Páginas

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Santa María de Ripoll


Son muchos los lugares que la piedad cristiana ha consagrado a la veneración de Santa María, la Virgen Madre de Dios. Uno de ellos, que hoy visitamos, es el que fuera célebre monasterio de Santa María de Ripoll.

Fue el conde Wifredo quien reconquistó y repobló el valle de Ripoll y la plana de Vic (878-881) una extensa «tierra de nadie» situada entre los dominios carolingios y los musulmanes que posteriormente se convertiría en el condado de Osona, y fundó el monasterio entre los años 879-880, dejando a su hijo Radulfo a cargo del monasterio, para que fuera criado y educado según las normas monásticas. Radulfo fue años más tarde abad de Ripoll y obispo de Seo de Urgel. Poco después, Wifredo hizo algo parecido con su hija Emma para la que fundó el monasterio de San Juan de las Abadesas, cercano al de Ripoll, dotándolos no solo de tierras si no también de derechos públicos y privilegios jurídicos. Así, Ripoll recibió los beneficios de los servicios reales para los habitantes de Estiula y Ordina, de las pescas del Ter y del Freser, y un tercio del teloneo del mercado. Además, el monasterio fue declarado exento de la jurisdicción de los tribunales condales en materia de homicidios, raptos y otros delitos, y a los monjes les fue reconocido el derecho de escoger libremente su abad según la regla de san Benito.


La primera consagración de la iglesia del monasterio tuvo lugar el 20 de abril de 888 y se dedicó a la advocación de Santa María. En el documento consta que fue fundada y edificada: «Por voluntad del conde Wifredo y su esposa Guinedilda». En este mismo acto la iglesia fue dada al abad Daguí y a los monjes de la regla benedictina.


La importancia del monasterio creció en las tierras consolidadas después de la reconquista por lo que en pocos años el templo se quedó pequeño. Bajo la dirección del abad Énnec, el conde Miró derribó el templo e hizo construir una nueva iglesia más esbelta y capaz que se consagró al culto en el año 935. En el año 977 se produjo una nueva consagración del templo una vez que se culminaron nuevas modificaciones que decidió el abad Arnulfo (938-970), que también era obispo de Gerona. La iglesia se amplió a cinco naves divididas por hileras de gruesos pilares en la central y por pilares alternando con columnas entre las dos menores, rematadas cada una de ellas por sendos ábsides. El ábside central, y mayor, cobijaba el altar dedicado a Santa María y en los menores, los altares de San Salvador, la Santa Cruz, San Miguel Arcángel y San Poncio.


También en la época del abad Arnulfo se edificó un claustro y se cerró el conjunto con una muralla de clausura y defensa. Se construyó el molino para los usos de la casa y condujo el agua por medio de una acequia que transformó los huertos interiores en regadío.


El abad Oliba (1008-1046) dio el impulso definitivo al monasterio. Alargó la nave de la iglesia por su lado occidental construyendo un cuerpo de edificio y dos campanarios. En la fachada occidental se derribaron los ábsides y se construyó un transepto, muy elevado por encima del plano de las naves, que se coronó con siete ábsides. En los ábsides menores se dedicaron altares a la Santa Cruz, San Salvador, San Poncio, San Rafael, San Nicolás y San Jorge. El altar de la Virgen María se modificó con un entablamiento de jaspe recubierto en su parte delantera con un frontal de oro decorado con piedras preciosas y esmaltes y dos laterales de plata. Estaba protegido por un baldaquino cuyas columnas y cubiertas estaban decoradas con planchas de plata cinceladas. El templo fue de nuevo consagrado el 15 de enero de 1032.


Santa María de Ripoll fue un importante centro cultural, en parte gracias a su colección de escritos. A mediados del siglo X el monasterio contaba con 66 manuscritos. En el 1008 ya eran 121, que se convirtieron en 246 a la muerte del abad Oliba en el 1046. La mayoría de estos manuscritos se copiaban y reproducían en el propio monasterio, en el scriptorium. El ejemplar más valioso de la colección es el conocido como la Biblia de Ripoll, con numerosas ilustraciones y una serie de textos introductorios que la convierten en una especie de enciclopedia del texto sagrado. Aquí se escribió también a finales del siglo XIII la Gesta Comitum Barcinonensium, que está considerada como la primera historia de Cataluña. Oliba fue también el encargado de expandir los dominios de Santa María gracias a la creación de nuevos monasterios como el de Montserrat o el de San Martín del Canigó.


A partir del año 1070 el monasterio pasó a depender del de San Víctor en Marsella, dependencia que duró hasta el año 1169. Santa María de Ripoll continuó siendo el principal centro religioso de Cataluña hasta el siglo XV, en el que inicia un lento pero imparable declive que empieza con la pérdida del control sobre el monasterio de Montserrat en el año 1402.


