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jueves, 17 de julio de 2014

Catedral de la Sangre Derramada en Ekaterimburgo (Rusia)


La Iglesia Ortodoxa rusa celebra hoy la memoria de los santos mártires Nicolás II, último Zar de Rusia, y de toda su familia, asesinados en la localidad siberiana de Ekaterimbrugo tal día como hoy del año 1918. Con su canonización, la Iglesia ruso no quiso exaltar el gobierno de un emperador, sino el testimonio de fe hasta la muerte de un cristiano con toda su familia, en el curso de la más sangrienta persecución que ha sufrido el cristianismo desde sus mismos orígenes. Miles de mártires han sido englobados por la Iglesia Ortodoxa bajo el nombre de los Nuevos Mártires de Rusia.

Sobre el lugar del martirio de la familia imperial se levantó, después de su canonización el año 2000, la Catedral de la Sangre Derramada. Los hechos sucedieron la noche del 16 de julio de 1918. Tras la llegaba de los bolcheviques al poder, el zar y los suyos habían sido arrestados y transportados a Ekaterimburgo, donde fueron encerrados en la casa de un comerciante llamado Ipatiev.


Rondaba la medianoche cuando el destacamento encargado de vigilarlos, obedeciendo las órdenes de un alto cargo del partido, despertó a los miembros de la familia Romanov y a sus asistentes, obligándoles a acompañarles al sótano de la casa. Fue entonces cuando se les anunció que estaban condenados a muerte.

El zar murió al primer tiroteo, pero los corsés y joyas que la zarina y sus hijas llevaban incrustadas en la ropa actuaron como escudo ante las descargas, haciendo que la matanza se prolongase algo más de lo previsto. Finalmente, los cuerpos fueron rematados a bayonetazos y transportados en camiones a una mina abandonada. Se ponía así fin a la dinastía Romanov, y con ella, a la época de los zares.


La casa del comerciante Ipatiev, cuyo nombre irónicamente coincide con el del Monasterio Ipatiev donde el primer Romanov fue designado al trono, fue demolida en el año 1977. ¿El motivo? Posiblemente el temor a que se convirtiese en un lugar de culto que atrajese a las multitudes.

Sin embargo, quince años después, tras la canonización del zar y su familia, se presentó el proyecto para erigir una catedral en el solar que antes era ocupado por la casa. No sería hasta el año 2000 cuando las obras comenzaron a realizarse.

Desde 2003, la Catedral de la Sangre Derramada se alza en el fatídico lugar donde tuvo lugar la masacre. Allí, una lápida con los nombres de los Romanov y un museo dedicado a la familia conmemoran esa noche negra en la que, además que un Imperio, doce personas fueron brutalmente aniquiladas.

miércoles, 16 de julio de 2014

El Monte Carmelo

Monte Carmelo

El Monte Carmelo es una cordillera en Israel sobre el mar Mediterráneo. Tiene forma triangular, mide unos 26 km de largo y alrededor de 7 kilómetros de ancho y su altura máxima de unos 550 m. La ciudad de Haifa está parcialmente situada sobre el Monte Carmelo, como también otras pequeñas ciudades como Nesher, Tirat Karmel. Su nombre significa "jardín" o "viñedos de Dios" ("Karem El" en idioma hebreo). En la antigüedad estaba cubierta por viñedos y fue siempre famosa por su fertilidad.

Grutas de ermitaños

Una tradición piadosa sostiene que, desde los días de los profetas Elías y Eliseo, hubo en aquella zona hombres de oración que vivían en soledad la búsqueda de Dios. En el período de los Cruzados surgió entre los cristianos el deseo de vivir sobre aquella montaña de vida de entrega al Señor. Así surgió en el Carmelo la vida carmelita. El convento del Monte Carmelo tiene un nombre evocador: "Stella Maris" (Estrella del Mar). Es un hermoso edificio cuadrangular a 500 metros de altura sobre el nivel del Mar Mediterráno en la ciudad de Haifa. 

