miércoles, 20 de febrero de 2013

Roda de Isábena

Existe en un recóndito lugar de los Pirineos un pueblo, Roda de Isábena, que un día fue capital del condado de Ribagorza, lugar de refugio de los cristianos y sede de la diócesis que después se trasladaría a la reconquistada Lérida. La dificultad en el acceso a dicho pueblo se explica, precisamente, por haber sido en los difíciles momentos iniciales de la Reconquista un asentamiento cristiano, protegido por las altas montañas que lo circundan.



Con ser hoy un pequeño pueblo, esconde en lo alto de su caserío una pequeña catedral que habla a las claras de su pasado. Se trata de un templo románico, cuya primera consagración se realizó el año 956. Posteriormente fue destruido por el hijo de Almanzor, Abd el Malik, el año 1006. Iniciadas las obras de reconstrucción cuando cesó la amenaza musulmana, fue consagrado el nuevo templo el año 1030. Su ocaso sobrevino cuando el año 1149 fue transferida la jurisdicción eclesiástica de la diócesis a la sede de Lérida.



La Catedral está dedicada a san Vicente Mártir. La edificación responde a las nuevas concepciones románicas europeas, que con Sancho el Mayor de Navarra se consolidan en la España cristiana desde el inicio del siglo XI. Como vemos en la imagen, el templo consta de tres naves cubiertas con bóveda de cañón, y un gran presbiterio, muy elevado sobre el nivel de la nave, que da acceso a una cripta, decorada con frescos de la época.

El templo cuenta con un pequeño claustro románico de gran belleza, que da acceso al antiguo refectorio, donde hoy se ha instalado un restaurante que permite concluir la visita con una suculenta comida aragonesa. Es, por así decirlo, todo un placer para el cuerpo y para el espíritu.

Terminemos la visita a este lugar santo con una audición musical del órgano de la catedral de Roda.




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