El fuerte terremoto del 2 de febrero de 1428 asoló la comarca del Ripollés. El seísmo fue uno de los más intensos sufridos en la historia de Cataluña. Destruyó completamente uno de los campanarios del monasterio y dejó el resto del edificio muy afectado. Las partes deterioradas se reconstruyeron siguiendo un estilo gótico.

El final de la vida monacal en Santa María de Ripoll llegó con la exclaustración de 1835. Los monjes abandonaron el monasterio, que fue arrasado e incendiado. El edificio poco a poco se fue derrumbando: en 1847 desapareció una parte del claustro; y en 1856 la torre del palacio abacial. Además, el palacio abacial, la alhóndiga y otros edificios monacales quedaron considerados como cantera y sus piedras fueron vendidas a particulares.

martes, 30 de diciembre de 2014

Traslación de las Reliquias del Apóstol Santiago


La Iglesia Compostelana celebra hoy la solemnidad del Traslado de las Reliquias del Apóstol Santiago. Según los Hechos de los Apóstoles, el rey Herodes mandó decapitar en Jerusalén a Santiago Apóstol. Fue el protomártir de los Apóstoles. Este es el dato histórico y punto de partida de la leyenda de su Traslación


Una vez muerto Santiago, los siete discípulos que había llevado consigo cuando estuvo en España robaron por la noche el cuerpo que Herodes prohibió enterrar y dejó expuesto a las aves, perros y alimañas. Ocultamente lo llevaron hasta el puerto de Jaffa donde milagrosamente encontraron una nave sin remeros ni piloto, pero con todo lo necesario para una larga travesía. Ayudados por un viento favorable y sin escollos ni tempestad arriban a Iria Flavia —hoy Padrón— cerca de Finisterre. Con esto cumplen el deseo que les había encargado el propio Santiago previendo el acontecimiento de su muerte.

Tierra adentro encuentran una gruta. Les parece sitio apto para depositar los restos mortales. Manos a la obra, destruyen un ídolo de piedra de los paganos del país y excavan en la piedra un sepulcro donde depositan el cuerpo con su cabeza que habían transportado. Luego levantan una casa que será capilla. Teodoro y Atanasio se quedarán custodiando la reliquia, mientras que los otros cinco compañeros saldrán por los campos y poblados a predicar el Evangelio. Cuando mueren los dos custodios reciben sepultura junto a los restos de Santiago.


Las invasiones y guerras que se suceden en el lugar son factores determinantes para que, junto con el mismo paso de los años, se relegue al olvido transitoriamente tanto el lugar ya tapado por los matorrales como el tesoro que contiene.

Cuando reina Alfonso el Casto se descubren los antiguos sepulcros y el rey manda edificar un templo. Y otros monarcas le siguen. Es Compostela. Los papas conceden privilegios, Urbano II desliga el obispado de la jurisdicción de Braga y con Calixto II comienza a ser arzobispado. Los milagros y las maravillas se producen en el tiempo para españoles y extranjeros. Se señala de modo muy especial la protección en la larga lucha de reconquista llegando a aplicársele el alias de "Matamoros" por haberlo visto con todas las armas precediendo al ejército cristiano. Las rutas del peregrinaje de Europa comienzan a tener otro camino para culminar el perdón de los pecados con arrepentimiento.


lunes, 29 de diciembre de 2014

Frescos de santo Tomás Becket en Santa María de Tarrasa


La figura de santo tomás Becket, cuya memoria venera hoy la Iglesia, fue objeto de amplia veneración desde el final de la época románica. Visitaremos uno de los más significativos ejemplos de dicha veneración: las pinturas murales del ábside de Santa María de Tarrasa, integrante de un conjunto de templos románicos verdaderamente singular. El conjunto monumental de las iglesias de San Pedro de Tarrasa lo forman las iglesias románicas de San Pedro, San Miguel y Santa María, situadas en la confluencia de los torrentes de Vallparadís y Montner, en el antiguo núcleo visigótico de Egara, origen del pueblo de San Pedro, hoy un barrio de Tarrasa (Barcelona, España). Es el conjunto artístico más importante de la ciudad y una de las joyas del arte románico catalán. Fueron la sede del antiguo obispado de Égara en los siglos V-VIII.


San Pedro de Tarrasa
Las tres iglesias se edificaron cerca de la antigua Égara romana (de la cual todavía se conservan restos) como sede del obispado de Égara constituido hacia el año 450 y que perduró hasta la invasión sarracena en el siglo VIII. Se conocen los nombres de algunos de sus obispos (como el primero, Irineo) y que se celebró un concilio provincial de la Tarraconense en el año 614. El conjunto episcopal se atiene a los modelos bizantinos antiguos: dos iglesias (San Pedro y Santa María) y un baptisterio (San Miguel). Tras un largo proceso de construcción, las iglesias, quedaron terminadas (según la forma actual) hacia los siglos XI y XII: son de factura románica edificadas sobre los antiguos edificios prerrománicos de la época visigótica.

