miércoles, 15 de julio de 2015

San Buenaventura en Lyon


Estamos hoy recordando la santidad de san Buenaventura. Influyó en su época no sólo a través de su especulación teológica, sino también mediante su acción de gobierno, tanto en la Orden de los Franciscanos, como en la vida de la Iglesia Universal. Un aspecto importante es su participación en el Concilio de Lyon, que trató de realizar la unidad con los ortodoxos.


Gregorio X encomendó a San Buenaventura la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión con los griegos ortodoxos, pues el emperador Miguel Paleólogo había propuesto la unión a Clemente IV. Los más distinguidos teólogos de la Iglesia asistieron a dicho Concilio. Como se sabe, santo Tomás de Aquino murió cuando se dirigía a él. San Buenaventura fue, sin duda, el personaje más notable de la asamblea. Llegó a Lyon con el Papa, varios meses antes de la apertura del Concilio. Entre la segunda y la tercera sesión reunió el capítulo general de su orden y renunció al cargo de superior general. Cuando llegaron los delegados griegos, el santo inició las conversaciones con ellos y la unión con Roma se llevó a cabo. En acción de gracias, el Papa cantó la misa el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo. La epístola, el evangelio y el credo se cantaron en latín y en griego y San Buenaventura predicó en la ceremonia.


El Concilio de Lyon fue convocado en 1272 por el papa Gregorio X. Se desarrolló en seis sesiones a las que asistieron unos quinientos obispos, sesenta abades y más de mil prelados o sus procuradores. También estuvieron presentes Jaime I de Aragón, el embajador del emperador Miguel VIII Paleólogo con miembros del clero griego, y los embajadores de los reyes de Alemania, Hungría, Inglaterra, Escocia, Francia y Sicilia. Especial trascendencia tuvo la presencia de los embajadores del Khan de los Tártaros cuyo reino, situado a espalda del Islam, abría la posibilidad de atenazar a los musulmanes entre dos frentes.


Las sesiones se celebraron en la Catedral de Lyon. Su construcción comenzó en el siglo XII. Las partes más bajas del ábside, las capillas de ambos lados y el transepto fueron construidos entre 1165 y 1180 en estilo Románico. El techo del ábside y el transepto en estilo Gótico, las dos torres orientales, los primeros cuatro tramos de la nave y la bóveda fueron completados entre el siglo XII y el primer tercio del siglo XIII.


A mediados del siglo XIII, las ventanas del coro y los dos rosetones del transepto fueron completados. Entre finales del siglo XII y el primer tercio del siglo XIV, los últimos cuatro tramos y la parte más baja de la fachada fueron completadas. El final del siglo XIV presenció la terminación de los últimos tramos de la bóveda y los rosetones de la fachada en 1392. En el siglo XV, la parte superior de la fachada y las torres fueron completadas. La estatua de Dios Padre fue ubicada en la parte más alta del frontón en 1481. La capilla de los Borbones (nombrada así por los arzobispos que ordenaron su construcción), de un estilo Gótico tardío, fue construida entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI.

martes, 14 de julio de 2015

Monasterio de Santa María de las Escalonias

Se encuentra situado al sur de España, en la diócesis de Córdoba, cerca del pueblo de Hornachuelos. Los primeros pasos de esa fundación trapense los dio la Abadía de La Oliva (diócesis de Pamplona) el año 1986, cuando envió el primer grupo de dos monjes a una propiedad que acababan de recibir en donación. El Monasterio quedó canónicamente erigido en 1994 como Priorato. El Monasterio dispone de una estupenda WEB. Les ofrecemos este montaje, con imágenes del lugar y de la comunidad.

domingo, 12 de julio de 2015

Montecasino. La piedra de san Benito


Junto a la Puerta de entrada de la Torre, en Montecasino, se encuentran el lugar en el que debía estar la celda de san Benito, y en la que se encontraba la piedra en la que el santo se solía sentar a leer. Allí tuvo lugar el encuentro que san Gregorio nos narra en sus Diálogos, de san Benito con el bárbaro Totila.

En tiempo de los godos, su rey Totila oyó decir que el santo varón tenía espíritu de profecía. Dirigióse a su monasterio y deteniéndose a poca distancia del mismo, le anunció su visita. Enseguida se le pasó aviso del monasterio, diciéndole que podía venir, pero él, pérfido como era, intentó cerciorarse de si el hombre de Dios tenía espíritu de profecía. Para ello, prestó su calzado a cierto escudero suyo llamado Rigo, le hizo vestir con la indumentaria real y le mandó que se presentara al hombre de Dios como si fuera él mismo en persona. Envió para su séquito a tres compañeros de los que solían ir en su comitiva, a saber: Vulderico, Rodrigo y Blidino, para que formando cortejo con él hicieran creer al siervo de Dios que se trataba del mismo rey Totila. Dióle además otros honores y acompañamiento, para que tanto por el séquito como por los vestidos de púrpura le tuviese por el propio rey.