Cueva de san Elías

El centro del convento lo ocupa el santuario de la Virgen del Carmen. En el altar mayor de esta hermosa iglesia en cruz griega se venera la estatua de la Virgen del Carmen, obra de un escultor italiano en 1836. Debajo del altar se ve la gruta del profeta Elías. Según la tradición, éste era el lugar donde se refugiaba el profeta. Una estatua recuerda al celoso defensor de la religión de Yahwéh.

Profeta Elías

Nos cuentan los Padres Carmelitas que no ha sido fácil la permanencia católica sobre esta montaña. Bien es verdad que, en la época de los Cruzados, el patriarca latino de Jerusalén, San Alberto, pudo dar a los ermitaños del Monte Carmelo una regla religiosa el año 1212. Se cuenta que el carmelita San Simón Stock pasó por aquí antes de su célebre visión del escapulario carmelita. También subió en peregrinación a esta santa montaña el rey San Luis de Francia en el año 1254 en acción de gracias por haberse salvado de un naufragio. 

Con la caída de la ciudad de San Juan de Acre en 1291 vino la persecución árabe que causó el martirio de no pocos religiosos. Después de una larga interrupción de la vida monacal en la montaña que dio ocasión para la expansión del ideal carmelitano por el Occidente, regresaron los religiosos del Carmen al Monte Carmelo por el siglo XVII.

martes, 15 de julio de 2014

San Buenaventura en Lyon


Estamos hoy recordando la santidad de san Buenaventura. Influyó en su época no sólo a través de su especulación teológica, sino también mediante su acción de gobierno, tanto en la Orden de los Franciscanos, como en la vida de la Iglesia Universal. Un aspecto importante es su participación en el Concilio de Lyon, que trató de realizar la unidad con los ortodoxos.


Gregorio X encomendó a San Buenaventura la preparación de los temas que se iban a tratar en el Concilio ecuménico de Lyon, acerca de la unión con los griegos ortodoxos, pues el emperador Miguel Paleólogo había propuesto la unión a Clemente IV. Los más distinguidos teólogos de la Iglesia asistieron a dicho Concilio. Como se sabe, santo Tomás de Aquino murió cuando se dirigía a él. San Buenaventura fue, sin duda, el personaje más notable de la asamblea. Llegó a Lyon con el Papa, varios meses antes de la apertura del Concilio. Entre la segunda y la tercera sesión reunió el capítulo general de su orden y renunció al cargo de superior general. Cuando llegaron los delegados griegos, el santo inició las conversaciones con ellos y la unión con Roma se llevó a cabo. En acción de gracias, el Papa cantó la misa el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo. La epístola, el evangelio y el credo se cantaron en latín y en griego y San Buenaventura predicó en la ceremonia.


El Concilio de Lyon fue convocado en 1272 por el papa Gregorio X. Se desarrolló en seis sesiones a las que asistieron unos quinientos obispos, sesenta abades y más de mil prelados o sus procuradores. También estuvieron presentes Jaime I de Aragón, el embajador del emperador Miguel VIII Paleólogo con miembros del clero griego, y los embajadores de los reyes de Alemania, Hungría, Inglaterra, Escocia, Francia y Sicilia. Especial trascendencia tuvo la presencia de los embajadores del Khan de los Tártaros cuyo reino, situado a espalda del Islam, abría la posibilidad de atenazar a los musulmanes entre dos frentes.


Las sesiones se celebraron en la Catedral de Lyon. Su construcción comenzó en el siglo XII. Las partes más bajas del ábside, las capillas de ambos lados y el transepto fueron construidos entre 1165 y 1180 en estilo Románico. El techo del ábside y el transepto en estilo Gótico, las dos torres orientales, los primeros cuatro tramos de la nave y la bóveda fueron completados entre el siglo XII y el primer tercio del siglo XIII.