San Miguel de Tarrasa

En el siglo XII, en Santa María se instaló una canonjía agustiniana que permaneció hasta finales de 1392. Por otro lado, la iglesia de San Pedro de Égara, sede de la parroquia, perdió su condición parroquial en 1601 pasando a formar parte de la nueva basílica del Espíritu Santo, en el núcleo de Tarrasa, actualmente catedral del nuevo obispado de Tarrasa. En el siglo XIX San Pedro recuperó su condición de parroquia.


La Iglesia de Santa María es un edificio románico, de principios del siglo XII, se encuentra al sur del recinto y tiene una planta de cruz latina. La cabecera, con el ábside de herradura por dentro, y cuadrado en el exterior, pertenece a un templo de construcción anterior. El techo de la nave es de bóveda apuntada y el del transepto es de bóveda semicircular. En el crucero se levanta el cimborrio octogonal coronado por un pequeño campanario de torre de dos pisos, con un tejado de cuatro vertientes. El cimborrio y la parte alta de los muros del norte y oeste tienen decoración lombarda, con fajas y arquería ciega. La puerta de entrada es sencilla, de arco de medio punto con relieves de terracota encima y una sillería aprovechada. En la fachada sur hay un pórtico de cuatro arcos de medio punto, restos del claustro de la canonjía agustiniana del siglo XII

Delante y dentro de la iglesia se pueden ver los restos de las antiguas edificaciones paleocristianas y visigóticas, con los mosaicos sobrepuestos (uno del siglo IV y otro del siglo V), el ábside rectangular visigótico y criptas sepulcrales (excavadas debajo de la iglesia románica) o el antiguo baptisterio (debajo del transepto).

La bóveda del ábside está cubierta de pinturas murales de tipo lineal, con trazos rojos y verdes, que narran la vida y la Pasión de Cristo; aunque siguen el estilo paleocristiano datan, seguramente, del siglo X. Asimismo, en el ábside hay una mesa de altar del alto-medioevo y una talla gótica de la Madre de Dios del siglo XIV.

Frescos de Santa María: glorificación de Santo Tomás

Los muros de Santa María guardan destacadas piezas artísticas, a manera de museo, que recoge las obras principales de todo el conjunto episcopal de San Pedro. A lo largo de la nave hay unos plafones con pinturas murales que van del estilo románico al gótico, que antaño estaban en el ábside de donde se sacaron para que pudieran contemplarse las anteriores, visibles en la actualidad. Hay, también, una piedra de altar del siglo X y lápidas sepulcrales medievales y romanas (en una de ellas se encuentra la documentación escrita del nombre del municipio romano de Égara). En el transepto se encuentran tres retablos góticos de gran valor:

- El retablo de los santos Abdó y Senén, en el brazo izquierdo del transepto, obra de Jaume Huguet, pintado en 1460 para la iglesia de San Pedro. Está muy bien conservado y es uno de los más célebres del artista. Los santos titulares están representados en el centro, rodeados de escenas de su vida y de su martirio. En la parte inferior están las imágenes de los santos médicos Cosme y Damián.

- El retablo de San Miguel, al lado del anterior, obra de Jaume Cirera y Guillem Talarn que se terminó entre 1450 y 1451. Están representadas las luchas entre los ángeles y los demonios así como tres escenas de la Pasión.

- El retablo mayor de San Pedro, en el brazo derecho del transepto, obra de Lluís Borrassà, de 1141. Falta la tabla central, en los ocho laterales se presentan diversas escenas de la vida de San Pedro. Cerca de las tablas del retablo de San Pedro hay una absidiola con pinturas murales románicas de finales del siglo XII, con un Cristo en Majestad y escenas del martirio de santo Tomás Becket.

domingo, 28 de diciembre de 2014

La matanza de los Inocentes

María de Nazareth es una miniserie españo-italiana, cuya historia está basada en los Evangelios centrándose en la imagen de la Virgen María. La producción (de dos episodios) se estrenó la Semana Santa del año 2012 por la cadena italiana Rai, pero estando rodada en inglés, y al no haber tiempo para doblarla al castellano, España tuvo qué esperar hasta la Semana Santa del año 2013 para poder emitirla por supuesto ya doblada en castellano. De esta serie, vamos a ver la escenificación de la Matanza de los Inocentes, cuya memoria litúrgica se celebra el 28 de diciembre.

sábado, 27 de diciembre de 2014

San Juan en la Isla de Patmos


Celebramos hoy la fiesta de san Juan, el Evangelista, el Discípulo Amado del Señor. Según la tradición eclesiástica, se estableció después de Pentecostés en la ciudad de Éfeso, donde cobijo a la Virgen María, y fundó una comunidad cristiana, a la que dirigió su Evangelio y sus Cartas. Posteriormente, fue condenado durante la persecución de Domiciano, a finales del siglo I, a trabajos forzados en las terribles canteras de la isla griega de Patmos.

