miércoles, 19 de junio de 2019

El Eremo de Camaldoli


Hoy, día de san Romualdo, queremos pasar por el lugar que el mismo fundó y dedicó a la búsqueda de Dios, al silencio y la oración. Un lugar donde el hombre se retira entre el silencio del bosque y alaba a Dios, su creador entre el canto de las aguas y los pájaros. Camaldoli es una localidad conocida en el mundo entero por albergar en su zona dos de los más importantes lugares de culto de toda Toscana: El Monasterio y El "Èremo" o Eremotorio de Camaldoli. Dichos antiguos complejos religiosos están situados en la provincia de Arezzo, en la zona de Casentino, en un valle rodeado por un espléndido bosque protegido. Una fracción de ese bosque pertenece a los monjes Camaldulenses quienes, hoy en día rigen ambos emplazamientos monásticos.

El Monasterio se encuentra junto a la carretera y el Eremotorio está emplazada en un encantador y solitario lugar de su área boscosa. El Eremitorio y el Monasterio se fundaron en el siglo XI. A principios de ese siglo, San Romualdo llegó a lo que entonces era un valle desierto y el Conde Maldolo le donó un área de su territorio para que pudiera aislarse del mundo. Con la aprobación del Obispo de Arezzo, fundó la Orden de los Monjes Camaldoleses, observantes de la Regla de San Benito. 

Primero, fundó el "Èremo" dedicado a la vida contemplativa.  Unos años después, restauró un antiguo edificio y lo convirtió en refugio de peregrinos. Entre 1080 y 1085, el refugio, completamente rehabilitado y agrandado, pasó a ser el Monasterio, designado para mantener una vida religiosa activa que, a largo de los siglos, ha impulsado un preclaro desarrollo humanístico e intelectual en Italia y en el extranjero.

La Orden de los Camaldoleses ha tenido distintos miembros insignes, tales como Guido di Arezzo, quien inventó la notación musical vigente hoy en día; Graciano, quien asentó las bases de la ley canónica;  Lorenzo Monaco,  prestigioso pintor del siglo XV; el eminente filósofo y humanista Ambrogio Traversari, así como Niccolò Malerbi quien, en el siglo XV, publicó la primera traducción al italiano de la Biblia. Dante Alighieri celebró a tres de sus miembros en el Canto del Paraíso de la Divina Comedia: Romualdo, Graciano y Damiano. Al día de hoy, el Monasterio y el Eremitorio siguen siendo lugares de peregrinación, así como de alto interés histórico y artístico. Dejamos aquí un par de visiones del eremitorio camaldulense en medio del silencio.

martes, 18 de junio de 2019

Monasterio de la Trinidad y San Sergio (Rusia)


El monasterio de la Trinidad y San Sergio (en ruso Тро́ице-Се́ргиева Ла́вра; Тро́ице-Се́ргиева Ла́вра o Tróitskaya Sérguieva Lavra) en la ciudad de Sérguiev Posad (antiguo Zagorsk) es un importante monasterio ruso y centro espiritual de la iglesia ortodoxa rusa.


Sérguiev Posad se encuentra a unos 70 kilómetros al noreste de Moscú en la carretera que va a Yaroslavl. Actualmente alberga a únos 300 monjes. Según la Unesco, que lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1993, se trata de «un buen ejemplo de monasterio ortodoxo en funcionamiento, con rasgos militares típicos de los siglos XV al XVIII, período durante el que se desarrolló.


La iglesia principal del Lavra (monasterio), la catedral de la Asunción (que recuerda a la catedral del Kremlin del mismo nombre) contiene la tumba de Borís Godunov». Destaca, el famoso icono de la Trinidad, obra de Andréi Rubliov.

lunes, 17 de junio de 2019

Historia de Corinto


Estamos leyendo en la Eucaristía la Segunda Carta del Apóstol san Pablo a los Corintos, es decir, a la comunidad cristiana asentada en esta ciudad griega. Según la mitología griega, la Antigua Corinto fue fundada con el nombre de Éfira por Sísifo, quien fue su primer rey, y con sus sucesores. Ornitión continuó la dinastía hasta su derrocamiento por los dorios.