A mediados del siglo XIII, las ventanas del coro y los dos rosetones del transepto fueron completados. Entre finales del siglo XII y el primer tercio del siglo XIV, los últimos cuatro tramos y la parte más baja de la fachada fueron completadas. El final del siglo XIV presenció la terminación de los últimos tramos de la bóveda y los rosetones de la fachada en 1392. En el siglo XV, la parte superior de la fachada y las torres fueron completadas. La estatua de Dios Padre fue ubicada en la parte más alta del frontón en 1481. La capilla de los Borbones (nombrada así por los arzobispos que ordenaron su construcción), de un estilo Gótico tardío, fue construida entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI.

lunes, 14 de julio de 2014

Monasterio de San Pedro de Arlanza


El monasterio de Arlanza, sito en la diócesis de Burgos, tuvo su origen en un eremitorio fundado en torno a 912, año en el que están fechados dos documentos fundacionales conservados en el cartulario del monasterio, uno otorgado por el conde Fernán González y su esposa Sancha y otro por el conde Gonzalo Téllez su mujer Flamula y la madre y hermano de Fernán González, Muniadona y Ramiro González.


Es probable que los restos de Fernán González reposaran aquí, junto a su esposa Sancha, tras su traslado desde su probable ubicación original en la cercana ermita de Santa María de Lara. Tras el traslado permanecieron en el monasterio hasta la desamortización de Mendizábal, trasladándose en 1841 los sarcófagos a la colegiata de la vecina población de Covarrubias.


El conjunto presenta hoy una superposición de diferentes estilos, fruto de las numerosas actuaciones a lo largo del tiempo. Así, mientras la iglesia, comenzada en el año 1080 y hoy en ruinas, tenía tres naves y tres ábsides a la cabecera, por lo menos en el primer planteamiento románico, durante la etapa del gótico hubo modificaciones que cambiaron el aspecto general del templo, si bien se conservaron algunos capiteles del siglo XI.


Entre los restos de la monumental iglesia destacan los tres ábsides semicirculares, con amplios presbiterios. También se conserva la torre, levantada a finales del siglo XII, así como parte del claustro, la sala capitular y el óculo de doble abocinamiento en la parte superior del hastial del imafronte. Existe asimismo, la portada de la iglesia, que fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en 1895. No es ésta la única pieza patrimonial de la que ha sido despojado el monasterio: además, como se ha dicho, del sepulcro de los condes de Castilla Fernán González y Sancha, de otro sepulcro románico de gran belleza que la tradición dice haber pertenecido a Mudarra y que puede verse en la catedral de Burgos, de valiosos frescos que se exhiben en el Museo Metropolitano de Nueva York y en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, y de otras obras de arte de prolija relación.

viernes, 11 de julio de 2014

Retablo de San Benito el Real de Valladolid


La Iglesia de San Benito el Real es uno de los templos más antiguos de Valladolid. Fue erigida sobre el antiguo Alcázar Real y está realizada en estilo gótico; aunque la fachada en forma de torre pórtico es posterior: Fue diseñada por Rodrigo Gil de Hontañón en 1569. Originalmente, esta torre poseía bastante más altura gracias a la existencia de otros dos cuerpos para el campanario, que se encontraban sobre los actuales, y que fueron derribados en el siglo XIX por amenazar ruina.


El Abad, fray Alonso de Toro, decidió dotar al templo de un retablo acorde a la dignidad del edificio construido; por eso, contactó directamente con Alonso Berruguete, justo después de su estancia en Italia, de donde venía imbuido de las novedades artísticas que allí se desarrollaban.


Berruguete realizó un diseño arriesgado y original, de formas muy ligeras y al mismo tiempo llenas de tensión desenfrenada: balaustradas grutescos y órdenes arquitectónicos clásicos coronados por una gran venera, todo remozado por el espíritu inquieto del artista.


Sus componentes se conservan y cuidan en el Museo Nacional de Escultura llegando a ocupar en la actualidad, por distintos niveles de altura originaria, hasta cuatro salas de su sede central, el grandioso Colegio de San Gregorio.