Patmos (del griego, Πάτμος) es una pequeña isla griega del archipiélago del Dodecaneso, en el mar Egeo. Tiene actualmente una población de aproximadamente 2.500 personas y una superficie de 34,6 km². Las principales poblaciones de Patmos son Skala, que es también su único puerto, y Hora, en el punto más alto de la isla, el monte Profitis Ilias (Profeta Elías), a 269 metros sobre el nivel del mar, en donde se asienta el monasterio de San Juan.


Patmos debe su renombre a la mención que aparece en el Apocalipsis de Juan, en cuya introducción se dice que el autor fue desterrado a Patmos, donde tuvo su encuentro con Jesús en la llamada Gruta del Apocalipsis, que dieron origen al libro. Por ello, Patmos es un destino importante de peregrinación cristiana; aparte del de Hora, hay varios monasterios más dedicados a San Juan, y los visitantes pueden ver la cueva en la que, según la tradición, éste tuvo sus visiones. La gruta del Apocalipsis se encuentra en mitad de la montaña, en la isla griega de Patmos, a lo largo de la carretera entre los pueblos de Chora y Skala.


El Monasterio de San Juan el Teólogo (en griego: Μονή Αγίου Ιωάννου του Θεολόγου), es un monasterio, dependiente directamente del Patriarcado ecuménico de Constantino-pla. El monasterio fue fundado en 1088 por Christodoulos, al cual el emperador Alexis I Comneno había donado la isla, pero que más tarde huirá de una rebelión de los monjes e irá a refugiarse a Eubea donde morirá en 1093.


El monasterio es el origen de la riqueza de la isla, puesto que el convento fortificado se benefició de numerosos privilegios. Recibió también una de las más prestigiosas bibliotecas de su tiempo. En 1132, el monasterio recibió el estatuto imperial. En 1157, Leontios defiende los privilegios del monasterio ante Manuel I Comneno. El monasterio, que llegó a albergar 1700 monjes, no cuenta más que con alrededor de 25 hoy día, pero su patrimonio de tierras sigue siendo impresionante ya que tiene aún propiedades en otras islas.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Reliquias de san Esteban en San Lorenzo Extramuros de Roma


La Basílica de San Lorenzo Extramuros o Casa de Dámaso en Roma acoge la tumba de san Lorenzo, martirizado en 258, así como parte de las reliquias de san Esteban, el primer mártir cristiano. Antes de que fuera construida la basílica actual, se encontraba en el lugar un pequeño oratorio que el emperador Constantino I mandó construir en el supuesto lugar en que fue martirizado san Lorenzo. 


Hacia el año 580, el papa Pelagio II mandó edificar una iglesia en ese lugar en honor al mártir, conmemorando también al protomártir san Esteban, cuyas reliquias se veneran junto a las de san Lorenzo en la confessio, bajo el altar principal. Las excavaciones han revelado criptas de otros enterramientos bajo el nivel de la calle.


El pórtico, hecho hacia el año 1220, tiene decoración cosmatesca hecha por la familia de artesanos Vassaletti. Los frescos del siglo XIII, representan escenas de las vidas de los diáconos san Esteban y san Lorenzo. Existen dos sarcófagos antiguos en el pórtico. Uno, cristiano, es de especial interés; fue reutilizado posiblemente en el siglo VII a partir de un sarcófago más antiguo, con un relieve representando putti recogiendo uvas.


El campanario fue construido en el siglo XII. En la entrada se encuentra la tumba del cardenal Guglielmo Fieschi, muerto en 1256, que fue enterrado en un sarcófago antiguo, decorado con un banquete matrimonial pagano. El coro y el púlpito son de estilo cosmati, como también lo es el espectacular candelero, del siglo XII o XIII.


Hay unas curiosas tallas de una rana y un lagarto en el capitel jónico trasero al púlpito. Sobre el arco de triunfo, mosaicos bizantinos del siglo VI representando a Jesucristo y varios santos. Bajo el altar mayor, se accede desde la nave al lugar donde se encuentran los restos de san Lorenzo y los de san Esteban, traídos desde Constantinopla por el papa Pelagio II durante la restauración de la iglesia. Detrás del altar mayor hay un altar papal con una inscripción que menciona a los artesanos, la familia Cosmati, y lo data a fecha de 1148.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Evolución histórica de la Basílica de la Natividad en Belén


De acuerdo con los Evangelios, Jesús nació en un pesebre, en torno a Belén, donde se usaban tradicionalmente grutas como establo. Desde el Siglo II hay constancia escrita acerca de que Jesús nació en una gruta. Tras la expulsión de los judíos de Tierra Santa, en el siglo II, los romanos transforman la gruta donde se creía que había nacido Jesús en un lugar de culto a Tammuz-Adonis, para borrar con ello la memoria del culto de los cristianos. El emperador romano Constantino  manda construir un templo en torno a la gruta.