Cuando Rigo llegó al monasterio ostentando las vestiduras reales y rodeado de numeroso séquito, el hombre de Dios estaba sentado a la puerta. Vio cómo iba acercándose y cuando podía ya hacerse oír de él, grito diciendo: "¡Quítate eso, hijo, quítate eso que llevas, que no es tuyo!". Al instante Rigo cayó en tierra lleno de espanto por haber intentado burlarse de tan santo varón; y todos los que con él habían ido a ver al el hombre de Dios, cayeron consternados en tierra. Al levantarse, no se atrevieron a acercársele, sino que regresaron adonde estaba su rey y temblando le contaron la rapidez con que habían sido descubiertos.

sábado, 11 de julio de 2015

Montecasino. La Capilla de san Juan Bautista


En uno de los claustros de la Abadía de Montecasino se conservan los vestigios de lo que fue el oratorio de san Juan Bautista, que edificó san Benito y en el que, según la tradición, falleció mientras estaba en oración. En el suelo se encuentra marcado el perímetro de lo que fue aquel pequeño templo. Tenía tres naves, con unos veinte metros de largo por ocho de ancho. En la cabeza de dicho perímetro se emplazó un grupo escultórico que representa a san Benito, sujeto por dos discípulos, levantando los brazos en oración antes de su muerte y tránsito al cielo. En lo que fue la cabecera de dicho templo hay dispuesto un Cristo en Majestad.  

Éste es el relato que hace san Gregorio Magno de su glorioso tránsito:

En el mismo año que había de salir de esta vida, anunció el día de su santísima muerte a algunos de los monjes que vivían con él y a otros que estaban lejos; a los que estaban presentes les recomendó que guardaran silencio de lo que habían oído y a los ausentes les indicó la señal que les daría cuando su alma saliera del cuerpo. Seis días antes de su muerte mandó abrir su sepultura. Pronto fue atacado por la fiebre y comenzó a fatigarse a causa de su violento ardor.

Como la enfermedad se agravaba cada día más, al sexto día se hizo llevar por sus discípulos al oratorio, donde confortado para la salida de este mundo con la recepción del cuerpo y la sangre del Señor y apoyando sus débiles miembros en las manos de sus discípulos, permaneció de pie con las manos levantadas al cielo y exhaló el último suspiro, entre palabras de oración. En el mismo día, dos de sus monjes, uno que vivía en el mismo monasterio y otro que estaba lejos de él tuvieron una misma e idéntica visión.

Vieron en efecto un camino adornado de tapices y resplandeciente de innumerables lámparas, que en dirección a Oriente iba desde su monasterio al cielo. En la parte superior del camino, un hombre de aspecto venerable y lleno de luz les preguntó si sabían qué camino era el que estaban viendo. Al contestarle ellos que lo ignoraban, les dijo: "Éste es el camino por al cual el amado del Señor, Benito, ha subido al cielo".

Así, pues, los presentes vieron la muerte del santo varón y los ausentes la conocieron por la señal que les había dado. Fue sepultado en el oratorio de San Juan Bautista, que él mismo había edificado sobre el destruido altar de Apolo. Y tanto aquí como en la cueva de Subiaco, donde antes había habitado, brilla hasta el día de hoy por sus milagros, cuando lo merece la fe de quienes los piden.

viernes, 10 de julio de 2015

Montecasino. El altar de san Benito


Acercándonos ya a la solemnidad de nuestro Padre san Benito, vvisitamos uno de los lugares santos benedictinos: la Abadía de Montecasino. Hoy podremos contemplar el altar mayor de la Basílica, levantado sobre la tumba del santo. El espectacular templo barroco conservó como elemento central este hecho, y las excavaciones posteriores han confirmado que, a pesar de todas las reedificaciones del lugar, se ha conservado la exacta localización de esa tumba.

El altar mayor está en el crucero del templo,justo debajo de una cúpula. Deja oculto el coro donde los monjes celebran el Oficio Divino, e impone la celebración de la Eucaristía hacia oriente. Se trata de una estructura de mármol, bastante elevada sobre el pavimento del templo. En la parte posterior, muestra el emplazamiento de la tumba de los santos Benito y Escolástica, y allí hacen una estación de oración todos los días los monjes al término de las Vísperas.

En el siguiente video podemos ver la visita y oración que allí realizó el papa Benedicto XVI en su visita a la Abadía.

miércoles, 8 de julio de 2015

Iglesia de los Doce Apóstoles de Constantinopla

En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. 


Este texto del Vangelio según san Mateo que leemos en la Eucaristía de hoy, no lleva a uno de los templos dedicados a los Santos Apóstoles en la antigüedad, que ejerció una considerable influencia en el desarrollo de la arquitectura cristiana: el de Constantinopla.