Originalmente, esta gigantesca obra, flanqueada por dos estructuras rematadas en frontón, de once calles verticales y dos grandes cuerpos horizontales sobre el banco, contenía pinturas, relieves, grandes esculturas (como la del propio San Benito), con una iconografía centrada en la infancia de Cristo y en la vida de San Benito, como temas centrales y alrededor una serie de pequeñas estatuas de profetas, apóstoles, evangelistas y santos, dentro del que se encuentran algunas de las creaciones más emblemáticas del artista, destacando, en especial dos figuras: el martirio de San Sebastián en el momento de ser gravemente herido por los flechazos; y el Sacrificio de Isaac: Abraham a punto de degollar a su hijo, antes de ser detenido por la mano de un ángel enviado por Yahveh.

jueves, 10 de julio de 2014

La Abadía de Fleury


Entre Bourges y Orleans, a 170 kilómetros al sur de París, la abadía benedictina de Fleury cuenta hoy con más o menos 40 monjes. Fundada en 630, sobre las riveras del Loira, la comunidad huye durante la Revolución. El monasterio debe esperar hasta 1944 para ser refundado por un grupo de monjes benedictinos venidos desde el monasterio de la Pierre-qui-Vire. Siguiendo a San Benito y a san Antonio, que dejo todo por seguir a Cristo de forma radical en la ofrenda de su vida, los monjes buscan a Dios en la oración y en el trabajo.


Su basílica es una obra maestra del arte románico. Según una tradición medieval, allí fueron trasladas las reliquias de san Benito, después de la destrucción de Montecasino. La fiesta de la traslación de dichas reliquias es la que hoy celebramos.


Textos antiguos, leyendas, conmemoraciones litúrgicas y devoción benedictina tienen base en la teoría floriacense. Esta hipótesis tiene muchas variantes en cuanto a las fechas, los hechos y los “milagros” ocurridos durante la sustracción de los restos. Estas reliquias se encuentran en la cripta de la Abadía románica, en el pilar central, con la sobriedad propia del medioevo monástico.


Se cuenta que el Abad de Fleury, Múmmolo, envió al monje Aigulfo para sustraer las reliquias de San Benito en Italia, el Obispo de Le Mans envió también un grupo a Montecassino para traer el cuerpo de Santa Escolástica. Las fechas  varían: la tradicional de Fleury data la traslación cerca del año 660, Mabillon menciona el año 653, Munding el 672 y otros la retrasan al 703. La intervención divina ayudó a la comitiva a encontrar las reliquias entre los escombros de lo que fue el oratorio de San Juan Bautista. Los cuerpos fueron llevados a Fleury y de allí, según una de las variantes, el cuerpo de Santa Escolástica se trasladó a Le Mans. Otro de los testimonios mencionan que Santa Escolástica llego a Le Mans a finales del siglo VIII, pues hay testimonios de que a mediados de este siglo los dos cuerpos se encontraban en Fleury.

miércoles, 9 de julio de 2014

Iglesia de San Juan Bautista en Moarves


La lectura del Evangelio, que nos narra la designación por Jesús de los doce apóstoles, nos lleva a un pequeño templo, desde cuya portada un magnífico Cristo Pantocrátor recibe a los creyentes, flanqueado por un magnífico apostolado: la iglesia de Moarves de Ojeda, en la diócesis de Palencia. Según los lingüistas, el nombre de Moarves deriva de «moharabes» o «mozárabes», en alusión a las gentes que lo habitaron antes de que toda esta comarca fuera repoblada en el siglo X por cristianos venidos del norte. En la segunda mitad del siglo XII se construyó un pequeño templo dedicado a San Juan Bautista, del que destaca su portada principal y un espectacular friso escultórico que decora la fachada meridional, fechado en torno al año 1185.


No conocemos la identidad del escultor pero su estilo sigue con claridad el del artista coetáneo que realizó el grandioso friso y portada de la iglesia de Carrión de los Condes, también en Palencia. Los especialistas suelen valorar como superior el conjunto carrionés, aunque ambos comparten la monumentalidad y el virtuosismo característicos de la plástica tardorrománica, que en aquel momento comenzó a abandonar su primitiva tendencia a la abstracción para avanzar hacia un progresivo naturalismo.