El edificio original fue construido por el obispo Macario I de Jerusalén, durante el primer Concilio de Nicea el año 325. En el año 529, durante la rebelión de los samaritanos, fue quemado y destruido completamente.


Curiosamente, las tropas persas de Cosroes el año 614, refrenaron su furor al ver, en la fachada del templo, representados a los Magos a usanza nacional persa (gorro frigio) y de este modo, se abstuvie-ron de destruir la Basílica. El 638 el califa Omar vino a orar en el ábside meridional y permitió que entrasen sus secuaces en pequeños grupos, pero desde el siglo IX y X no se respeto ya esta costumbre. En tiempo del califa Hakem (1010) la Basílica se libró de la ruina común por un hecho tan extraordinario, que en las crónicas contemporáneas figura como milagro.

En 1099 los betlemitas invocaron a Buillón, acampado en Emaús, la defensa del Santuario. Enseguida vino Tancredo con 100 soldados, y al día siguiente, por la mañana se izaba su bandera entre las aclamaciones del pueblo.


En 1187 Saladino se apodero de Belén, pero respetó el Santuario, donde en 1192 por la insistencia del obispo de Salisbury, Uberto Walter, fue restablecido el culto latino, bajo el pago del tributo por parte de los fieles.

Después de la caída del reino latino (1291) a los canónigos regulares de San Agustín suceden, el año 1347, los Franciscanos en el oficio de custodios de la Basílica. Los itinerarios mas conocidos de la época y varios firmanes turcos, atestiguan su posesión de la Gruta del Nacimiento además del derecho al uso y a la manutención de la Basílica en los ss. XIV y XV. En efecto, a finales del s. XIV, el P. Gerardo Calveti, Guardián del Monte Sión, recorría Europa para incitar a los príncipes cristianos a proveer a la restauración del venerado santuario.

Bajo el guardián P. Giovanni Tomacelli de Nápoles, en 1479, fue rehecha toda la madera del techo, con otras maderas preparadas en Venecia, y transportadas desde allí en galeras de la Republica a Jafa. Los costes fueron sostenidos por el duque de Borgoña, Felipe el Bueno, y el plomo para el techo fue donado por Eduardo IV de Inglaterra.


Con el siglo XVI entramos en el periodo de la luchas para la posesión del Santuario entre Franciscanos y Griegos, propiedad que pasa de unos a otros según el favor que gozaban ante la Sublime Puerta las naciones en las cuales se apoyaban las dos comunidades.

Durante la guerra entre el Imperio Otomano y la Republica de Venecia (1645-1669), acabada con la expulsión de los venecianos de la isla de Creta, los griegos reciben la autorización para rehacer el cobertizo ya estropeado y tornar posesión de la Gruta y de la Basílica.

En 1690 los latinos entraron de nuevo en posesión de la Gruta y en 1717 colocan una nueva estrella de plata, en el puesto de la antigua deteriorada por el tiempo. Este estado de cosas dura hasta 1757 cuando los griegos se apoderan de nuevo de la Basílica y en la Gruta del altar del Nacimiento.

Los mismos griegos, el l2 de octubre de 1847 hicieron desaparecer la estrella que desmentía sus pretendidos derechos, y sólo después de una fuerte protesta, presentada por el embajador de Francia a la Sublime Puerta, en nombre de las naciones latinas, un firman garantizó el "Statu quo" de los Santuarios e impuso que la estrella fuera puesta de nuevo en su sitio en 1853. A pesar de este firman los Franciscanos tuvieron que pagar aún con su sangre la defensa de sus últimas propiedades.


El 25 de abril de 1873 grupos de griegos invadieron la Basílica de la Natividad, hirieron a 8 Franciscanos, saquearon el Pesebre, estropeando los cuadros y los tapices y robando los demás objetos. Desde entonces, por orden de la Sublime Puerta, un soldado hacia guardia junto al Altar del Nacimiento y las paredes fueron recubiertas de tela de amianto, regalada por el Presidente de la Republica Francesa Mac-Mahon (1874), para impedir nuevos intentos de incendio.

En 1917, entrando las tropas aliadas en Palestina, se mantuvo el centinela en la Gruta, se conservo el "Statu quo", pero esto no ha impedido que la sangre franciscana bañara aún las piedras del Pesebre: la última vez sucedió el 5 de enero de 1928. En la actualidad las relaciones entre las tres Comunidades, han mejorado muchísimo y conviven en paz.

martes, 23 de diciembre de 2014

La Basílica de la Natividad en Belén

Estrella que señala el lugar del nacimiento de Jesús

Después de los evangelios, el testimonio más antiguo del nacimiento de Jesús (hacia la mitad del siglo II) es el del filósofo y mártir Justino, originario de Flavia Neapolis, actual Nablus, en Palestina: "Al momento del nacimiento del niño en Belén, José se detuvo en una gruta próxima al poblado, porque no había donde alojarse en aquel lugar, y, mientras se encontraban allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un pesebre, donde los magos venidos de Arabia lo encontraron". En particular, la mención de la gruta como habitación de fortuna, viene reconocida como un eco de la viva tradición local.