La iglesia de los Santos Apóstoles fue un templo cristiano ubicado en la antigua Constantinopla, que se levantó originalmente para servir como mausoleo del emperador Constantino. Se trata de uno de los ejemplos más destacados de la primera arquitectura bizantina, principalmente por dos motivos: el concepto centralizado de la planta y la proliferación de cúpulas yuxtapuestas, de gran trascendencia posterior. Desde 1469 se levanta en su solar la Mezquita del Conquistador (el Fatih), en la actual ciudad de Estambul, en Turquía.

La primera iglesia de los Santos Apóstoles se levantó en época de Constantino, en el contexto de la construcción de la nueva capital imperial. Se hallaba en un punto elevado de la ciudad, sobre la cuarta colina, y cerca de la línea de murallas de Constantino. De ella no queda en la actualidad el menor vestigio, ya que en época de Justiniano fue sustituida por una nueva iglesia y ésta, a su vez, fue reemplazada en 1469 por la Mezquita del Conquistador. Así pues, toda imagen que podamos hacernos de aquella primera iglesia se basa en la descripción que Eusebio de Cesarea hace de ella en su Vida de Constantino.

La iglesia se hallaría exenta en una amplia explanada, rodeada de salas de otros edificios públicos, como baños y salas de reunión. Habría adoptado la forma de cruz griega en su planta. Uno de los brazos de esta cruz, el de acceso, sería ligeramente más largo que los otros tres. Menos claro está si cada brazo poseería una única nave o, en cambio, habría naves colaterales. Por otra parte, se incide en el lujo de los mármoles y los dorados, que cubrirían respectivamente las paredes y los techos artesonados. El edificio destacaría en altura sobre todo su cimborrio de cubierta cónica, situado sobre el crucero.

Mezquita de Mehmet II en el lugar de la Iglesia

Este espacio del crucero tiene en este edificio una decisiva importancia simbólica, ya que se concibe como espacio para el sarcófago en pórfido del emperador Constantino, que estaría flanqueado por una serie de cenotafios o pilares inscritos con los nombres de los doce Apóstoles. Así pues, la iglesia de los Santos Apóstoles se concibe no sólo como un martyrium apostólico, sino también como mausoleo de un emperador que quiere ser venerado. De este modo, esta iglesia va más allá de una concepción martirial para convertirse en un heroon, donde el emperador, convertido en héroe, descansa bajo el signo de la cruz. Esta idea del heroon, que usa primeramente para denominar a la Anástasis de Jerusalén, lo que hace es recoger un concepto precristiano.

Hasta tal punto era atrevido mostrar al emperador como centro visual y simbólico de la arquitectura, que el espacio se reformuló pocos años después. En el año 356-57, cuando fueron traídas a la iglesia reliquias verdaderas de los Apóstoles, los restos de Constantino se trasladaron a un mausoleo independiente, contiguo al templo. Este nuevo alojamiento ya correspondía al planteamiento tradicional funerario, al ofrecer una planta circular cubierta con cúpula.

Y es que tipológicamente la primitiva iglesia de los Santos Apóstoles ofrece un planteamiento heterodoxo. Si bien hemos de considerarla un martyrium, ofrece novedades frente a los otros grandes martyria cristianos, como la basílica del Santo Sepulcro o la de San Pedro, los cuales lateralizaban el espacio de enterramiento propiamente dicho. Así, mientras en estos ejemplos la zona propiamente martirial está oculta bajo tierra o constituye un apéndice, en el caso del Apostoleion de Constantino el martyrium es una “construcción autosuficiente centrada en el espacio de devoción”. Así pues, la zona martirial es corazón mismo del edificio y en ella confluyen los brazos de las naves, que sirven para albergar a los fieles.

Reconstrucción de la Iglesia de los Apostoles

Desde finales del siglo IV hasta principios del V, gran cantidad de iglesias tomaron la de los Santos Apóstoles de Constantinopla como modelo, al menos en dos aspectos: el que ofrecía su planta de cruz griega (en su alusión a la Vera Cruz) y su dedicación a los Apóstoles. En algunas ocasiones, los verdaderos Apóstoles pueden ser sustituidos por un santo o “apóstol” local. Krautheimer señala como consecuencias directas de la iglesia constantinopolitana a las de Milán y Rávena en el Occidente, a las de Éfeso y Antioquía en Anatolia, y a las de Gaza y Siquem en Oriente Próximo. El mismo autor también señala la influencia en la formación de las basílicas con crucero saliente, como la de la ciudad de Menas. Con todo, y pese a la gran influencia que atribuye a este edificio, retrasa hasta el año 400 la calificación de Constantinopla como centro arquitectónico de primer orden.