En los dos casos la figura central de Cristo está mucho más lograda que las efigies laterales, que siguen siendo rígidas y poco realistas. Es en los pliegues de las ropas, quizá excesivamente multiplicados por el uso del trépano, y en particular en el rostro, la barba y el cabello de Cristo, donde los escultores alcanzaron las mayores cotas de perfección. Tanto es así que resulta difícil encontrar fuentes de inspiración próximas, dentro del mismo arte románico. Por eso la bibliografía cita repetidamente la estatuaria griega clásica como el único sitio donde puede encontrarse un sentido del volumen y un tratamiento plástico semejantes.


La serie de esculturas dispuestas horizontalmente a cada lado representa a los doce apóstoles. Como es habitual, portan diversos atributos iconográficos que los identifican, como libros, filacterias o cruces. Todas estas figuras son de menor tamaño que la del Cristo central con la intención de expresar una relación de jerarquía que se da no sólo en la historia evangélica sino también en la misma estructura de la Iglesia.


Su factura técnica es mucho más modesta que la del grupo central, aunque tratan de mostrar cierto dinamismo alterando la posición de las cabezas, girando el tronco levemente o cruzando las piernas, como las dos figuras que se encuentran más próximas a Cristo, al que parecen dirigirse.

martes, 8 de julio de 2014

La Tierra Santa hacia el 830 antes de Cristo


Así dice el Señor: «Se nombraron reyes en Israel sin contar conmigo, se nombraron príncipes sin mi aprobación. Con su plata y su oro se hicieron ídolos para su perdición. Hiede tu novillo, Samaria, ardo de ira contra él. ¿Cuándo lograréis la inocencia? Un escultor lo hizo, no es dios, se hace añicos el novillo de Samaria. Siembran viento y cosechan tempestades; las mieses no echan espiga ni dan grano, y, si lo dieran, extraños lo devorarían. Porque Efraín multiplicó sus altares para pecar, para pecar le sirvieron sus altares. Aunque les dé multitud de leyes, las consideran como de un extraño. Aunque inmolen víctimas en mi honor y coman la carne, al Señor no le agradan. Tiene presente sus culpas y castigará sus pecados: tendrán que volver a Egipto.»

Hoy leemos este fragmento del capítulo octavo del profeta Oseas. Este profeta vivió en el reino de Israel, separado de la casa de David, en torno al siglo VIII antes de Cristo. el mapa que vemos nos muestra la situación política de la Tierra Santa en torno al año 830 antes de Cristo. Por una parte, tenemos el reino de Judá, en el que gobierna los reyes descendientes de la casa de David. El reino del norte, al que el profeta denomina Efraím, con capital en Semaría, se separó de Judá tras la muerte de Salomón, estableciendo un santuario paralelo al de Jerusalén en Betel.

Judá mantenía fronteras con las ciudades estado de los filisteos, junto al mar Mediterráneo, y con su tradicional enemigo, el reino de Edom, al sur, con capital en Petra. Las dos grandes potencias de la época eran el Imperio Asirio, al norte; y Egipto, al sur. Israel, por su parte, mantuvo relaciones unas veces amistosas y otras veces bélicas con el reino arameo de Damasco. Amón, al este de Israel, era un tradicional enemigo; en la franje costera del Líbano se encontraban, por su parte, las prósperas ciudades comerciales de los fenicios. También enemigo tradicional era el reino de Moab, en la otra orilla del Mar Muerto.