Interior de la Basílica

Atestiguada también en el antiquísimo apócrifo llamado Protoevangelio de Santiago (s. II ), repetida por Orígenes (s. III) y a la base de toda la historia sucesiva del santuario belenense. Esta misma gruta fue circundada por las magníficas construcciones del emperador Constantino y de su madre Elena no mucho después del 325 d. C., como nos lo narra el historiador Eusebio de Cesarea, contemporáneo de los hechos. En el 386, san Jerónimo se estableció cerca de la basílica, con la noble matrona romana Paola y otros seguidores, viviendo una vida monástica, dedicándose al estudio de la Biblia y produciendo su célebre versión latina (Vulgata), que llegó a ser después oficial en la Iglesia de Occidente. Su sepulcro, así como el de sus compañeros y compañeras, fue excavado en las inmediatas cercanías de la gruta misma.


La basílica del s. IV fue sustituida en el s. VI por otra de dimensiones mayores, que es la que hasta hoy se encuentra en pie. En época cruzada (s. XII) las paredes fueron embellecidas con preciosos mosaicos desde los cimientos incrustados de oro y de madreperla, de los cuales permanecen amplios fragmentos con escenas del Nuevo Testamento (en el pasillo, con inscripciones latinas) y la representación simbólica de concilios ecuménicos (en la nave, con inscripciones griegas). Sobre las columnas de la nave, en una fila de medallones, están representados los antepasados de Jesús (con expresiones latinas). Uno de los ángeles adorantes de la pared izquierda tiene al pie una inscripción (en latín y en siríaco) con el nombre del artista, el pintor Basilio. Excavaciones hechas en los años 1934-35 (por el gobierno mandatario inglés) han sacado a la luz considerables avances de los mosaicos del pavimento de la basílica constantiniana, algunos de los cuales son visibles tanto en la nave como en el pasillo de la basílica.

Los franciscanos, que habitan en Belén desde el 1347. Poseen a un lado de la basílica de la Natividad el propio convento y una iglesia ( dedicada a la santa mártir Catalina) que sirve principalmente para las necesidades de la comunidad cristiana católica local de rito latino; desde esta iglesia se desciende a las grutas de San Jerónimo.

Por: P. Eugenio Alliata ofm del SBF - Jerusalén | Fuente: franciscan cyberspot

sábado, 20 de diciembre de 2014

Santo Domingo de Silos


Recordamos hoy la memoria de Domingo Manso, un monje de la lejana Edad Media en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, el cual, siendo prior, se negó a obedecer las injustas disposiciones de un rey avaro consentidas por un abad indigno. su negativa le valió el exilio, encaminándose al lugar en el que florecería su santidad y que le daría fama en el tiempo: Santo Domingo de Silos.


La vida monástica en todo el Valle de Tabladillo, especialmente en Silos, comenzó con probabilidad, a la hora de la reconquista castellana, a fines del siglo IX, en forma de granjas monástico-familiares. Pero, desde el siglo X, el monasterio propiamente de San Sebastián de Silos ya entra en la historia documentalmente.


Sin embargo, debido a los estragos de Almanzor, el monasterio silense cae en gran decadencia material y espiritual. En este momento, en 1041, hace presencia, de la mano del rey Fernando I de Castilla, el monje riojano emilianense Domingo. Es nombrado abad de Silos y, en treinta y dos años, con su ímpetu restaurador y con su santidad, levanta a Silos en sus edificios y en su comunidad. Muere el 20 de diciembre de 1073. Es canonizado en 1076, y se convierte en el taumaturgo medieval de la zona y su tumba en centro de peregrinación. Surge el claustro románico extraordinario, y brilla el scriptorium silense con obras como el Beato de Silos, hoy en el Museo Británico.


La Baja Edad Media coincide con una etapa menos brillante de la Abadía castellana. Pero, en 1512, el monasterio silense se adhiere a la Congregación Benedictina de Valladolid y se va formando el monasterio moderno al lado del medieval: muralla perimetral; ala sur para las celdas individuales de los monjes; la capilla de Santo Domingo; la iglesia neoclásico-barroca.