En el siglo VIII a. C. se hizo independiente. La ciudad se llamaba Efira, y más tarde su nombre cambió a Corinto, en una época desconocida, probablemente durante la conquista doria. El nombre se hace derivar de Corinto, hijo de Zeus. El heráclida Aletes, hijo de Hipotes es el legendario primer rey dórico de la ciudad donde los dorios estaban al comienzo una minoría dirigente; los no dorios fueron admitidos más tarde a la ciudadanía. Aletes y sus descendientes fueron reyes durante doce generaciones y 327 años, desde el 1074 a. C., según la fecha tradicional (treinta años después de la conquista doria). Según Pausanias, Primnis fue el último descendiente de Aletes, y Baquis inició una nueva dinastía también heráclida, pero Diodoro Sículo dice que todos fueron descendientes de Aletes, pero que Baquis fue tan célebre que su nombre se dio a la dinastía Baquíada.

Corinto, ya en la antigüedad, fue una importante ciudad comercial, donde llegaron a establecerse los fenicios para dedicarse a lo que mejor hacían: el comercio. Fue una de las primeras ciudades griegas en utilizar la moneda. Éstas eran muy importantes debido a la actividad principal de la ciudad. Las primeras de ellas fueron acuñadas en el siglo VII a. C. Tenían diversos motivos, figuras mitológicas, animales y otras acompañadas de pequeños símbolos que las distinguían. En esta ciudad se celebraban los juegos Ístmicos, de similares características a los celebrados en Olimpia aunque menos famosos que éstos.

En el 635 a. C. la colonia de Corcira derrotó a su metrópoli en una batalla naval, pero después fue nuevamente sometida. La única colonia al este del golfo Sarónico fue Potidea en la Calcídica. A Periandro le sucedió su nieto Psamético que reinó sólo tres años y fue derrocado por los espartanos que instituyeron un gobierno aristocrático y Corinto fue un aliado permanente de la confederación lacedemonia. En un período posterior los corintios rechazaron ayudar a Cleómenes I, rey de Esparta a restaurar a Hipias de Atenas, y enviaron 20 trirremes a Atenas para ayudarla en la guerra contra Egina.


Pero después de la Guerras Médicas, Megara se alió con Atenas y los corintios entraron en guerra con Megara, territoro que invadieron, pero fueron derrotados por el estratego ateniense Mirónides (457 a. C.). Después se firmó la paz, pero la enemistad con Atenas siguió, sobre todo por la ayuda de ésta a la ex colonia de Corcira, que fue una de las causas de la Guerra del Peloponeso. Durante esta guerra la flota peloponesia fue básicamente corintia. Con la Paz de Nicias del 421 a. C., los corintios no se quisieron sumar e intentaron configurar otra liga con Argos, Mantinea y Élide, pero pronto volvió a formar alianza con Esparta, que se mantuvo hasta el final de la guerra. Cuando Atenas se rindió después de la batalla de Egospótamos, los corintios y beocios pidieron arrasar la ciudad derrotada, pero el espartiata Lisandro no lo consintió.

La hegemonía espartana pronto se mostró más opresiva que la ateniense, de modo que los corintios, junto a los argivos, atenienses y beocios configuraron una coalición que, sustentada en las profundas arcas persas, hizo frente al imperialismo espartano en la llamada Guerra de Corinto (395-386 a. C.), buena parte de la cual fue dirimida en su territorio. En el verano de 394 tuvieron lugar dos de las mayores batallas hoplíticas del mundo griego antiguo, en Nemea y Coronea, ambas vencidas «técnicamente» por los lacedemonios, que no obtuvieron ventajas estratégicas. En los siguientes años la Corintia fue sometida a una guerra de depredación y de pillaje que provocó el estallido de una stásis o conflicto civil en el seno de la ciudadanía, alentada por los intereses de los estados hegemónicos. Según Jenofonte, los argivos aprovecharon esta situación para anexionarse Corinto, pero más probablemente el filolaconio Jenofonte convirtió en sinecismo o unión política la presencia de una guarnición militar argiva en el Acrocorinto, la ciudadela o acrópolis corintia. De cualquier forma la Paz del Rey o Paz de Antálcidas, alcanzada en la primavera de 386 a. C., acabó con cualquier proyecto argivo de anexión sobre Corinto al evacuar la guarnición del Acrocorinto; además de permitir el retorno de los exiliados corintios, obviamente filoespartanos, que procuraron la fidelidad de Corinto hacia Esparta en los años sucesivos.