lunes, 7 de julio de 2014

Cristianismo en Georgia


Según la tradición ortodoxa, el cristianismo fue proclamado por primera vez en Georgia por los apóstoles Simón y Andrés, en el siglo I. Se convirtió en la religión del estado de Kartli (Iberia) en el año 337. La conversión de Kartli al cristianismo se le atribuye a santa Nino de Capadocia. La Iglesia Ortodoxa de Georgia, originalmente parte de la Iglesia de Antioquía, ganó su autocefalía y desarrolló su especificidad doctrinal progresivamente entre los siglos V y X. La Biblia también fue traducida al georgiano en el siglo V, ya que el alfabeto georgiano fue desarrollado para tal fin. Como fue el caso en otros lugares, la iglesia cristiana en Georgia fue crucial para el desarrollo de un lenguaje escrito, y la mayoría de las primeras obras escritas eran textos religiosos. Los georgianos se mantuvieron mayoritariamente cristianos a pesar de las repetidas invasiones de las potencias musulmanas y largos episodios de la dominación extranjera. Después de que Georgia fuese anexionada por el Imperio ruso, la Iglesia Ortodoxa Rusa se ​​hizo cargo de la iglesia de Georgia en 1811.


La iglesia de Georgia recuperó su autocefalía sólo cuando el gobierno zarista terminó en 1917. El régimen soviético que gobernó Georgia a partir de 1921 no consideró la revitalización de la iglesia georgiana una meta importante y trajo severas purgas de la jerarquía de la eclesiástica georgiana y la represión frecuente del culto ortodoxo. Al igual que en otros lugares bajo la Unión Soviética, muchas iglesias fueron destruidas o convertidas en edificios civiles. Esta historia de represión alentó la incorporación de la identidad religiosa en un fuerte movimiento nacionalista y la búsqueda de los georgianos para la expresión religiosa fuera de la iglesia oficial, controlada por el gobierno. A finales de 1960 y principios de 1970, los líderes de la oposición, especialmente Zviad Gamsakhurdia, criticaron la corrupción en la jerarquía eclesiástica.


Después de que Ilia II se convirtiese en el patriarca (catholicos) de la Iglesia Ortodoxa de Georgia a finales de 1970, la Ortodoxia georgiana experimentó un renacimiento. En 1988 Moscú permitió al patriarca comenzar la consagración y reapertura de las iglesias cerradas, y comenzó un proceso de restauración a gran escala. La Iglesia Ortodoxa de Georgia ha recuperado gran poder y la independencia total del estado desde la restauración de la independencia de Georgia en 1991. No es religión estatal, pero su condición especial es reconocido por el Concordato de 2002.

Además de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, el cristianismo en Georgia está representada por los seguidores de la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Ortodoxa Rusa, y una Iglesia Católica Georgiana que sigue principalmente el rito latino.

domingo, 6 de julio de 2014

Catedral del Burgo de Osma

Visitamos hoy la Catedral de una las diócesis más antiguas de Castilla: la del Burgo de Osma.

viernes, 4 de julio de 2014

San Ulrico de Augsburgo


Recordamos hoy al santo obispo Ulrico, patrono de la diócesis de Augsburgo, en Baviera, cuyas reliquias se veneran junto a las de la santa mártir romana Afra en la Basílica de los santos Ulrico y Afra, en la ciudad de Augsburgo.

San Ulrico nació en 890 probablemente en Kyburg, un poblado cercano a Zúrich, Suiza, o tal vez en alguna aldea vecina de Augsburgo. Descendiente de suevos y alamanes, hijo del Conde Hupaldo y Thetbirga, y relacionado con los duques de Alamania y con la familia imperial de los Otones. Fue un niño enfermizo que cuando tuvo suficiente edad para aprender fue enviado a la escuela monacal de San Gall, donde demostró ser un excelente alumno.


Decidió hacerse sacerdote, pero dudaba entre ingresar en la Abadía Benedictina de San Gall o hacerse sacerdote secular. Antes de abril de 910, fue enviado para su formación a Adalberón, Obispo de Augsburgo, que lo hizo chambelán. A la muerte de Adalberón, acontecida el 28 de abril de 910, San Ulrico retornó a casa, donde permaneció hasta la muerte del Obispo Hiltine el 28 de noviembre de 923. Gracias a la influencia de su tío el Duque Burchard de Alamania y de otros parientes, San Ulrico fue designado Obispo de Augsburgo por el rey Enrique, siendo consagrado el 28 de diciembre de 923.