En 1835, en noviembre, obedeciendo el decreto de exclaustración del gobierno de Mendizábal, se dispersa la comunidad y se interrumpe la vida monástico benedictina de Silos a lo largo de cuarenta y cinco años. Afortunadamente, el 18 de diciembre de 1880, un grupo de monjes benedictinos franceses de la Abadía de Ligugé, dirigidos inteligentemente por un monje de la Abadía de Solesmes, Dom Ildefonso Guépin, salvó a Silos de la catástrofe total al elegir las ruinas silenses como su refugio.

Fuente del texto y fotografías:

viernes, 19 de diciembre de 2014

Basílica de Santa María Novella (Florencia)


La Basílica de Santa María Novella es una de las iglesias más importantes de la ciudad italiana de Florencia. En el siglo IX existía un pequeño oratorio dedicado a Santa María de la Viña, y sobre él se levantó, en 1049, la iglesia de Santa María Novella, concedida, en 1221, a doce frailes dominicos, quienes, guiados por Fray Giovanni da Salerno habían llegado a la ciudad provenientes de Bolonia dos años antes. La ampliación de la iglesia comenzó en 1279, y fue proyectada por Fray Sisto de Florencia, Fra Jacopo Pasavanti y Fray Ristoro de Campi. Se terminó a mediados del siglo XIII y fue consagrada por el Papa Eugenio IV en 1420.

La fachada de mármol se encuentra entre las obras más importantes del Renacimiento florentino. Se finalizó en 1480. La primera intervención se realizó en 1350, cuando la zona fue recubierta de mármol blanco y verde gracias al mecenazgo de una tal Torino Del fu Baldese, muerto un año antes. De esa época datan los seis nichos de las dos portadas laterales, de estilo gótico, así como la ornamentación de mármol a recuadros. Los nichos continuaron a lo largo de la pared oriental externa de la iglesia y alrededor del recinto del cementerio. En uno de ellos está enterrado el pintor Domenico Ghirlandaio.


Capilla Tornabuoni
La iglesia presenta una planta de cruz latina, con características típicas de la arquitectura gótica cisterciense, dividida en tres naves. Contiene numerosas obras de arte, destacando el fresco de La Trinidad, obra de Masaccio, obra experimental en el uso de la perspectiva. Es de reseñar así mismo la Capilla Tornabuoni, que contiene los frescos de Domenico Ghirlandaio (entre ellos, su Natividad de María), y la capilla Gondi, que alberga la única obra en madera de Brunelleschi, el famoso Crucifijo. Giorgio Vasari fue el arquitecto que llevó a cabo la reforma entre 1565 y 1571, renovó el recinto del coro y reconstruyó los altares laterales, lo que propició la construcción de la ventana gótica. De nuevo se reformó entre 1858 y 1960 bajo las órdenes de Enrico Romoli. Dentro podemos ver la farmacia más antigua de Europa que data de 1221 y una actividad continuada de más de 4 siglos.


En 1485, cuando Ghirlandaio estaba terminando los frescos de la Iglesia de la Santa Trinidad, Giovanni Tornabuoni le llamó para refrescar la propia capilla mayor de Santa Maria Novella, con escenas de la vida de María y de Giovanni Battista (San Juan Bautista) (homónimo de Giovanni Tornabuoni y patrón de la propia ciudad de Florencia, por lo que fue bien recibido por sus habitantes).

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Basílica de Cristo, la Divina Sabiduría


Cantamos hoy la primera de las siete antífonas de las Ferias Mayores, dedicada a Cristo, Divina Sabiduría. Esta advocación del Salvador fue la que se veneró y dio nombre a la célebre Basílica Patriarcal de Constantinopla. dicho templo conoció varias faszes constructivas. La primera iglesia se conoció como Μεγάλη Ἐκκλησία (Megálē Ekklēsíā: «Iglesia Grande») debido a que sus dimensiones eran mayores que las de las iglesias contemporáneas de la ciudad. Fue inaugurada el 15 de febrero del 360 —durante el reinado de Constancio II— por el obispo arriano Eudoxio de Antioquía. Se construyó junto a la zona donde se estaba desarrollando el palacio imperial. La cercana Iglesia de Santa Irene —«Santa Paz»— fue terminada antes y sirvió como catedral hasta que se terminó la iglesia de Santa Sofía. Ambas fueron conjuntamente las principales iglesias del Imperio bizantino.


En un escrito de 440, Sócrates de Constantinopla afirmó que la iglesia fue construida por Constancio II, que estaba trabajando en ella en el 346. Una historia posterior al siglo VII o VIII, afirma que el edificio fue construido por Constantino el Grande. Zonaras reconcilió las dos opiniones, afirmando que Constancio reparó el edificio consagrado por Eusebio de Nicomedia después de que este se derrumbara. Dado que Eusebio fue obispo de Constantinopla de 339 a 341 y que la muerte de Constantino ocurrió en 337, parece posible que la primera iglesia fuera erigida por este último. El edificio fue construido como una basílica latina tradicional con columnas, galerías y un techo de madera, y estaba precedida por un atrio. Se afirmaba que era uno de los monumentos más destacados del mundo en esa época.

El Patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo, entró en conflicto con la emperatriz Elia Eudoxia, esposa del emperador Arcadio, y fue enviado al exilio el 20 de junio de 404. Durante los disturbios que se produjeron tras este hecho, la iglesia fue quemada y derrumbada en gran parte, y en la actualidad no se conserva nada de este primer edificio.

El emperador Teodosio II ordenó la construcción de una segunda iglesia, que inauguró el 10 de octubre de 415. Esta basílica, con techo de madera, fue construida por el arquitecto Rufinus. Sin embargo, durante los disturbios de Niká se desató un incendio que quemó y derrumbó este segundo edificio, entre el 13 y el 14 de enero de 532. Aún sobreviven algunos bloques de mármol de esta segunda iglesia. Entre ellos unos relieves que muestran doce corderos, representando a los doce apóstoles, y que originalmente formaban parte de una monumental puerta de entrada. En la actualidad estos bloques se encuentran en una excavación junto a la entrada del museo.

El 23 de febrero de 532, tan sólo unas semanas después de la destrucción de la segunda basílica, el emperador Justiniano I decidió construir una tercera basílica completamente diferente, más grande y más majestuosa que sus predecesoras. Justiniano eligió al físico Isidoro de Mileto y al matemático Antemio de Tralles como arquitectos, aunque Antemio murió durante el primer año de la empresa. Existe la teoría de que se empleó a Herón de Alejandría para hacer frente a los desafíos que presentaba la construcción de una cúpula expansiva sobre un espacio tan grande.


El historiador bizantino Procopio de Cesarea describió la construcción del templo en su obra Sobre los edificios. Se emplearon más de diez mil personas para la construcción., y el emperador hizo traer material procedente de todo el imperio, como las columnas helenísticas del Templo de Artemisa en Éfeso, grandes piedras de las canteras de pórfido de Egipto, mármol verde de Tesalia, piedra negra de la región del Bósforo y piedra amarilla de Siria. Esta nueva iglesia fue reconocida por los contemporáneos como una gran obra de arquitectura. El emperador, junto con el patriarca Eutiquio, inauguró con mucha pompa la nueva basílica el 27 de diciembre de 537. Los mosaicos dentro de la iglesia se completaron bajo el reinado del emperador Justino II (565-578).

Los terremotos de agosto de 553 y del 14 de diciembre de 557 causaron grietas en la cúpula principal y en la media cúpula oriental. La cúpula principal se derrumbó por completo durante un posterior terremoto el 7 de mayo de 558, que también destruyó el ambón, el altar y el copón. El accidente se debió principalmente al exceso de carga de la cúpula y al enorme empuje horizontal que transmitía a los soportes, al tener un diseño demasiado plano. Esto causó la deformación de los pilares que sostenían la cúpula. El emperador ordenó la restauración inmediata, la cual se encomendó a Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto, que utilizó materiales más ligeros y elevó la cúpula,10 dando a la construcción su altura interior actual de 55,6 metros. Por otra parte, Isidoro cambió también el tipo de bóveda, erigiendo una cúpula nervada con pechinas, cuyo diámetro se encontraba entre 32,7 y 33,5 metros. Esta reconstrucción, que dio a la iglesia su actual forma característica del siglo VI, se completó en el año 562. El poeta bizantino Pablo Silenciario compuso un poema épico, conocido como Ekphrasis, para la dedicación de la basílica presidida por el Patriarca Eutiquio el 23 de diciembre de 562.

En 726, el emperador León el Isáurico publicó una serie de edictos contra la veneración de imágenes y ordenó al ejército destruir todos los iconos —inaugurando el período de la iconoclasia bizantina—. En ese momento, todas las imágenes y estatuas religiosas se retiraron de la iglesia de Santa Sofía. Después de un breve respiro durante el mandato de la emperatriz Irene (797-802), los iconoclastas reaparecieron. El emperador Teófilo (829-842), fuertemente influenciado por el arte islámico, prohibió las imágenes religiosas e instaló una puerta de bronce de dos hojas con su monograma en la entrada sur de la iglesia.


La basílica volvería a sufrir daños: primero por un gran incendio en el 859, y de nuevo por un terremoto, el 8 de enero de 869, que colapsó media cúpula. El emperador Basilio I ordenó las reparaciones. Un siglo después, el 25 de octubre de 989, un nuevo gran terremoto arruinó la cúpula, y fue el emperador bizantino Basilio II quien encargó su reparación al arquitecto armenio Trdat, creador de las grandes iglesias de Ani y Argina. Sus principales reparaciones afectaron al arco occidental y a una parte de la cúpula. La magnitud de los daños requirió seis años de reparación y reconstrucción, hasta que la iglesia fue reabierta el 13 de mayo de 994.