la fuente. Tras esta peregrinación de comienzo de la primavera, los madrileños se explayaban a lo largo de la pradera cercana, como nos muestra el célebre cuadro de Goya.

La primera ermita de San Isidro data del año 1528, y se construyó por iniciativa de Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I. El motivo fue el agradecimiento al santo por haber curado las aguas de un manantial a su hijo, el príncipe Felipe, unas peligrosas fiebres (cuartanas) que contrajo.


La segunda ermita fue reconstruida en el año 1725, bajo la vigilancia del Marqués de Valero, Baltasar de Zúñiga. A su muerte se creó la Congregación Sacramental de la parroquia de San Andrés. Para facilitar el acceso a la ermita la Congregación Sacramental decide construir un puente de barcas, denominado posteriormente como pontón de San Isidro.

Es un sencillo templo, de luminosidad interior, con planta de salón, nave única de tres tramos cubierta por bóvedas de cañón sobre arcos fajones con lunetas laterales, coro y pórtico a los pies, y altar bajo retablo. El exterior de la ermita es simple y elegante y muestra, sobre el atrio, una fachada a modo de espadaña-campanario rematada con frontón triangular.

Durante el transcurso de la Guerra Civil la iglesia fue incendiada y los retablos de su interior fueron seriamente dañados. La misma ermita estuvo ubicada a escasos kilómetros del frente de batalla. Fue reconstruida posteriormente con el empleo de altares neobarrocos en su interior. Pasó a depender de la cercana parroquia de San Fulgencio y San Bernardo.

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