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martes, 5 de mayo de 2015

Primer viaje de san Pablo


Enviado por el Espíritu para la evangelización de los gentiles, Bernabé y Saulo embarcaron con destino a Chipre, predicaron en la sinagoga de Salamina, cruzaron la isla de este a oeste siguiendo sin duda la costa sur y llegaron a Pafos, residencia del procónsul Sergio Paulo, donde tuvo lugar un cambio repentino.

Después de la conversión del procónsul romano, Saulo, repentinamente convertido en Pablo, es citado por San Lucas antes de Bernabé y asume ostensiblemente la dirección de la misión que hasta entonces había ejercido Bernabé. Los resultados de este cambio son rápidamente evidentes. Pablo comprende que, al depender Chipre de Siria y Cilicia, la isla entera se convertiría cuando las dos provincias romanas abrazaran la fe de Cristo. Escogió entonces el Asia Menor como campo de su apostolado y se embarcó en Perge de Panfilia, once kilómetros por encima del puerto de Cestro.


Fue entonces cuando Juan Marcos, primo de Bernabé, desanimado quizás por los ambiciosos proyectos del apóstol, abandonó la expedición y volvió a Jerusalén, mientras que Pablo y Bernabé trabajaban solos entre las arduas montañas de Pisidia, infestadas de bandidos y atravesaron profundos precipicios. Su destino era la colonia romana de Antioquía, situada a siete días de viaje desde Perge. 

Aquí, Pablo habló del destino divino de Israel y del providencial envío del Mesías, un discurso que San Lucas reproduce en substancia como ejemplo de una predicación en la sinagoga.. La estancia de los dos misioneros en Antioquía fue lo suficientemente larga como para que la palabra del Señor fuera conocida a través de todo el país.

Cuando los judíos consiguieron con sus intrigas un decreto de destierro, continuaron hacia Iconium, distante tres o cuatro días de viaje, donde encontraron la misma persecución por parte de los judíos y la misma acogida por parte de los gentiles. La hostilidad de los judíos los forzó a buscar refugio en la colonia romana de Listra, distante como unos veinticinco kilómetros. Aquí, los judíos de Antioquía y de Iconium dejaron celadas para Pablo y, habiéndolo apedreado lo dejaron por muerto, mientras que él logró una vez más escapar buscando esta vez refugio en Derbe, situada alrededor de sesenta kilómetros de la provincia de Galacia.

Después de completar su circuito, los misioneros volvieron sobre sus pasos para visitar a los nuevos cristianos, ordenaron algunos sacerdotes en cada una de las iglesias fundadas por ellos y al fin volvieron a Perge, donde se detuvieron a predicar de nuevo el Evangelio, mientras que esperaban quizá la oportunidad de embarcar para Atalia, un puerto a dieciocho kilómetros de allá. Al volver a Antioquía de Siria, después de una ausencia que había durado tres años, fueron recibidos con muestras de gozo y de acción de gracias pues que Dios les había abierto las puertas de la fe al mundo de los gentiles.

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