En la guerra que siguió entre Tebas y Esparta, los corintios fueron leales a Esparta, pero el territorio hubo de firmar una paz separada. La ciudad permaneció independiente bajo gobierno oligárquico. Timófanes intentó conseguir la tiranía, pero fue muerto por su propio hermano Timoleón (344 a. C.). En el año 338 a. C. la ciudad fue conquistada por Filipo II de Macedonia, que la hizo el centro de la Liga de Corinto, controlada por él mismo. Después de la batalla de Queronea los macedonios establecieron una guarnición en el Acrocorinto. Esta guarnición fue sorprendida por el líder de la Liga Aquea, Arato, que incorporó Corinto a dicha liga (243 a. C.).

En 223 a. C., la ciudad fue ocupada por Antígono III Dosón que la quería como base contra la Liga Etolia y Cleómenes. Filipo, hijo adoptivo de Antígono la conservó hasta que fue derrotado en la batalla de Cinoscéfalas (197 a. C.) y Corinto fue declarada ciudad libre por los romanos y unida a la Liga Aquea otra vez. Una guarnición romana se estableció en el Acrocorinto. Corinto fue después capital de la Liga y fue allí donde los embajadores romanos fueron maltratados lo que provocó el ultimátum del Senado Romano a la Liga. Derrotada ésta, el cónsul romano, Lucio Mummius Achaicus entró en Corinto sin oposición y se vengó de la ciudad y sus habitantes: los hombres fueron ejecutados y las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos; las obras de arte fueron llevadas a Roma y la ciudad fue saqueada y destruida (146 a. C.). Continuó despoblada y destruida unos cien años y su territorio fue entregado a Sición o fue hecho ager público. El comercio se trasladó a Delos.

En el año 46 a. C., Julio César, decidió reconstruir la ciudad y envió una colonia de veteranos y hombres libres (Colonia Julia Corintia o Colonia Juli Corint o Colonia Julia Corintia Augusta, según las diferentes inscripciones). La ciudad se recuperó (44 a. C.) y cuando Pablo de Tarso la visitó en el siglo I, era una ciudad importante, capital de la provincia de Acaya, y residencia del procónsul de Acaya Junius Gallio. Pablo de Tarso fundó un grupo cristiano el año 50, al cual dirigió sus epístolas. En el siglo II, fue visitada por Pausanias y tenía numerosos edificios. Continuó siendo la capital de la provincia romana de Acaya durante todo el Imperio romano. En 395 fue saqueada por Alarico I y en 521 fue destruida por un terremoto.

jueves, 13 de junio de 2019

Padua


La Basílica de San Antonio de Padua es un templo religioso de la ciudad italiana de Padua, construido entre los años 1238 y 1310. Su núcleo original fue la Iglesia de Santa María Madre del Señor, Sancta Maria Mater Domini, donde se instaló el convento franciscano en el cual fue sepultado San Antonio de Padua, hecho que originó una fervorosa devoción a sus restos por parte de los católicos.

En la plaza se encuentra el magnífico monumento ecuestre a Gattamelata de Donatello. Además en el interior de la basílica realizó este mismo escultor, el Crucifijo de bronce, que Boito colocó años más tarde en el altar mayor. Para este mismo altar, Donatello creó siete estatuas que representan a la Virgen con Niño y los santos Francisco, Antonio, Justina, Daniel, Luis y Prosdocimo.

Visitar Padua no solo es un recreo para los sentidos donde el disfrute de lo artístico está asegurado sino un posibilidad de trascender a lo Alto. Venerando a san Antonio nos adentramos, a través de la belleza que rodea su sepulcro, en la búsqueda de aquel que traspasa toda materialidad, Dios mismo, a quien el santo busco y predicó durante toda su existencia terrena.

Para un mayor disfrute de este santo lugar podemos ver la WEB de la basílica y dos vídeos sobre el conjunto de la ciudad de Padua y sobre la Basílica.




martes, 11 de junio de 2019

Monasterio de San Bernabé (Chipre)

Monasterio de San Bernabé - Iglesia

La memoria de san Bernabé se ha conservado especialmente en su tierra, Chipre. De hecho, sobre su tumba, se levanta el Monasterio de San Bernabé. La tumba de San Bernabé en la cripta constituye un importante centro de peregrinación para los ortodoxos griegos, aunque se encuentra en la parte turca de la isla de Chipre.

