La Iglesia Ortodoxa rusa celebra hoy la memoria de los santos mártires Nicolás II, último Zar de Rusia, y de toda su familia, asesinados en la localidad siberiana de Ekaterimbrugo tal día como hoy del año 1918. Con su canonización, la Iglesia ruso no quiso exaltar el gobierno de un emperador, sino el testimonio de fe hasta la muerte de un cristiano con toda su familia, en el curso de la más sangrienta persecución que ha sufrido el cristianismo desde sus mismos orígenes. Miles de mártires han sido englobados por la Iglesia Ortodoxa bajo el nombre de los Nuevos Mártires de Rusia.
Sobre el lugar del martirio de la familia imperial se levantó, después de su canonización el año 2000, la Catedral de la Sangre Derramada. Los hechos sucedieron la noche del 16 de julio de 1918. Tras la llegaba de los bolcheviques al poder, el zar y los suyos habían sido arrestados y transportados a Ekaterimburgo, donde fueron encerrados en la casa de un comerciante llamado Ipatiev.
Rondaba la medianoche cuando el destacamento encargado de vigilarlos, obedeciendo las órdenes de un alto cargo del partido, despertó a los miembros de la familia Romanov y a sus asistentes, obligándoles a acompañarles al sótano de la casa. Fue entonces cuando se les anunció que estaban condenados a muerte.
El zar murió al primer tiroteo, pero los corsés y joyas que la zarina y sus hijas llevaban incrustadas en la ropa actuaron como escudo ante las descargas, haciendo que la matanza se prolongase algo más de lo previsto. Finalmente, los cuerpos fueron rematados a bayonetazos y transportados en camiones a una mina abandonada. Se ponía así fin a la dinastía Romanov, y con ella, a la época de los zares.
La casa del comerciante Ipatiev, cuyo nombre irónicamente coincide con el del Monasterio Ipatiev donde el primer Romanov fue designado al trono, fue demolida en el año 1977. ¿El motivo? Posiblemente el temor a que se convirtiese en un lugar de culto que atrajese a las multitudes.
Sin embargo, quince años después, tras la canonización del zar y su familia, se presentó el proyecto para erigir una catedral en el solar que antes era ocupado por la casa. No sería hasta el año 2000 cuando las obras comenzaron a realizarse.
Desde 2003, la Catedral de la Sangre Derramada se alza en el fatídico lugar donde tuvo lugar la masacre. Allí, una lápida con los nombres de los Romanov y un museo dedicado a la familia conmemoran esa noche negra en la que, además que un Imperio, doce personas fueron brutalmente aniquiladas.