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viernes, 12 de septiembre de 2014

Santa María de Huerta - Restauración del siglo XX



Unos años antes de morir, en 1918, el marqués de Cerralbo entra en contacto con los cistercienses de San Isidoro de Dueñas, pero sin resultado alguno. La marquesa, por su parte, ha conectado con la abadía de Viaceli, en Cantabria, y más en concreto con su prior claustral, el venerable P. Pío Heredia, quien la solía visitar cuando pasaba por Madrid. Cuando se abre el testamento, se conoce la intención de la donante y el destino de los bienes que lega. Se encargará de la fundación la abadía cisterciense de Viaceli.

Marqués de Cerralbo

La fundación la aprueba el Capítulo General, el 16 de septiembre de 1927. El 22 de junio de 1930, llega a Huerta el P. Lorenzo Olmedo, el nuevo superior, con otro monje, y da comienzo la nueva fundación. El 25 de septiembre llegan más monjes e inician formalmente la vida monástica.

Al iniciarse la contienda, el superior, P. Lorenzo Olmedo, huye a Sigüenza y allí, de modo desconocido, tal vez asesinado, acaba sus días. El monasterio, sin embargo ha caído en zona nacional y se puede seguir la vida monástica. Al final de la contienda, el balance de la casa madre es lamentable; en Santander matan dieciocho monjes, el meollo de la comunidad, y varios ya no regresan.


La situación complicada de la casa madre hace inviable de momento la fundación. Hay que esperar a 1949, normalizada la situación, para enviar un nuevo contingente y pensar en la erección de priorato titular. El nuevo grupo está encabezado por el P. Ignacio Astorga, quien, en 1950, es elegido primer prior titular. Se reciben los primeros oblatos, se potencia una industria para el mantenimiento de la comunidad y se gestiona para la restauración y habilitación del monasterio, al menos, para poder llevar normalmente la vida monástica.

Antes de diez años hay ya un plantel bueno de jóvenes, y ha sido posible adaptar la parte más moderna y más a mano del monasterio. En este momento, de una manera arriesgada y valiente, el P. Ignacio, dada la dificultad de formarlos dentro, envía a todos los jóvenes a estudiar a Roma y a los monasterios de Viaceli y de San Isidoro de Dueñas. Son cuatro años fundamentales para el futuro de la comunidad. En 1962, VIII Centenario de la fundación, se ordenan tres sacerdotes nuevos y hay otras tantas profesiones monásticas. Así mismo por estas fechas se da un fuerte impulso restaurador en la parte monumental. Son años muy importantes para la consolidación de la comunidad. En 1965, Huerta es erigida en abadía y es elegido primer abad de la restauración Dom Ignacio Astorga.


El posconcilio se asume con ilusión y se toma en serio la labor de la renovación; esto no impide que la comunidad sufra las secuelas negativas de esta época: la carencia de vocaciones y el que algunos hermanos abandonen la vida monástica y la comunidad. En 1977 se elige al primer abad, ingresado y formado en Huerta: Dom Luis Esteban. Una nueva etapa empieza cuando los fundadores van desapareciendo por ley de vida; la comunidad se ha renovado con la entrada de personal nuevo.

La irradiación de la vida monástica desde Huerta se hace real y visible. Un nuevo grupo de seglares ha querido unirse a los monjes para beber, desde su secularidad, en la espiritualidad monástico-cisterciense; es la Fraternidad laica Cisterciense de Santa María de Huerta. Durante la preparación y celebración del IX Centenario de Císter se dio un impulso importante a la restauración y embellecimiento del monasterio y del entorno. En la actualidad, dentro de un proceso de formación serio, tanto a nivel comunitario como de los nuevos elementos, se puede hablar de una comunidad, no muy numerosa, pero sí joven y dinámica, acogedora y sencilla.

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