Unos ocho kilómetros al norte de Famagusta y dos kilómetros al oeste de Salamina está el Monasterio de San Bernabé y la tumba en la que fue enterrado, siendo el mártir venerado como santo nacional chipriota. El complejo incluye la iglesia del monasterio, el edificio del monasterio con el Museo de iconos y de la arqueología y la tumba de la Santa Iglesia.

Tumba de san Bernabé

La parte más antigua del edificio fue construida en el siglo décimo; posteriormente, el año 1756, fue renovada la iglesia por el Arzobispo Philotheos. Después de la salida de los últimos tres monjes en 1976 la iglesia del monasterio se convirtió en Museo de los Iconos, los edificios del monasterio se utilizan como un museo arqueológico.

domingo, 9 de junio de 2019

Pentecostés en Silos

Pentecostés - Siglo XI - Primer Maestro de Silos
Piedra tallada y originariamente policromada
Santo Domingo de Silos

En el día santo de Pentecostés, nos vamos hasta el claustro románico de Santo Domingo de Silos, para alabar la gloria del Señor, que envía el Espíritu Santo sobre nosotros.

Dios nuestro, que por el misterio de esta fiesta
santificas a tu Iglesia extendida entre las naciones,
derrama sobre toda la tierra
los dones del Espíritu Santo
e infunde en el corazón de tus fieles
las maravillas que obraste
en los comienzos de la predicación evangélica.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

domingo, 2 de junio de 2019

Ascensión en el Claustro románico de Silos

La Ascensión. Siglo XI. Primer Maestro de Silos
Piedra tallada y originariamente policromada
Santo Domingo de Silos

Viajamos hoy hasta el Claustro románico de Santo Domingo de Silos, para contemplar la escena de la Ascensión del Señor, y gozar junto a toda la Iglesia en el triunfo de Cristo, que ya es nuestro triunfo. Los apóstoles, con María en el centro, contemplan al Señor, que se va ocultando tras una nube que dos ángeles van subiendo hacia arriba.

San Agustín, en el cuarto tratado sobre la Primera Carta de San Juan afirma:

Creemos en Jesús, a quien no hemos visto. Lo anunciaron quienes lo vieron, quienes lo palparon, quienes escucharon las palabras de su boca. Y para convencer de esto al género humano, fueron enviados por él, no osaron ir por propia iniciativa. Y ¿adónde fueron enviados? Lo habéis oído al escuchar el evangelio: Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación. Luego a todo el mundo fueron enviados los discípulos, confirmando la Palabra con signos y prodigios para ser creídos, pues predicaban lo que, habían visto.

Y nosotros creemos en quien no hemos visto y cuyo retorno esperamos. Todos cuantos lo esperan con fe, se alegrarán de su venida; los que no tienen fe, se sonrojarán cuando viniere lo que ahora no ven. Mantengámonos, pues, fieles a sus palabras, para no quedar confundidos cuando viniere. El mismo dice en el evangelio a los que habían creído en él: Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos. Y saliendo al paso de una posible pregunta: ¿Cuál será la recompensa?, añade: Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.

Así pues, de momento nuestra salvación radica en la esperanza, no en la realidad; pues todavía no poseemos lo que se nos ha prometido, pero esperamos poseerlo en el futuro. Y el que lo ha prometido es fiel, no te engaña: lo importante es que no pierdas la esperanza, sino que esperes la promesa. En efecto, la verdad no conoce el engaño. Tú no seas mentiroso, profesando una cosa y haciendo otra; conserva la fe y él te mantendrá su promesa. Ahora bien, si tú no mantuvieres la fe, tú mismo te defraudas, no el que hizo la promesa.

Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra justicia ha nacido de él. Ahora nuestra justicia procede de la fe. La justicia perfecta sólo se da a los ángeles, y apenas si en los ángeles, si se les compara con Dios. No obstante, de darse una justicia perfecta en las almas o en los espíritus creados por Dios, ésta se da en los ángeles santos, justos, buenos, a quienes ninguna caída desvió, a quienes la soberbia no precipitó, sino que permanecieron siempre en la contemplación del Verbo de Dios, y que en ningún otro hallan su felicidad, sino en el que los creó. En ellos la justicia es perfecta; en nosotros, por el contrario, comenzó a existir por la fe según el Espíritu.