Durante su obispado actuó intentó mejorar el bajo nivel moral y social del clero y reforzar su adhesión a las leyes de la Santa Madre Iglesia. San Ulrico confiaba en alcanzar este fin mediante visitas periódicas y la construcción de tantas iglesias cuando fuera posible, para hacer accesibles al pueblo llano las bendiciones de Cristo a través de su Santa Iglesia.


Al amanecer del 4 de julio de 973, San Ulrico esparció cenizas en el suelo formando una cruz; roció la cruz con agua bendita y se colocó sobre ella. Su sobrino Richwin llegó al amanecer con un mensaje y un saludo del Emperador Otón II, e inmediatamente después, mientras el clero entonaba las Letanías, San Ulrico murió. Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia de Santa Afra, que había sido reconstruida por él.

Muchos milagros fueron grabados en su tumba; y veinte años después de su muerte, en 993, fue canonizado por el Papa Juan XV, siendo el primer santo en ser canonizado mediante proceso canónico.

En el siguiente montaje vemos imágenes de la Basílica de los Santos Afra y Ulrico.

jueves, 3 de julio de 2014

Mylapore (India). Tumba de santo Tomás


Ésta es la tumba en la que son veneradas las reliquias de Santo Tomás, en la ciudad india de Mylapore. Según la tradición, el apóstol que dudó del Señor resucitado llegó a evangelizar aquel confín, fuera del Imperio Romano.

San Gregorio Magno, en su Homilía 36 sobre los Evangelios, comenta con las siguientes palabras el pasaje de la duda de Santo Tomás:

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Sólo este discípulo estaba ausente y, al volver y escuchar lo que había sucedido, no quiso creer lo que le contaban. Se presenta de nuevo el Señor y ofrece al discípulo incrédulo su costado para que lo palpe, le muestra sus manos y, mostrándole la cicatriz de sus heridas, sana la herida de su incredulidad. ¿Qué es, hermanos muy amados, lo que descubrís en estos hechos? ¿Creéis acaso que sucedieron porque sí todas estas cosas: que aquel discípulo elegido estuviera primero ausente, que luego al venir oyese, que al oír dudase, que al dudar palpase, que al palpar creyese?

Todo esto no sucedió porque sí, sino por disposición divina. La bondad de Dios actuó en este caso de un modo admirable, ya que aquel discípulo que había dudado, al palpar las heridas del cuerpo de su maestro, curó las heridas de nuestra incredulidad. Más provechosa fue para nuestra fe la incredulidad de Tomás que la fe de los otros discípulos, ya que, al ser él inducido a creer por el hecho de haber palpado, nuestra mente, libre de toda duda, es confirmada en la fe. De este modo, en efecto, aquel discípulo que dudó y que palpó se convirtió en testigo de la realidad de la resurrección.

Palpó y exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído?» Como sea que el apóstol Pablo dice: La fe es seguridad de lo que se espera y prueba de lo que no se ve, es evidente que la fe es la plena convicción de aquellas realidades que no podemos ver, porque las que vemos ya no son objeto de fe, sino de conocimiento. Por consiguiente, si Tomás vio y palpó, ¿cómo es que le dice el Señor: Porque me has visto has creído? Pero es que lo que creyó superaba a lo que vio. En efecto, un hombre mortal no puede ver la divinidad. Por esto, lo que él vio fue la humanidad de Jesús, pero confesó su divinidad al decir: ¡Señor mío y Dios mío! El, pues, creyó, a pesar de que vio, ya que, teniendo ante sus ojos a un hombre verdadero, lo proclamó Dios, cosa que escapaba a su mirada.

