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jueves, 26 de noviembre de 2015

San Silvestre y el Monasterio de Monte Fano (Italia)


Celebramos hoy la memoria del abad reformador san Silvestre.  Nació en Osimo en 1177, pertenecía a la noble familia de los Gozzolini. Estudió leyes en Bolonia y Padua, pero pronto abandonó los estudios jurídicos para dedicarse a la teología y la Sagrada Escritura. Su padre se disgustó a tal extremo que, según se dice, no le dirigió la palabra en diez años. Silvestre fue nombrado canónigo en Osimo. Ahí trabajó, hasta que su celo le indispuso con su obispo. En efecto, el prelado llevaba una vida muy poco edificante y San Silvestre se lo echó en cara, con el debido respeto pero firmemente. El obispo, encolerizado, le amenazó con privarle de su beneficio. Seguramente que ello no afectó mucho al santo, pues desde hacía tiempo se sentía muy inclinado a la vida contemplativa. Tal inclinación se convirtió en un imperativo cuando Silvestre vio el cadáver putrefacto de un hombre que había sido famoso por su apostura física.


En 1227, a los cincuenta años de edad, San Silvestre renunció a su pingüe beneficio y se retiró a un sitio solitario, a unos cincuenta kilómetros de Osimo. Ahí vivió en gran pobreza e incomodidad, hasta que el señor del lugar le ofreció una ermita mejor. Pero el sitio era demasiado húmedo, de suerte que San Silvestre se trasladó a Grotta Fucile, donde se dedicó a la penitencia. En 1231, determinó establecer un monasterio con los discípulos que ya tenía. Así pues, sobre las ruinas de un antiguo templo pagano, construyó un monasterio en Monte Fano, cerca de Fabriano.


San Silvestre dio a sus monjes la regla de San Benito en toda su austeridad. Debido a su rigorismo en ciertos puntos, particularmente en materia de pobreza y también debido a la forma de su organización, la rama fundada por San Silvestre estuvo siempre separada de las otras ramas benedictinas. San Silvestre murió a los noventa años, luego de gobernar durante treinta y seis a su congregación con gran prudencia. A su muerte, once monasterios, nuevos o reformados, formaban parte de la congregación. En el sepulcro del santo se obraron muchos milagros. En 1275, sus reliquias fueron depositadas en la iglesia abacial de Monte Fano, donde se conservan todavía.

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