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viernes, 4 de julio de 2014

San Ulrico de Augsburgo


Recordamos hoy al santo obispo Ulrico, patrono de la diócesis de Augsburgo, en Baviera, cuyas reliquias se veneran junto a las de la santa mártir romana Afra en la Basílica de los santos Ulrico y Afra, en la ciudad de Augsburgo.

San Ulrico nació en 890 probablemente en Kyburg, un poblado cercano a Zúrich, Suiza, o tal vez en alguna aldea vecina de Augsburgo. Descendiente de suevos y alamanes, hijo del Conde Hupaldo y Thetbirga, y relacionado con los duques de Alamania y con la familia imperial de los Otones. Fue un niño enfermizo que cuando tuvo suficiente edad para aprender fue enviado a la escuela monacal de San Gall, donde demostró ser un excelente alumno.


Decidió hacerse sacerdote, pero dudaba entre ingresar en la Abadía Benedictina de San Gall o hacerse sacerdote secular. Antes de abril de 910, fue enviado para su formación a Adalberón, Obispo de Augsburgo, que lo hizo chambelán. A la muerte de Adalberón, acontecida el 28 de abril de 910, San Ulrico retornó a casa, donde permaneció hasta la muerte del Obispo Hiltine el 28 de noviembre de 923. Gracias a la influencia de su tío el Duque Burchard de Alamania y de otros parientes, San Ulrico fue designado Obispo de Augsburgo por el rey Enrique, siendo consagrado el 28 de diciembre de 923.

Durante su obispado actuó intentó mejorar el bajo nivel moral y social del clero y reforzar su adhesión a las leyes de la Santa Madre Iglesia. San Ulrico confiaba en alcanzar este fin mediante visitas periódicas y la construcción de tantas iglesias cuando fuera posible, para hacer accesibles al pueblo llano las bendiciones de Cristo a través de su Santa Iglesia.


Al amanecer del 4 de julio de 973, San Ulrico esparció cenizas en el suelo formando una cruz; roció la cruz con agua bendita y se colocó sobre ella. Su sobrino Richwin llegó al amanecer con un mensaje y un saludo del Emperador Otón II, e inmediatamente después, mientras el clero entonaba las Letanías, San Ulrico murió. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de Santa Afra, que había sido reconstruida por él.

Muchos milagros fueron grabados en su tumba; y veinte años después de su muerte, en 993, fue canonizado por el Papa Juan XV, siendo el primer santo en ser canonizado mediante proceso canónico.

En el siguiente montaje vemos imágenes de la Basílica de los Santos Afra y Ulrico.

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