Y es para nosotros motivo de alegría lo que sigue a continuación: Dichosos los que crean sin haber visto. En esta sentencia el Señor nos designa especialmente a nosotros, que lo guardamos en nuestra mente sin haberlo visto corporalmente. Nos designa a nosotros, con tal de que las obras acompañen nuestra fe, porque el que cree de verdad es el que obra según su fe. Por el contrario, respecto de aquellos que creen sólo de palabra, dice Pablo: Hacen profesión de conocer a Dios, pero con sus acciones lo desmienten. Y Santiago dice: La fe sin obras es un cadáver.

martes, 1 de julio de 2014

Convento de las Descalzas Reales de Madrid

Fachada del Monasterio

Juana de Austria, princesa de Castilla, estaba casada con Juan Manuel, príncipe de Portugal; quedó viuda muy joven y tuvo un hijo que sería el futuro rey de Portugal, Sebastián. Al quedar viuda, su hermano Felipe II de España la reclamó para darle el cometido de Gobernadora del Reino.. Juana de Austria fue la fundadora del monasterio de las Descalzas Reales.

En 1558, Francisco de Borja (duque de Gandía), envió desde el Convento de Santa Clara de Gandía una comunidad de monjas coletinas (reforma recoleta de las clarisas), de acuerdo con el padre Andrés Insulano, general de la Orden de San Francisco. Eligieron como abadesa a sor Francisca de Jesús, tía del duque de Gandía que no llegó a habitar el convento de Madrid pues murió en Valladolid antes de finalizar las obras. La segunda abadesa tampoco llegó a pisar el nuevo monasterio pues murió cuando la comunidad habitaba aun la casa de Gutiérrez.

Francisco Rizzi Capilla del Milagro

En 1559, día de la Asunción tuvo lugar la gran fiesta de inauguración del monasterio, aun cuando la iglesia estaba todavía sin construir. Hubo una procesión solemne en la que participaron Felipe II y toda la familia real. En 1564 se concluyó la iglesia y el día de la Concepción se colocó el Santísimo Sacramento en el altar mayor.

Orozo La adoración de los Magos

En 1580 el monasterio acogió a María de Austria, viuda del emperador Maximiliano II de Habsburgo, que llegó con su hija de trece años, Margarita. La emperatriz adoptó el régimen de la comunidad y su hija profesó como monja. María de Austria dio en el convento una grandiosa fiesta el día 22 de abril de 1602, de acuerdo con el Concejo de la Villa y los frailes de Atocha, para agasajar al rey Felipe III y persuadirle de que no trasladara la corte a Valladolid. El agasajo duró tres días, con gran complacencia del rey, pero el traslado de la corte se hizo realidad. María de Austria murió el 21 de febrero de 1603, pidiendo en su testamento ser enterrada al pie del altar de la Oración del Huerto, en el claustro bajo, con una piedra llana y lisa como lápida. Trece años más tarde Felipe III trasladó el cadáver a un sepulcro lujoso hecho de mármoles y bronce, colocado en el coro de la iglesia.

Pantoja de la Cruz Emperatriz Maria

El compositor renacentista Tomás Luis de Victoria ejerció, al menos, desde 1606 hasta el día de su muerte, en agosto de 1611, el cargo de organista en el monasterio.


El espacio del monasterio era enorme y en él estaba comprendida una gran huerta además de la iglesia y las dependencias monacales. A lo largo de los años ingresaron aquí mujeres de la casa real y de la alta aristocracia, haciendo importantes regalos y donaciones por lo que el monasterio llegó a a tener un verdadero tesoro en obras de arte.


Durante la Guerra Civil Española el monasterio fue privado de su comunidad. No obstante fue cuidado y protegido, poniendo sus obras de arte a buen recaudo. Cayeron sobre él algunas bombas que produjeron desperfectos sobre todo en la bóveda de la escalera y en el coro que fue destruido. Se realizó la restauración durante esos mismos años de la guerra en que, entre otras cosas, cambiaron la teja deteriorada del tejado por una nueva de pizarra. Acabada la guerra, volvieron las monjas.

Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial


Un lugar imprescindible para conocer el espíritu de la Contrarreforma Católica promovida por la Monarquía hispánica es el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, fundado por el rey Felipe II con motivo de su victoria sobre Francia en la batalla de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, día de la fiesta de San Lorenzo, en cuyo honor el Monasterio fue construido en forma de parrilla, formada por distintos claustros y patios. El siguiente montaje fotográfico nos permite ver alguno de los lugares más destacados del Real Sitio.