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martes, 6 de mayo de 2014

Tumba del beato Manuel González. Catedral de Palencia.


Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed. Estas palabras de Jesús, que leemos hoy en la Eucaristía, nos sirven para viajar hasta la Capilla del Sagrario de la Catedral de Palencia, donde se encuentra sepultado el beato obispo don Manuel González.


Sobre la lápida de su tumba se lee la siguiente inscripción:

«Pido ser enterrado junto a un Sagrario,
para que mis huesos, después de muerto,
como mi lengua y mi pluma en vida,
estén siempre diciendo a los que pasen:
¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!».


San Juan Pablo II, durante la Misa de su beatificación el 29 de abril de 2001, dijo de él: La Eucaristía fue la gran pasión del nuevo beato Manuel González García, obispo de Málaga y después de Palencia. La experiencia vivida en Palomares del Río ante un sagrario abandonado le marcó para toda su vida, dedicándose desde entonces a propagar la devoción a la Eucaristía, y proclamando la frase que después quiso que fuera su epitafio: "¡Ahí está Jesús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abandonado!". Fundador de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret, el beato Manuel González es un modelo de fe eucarística, cuyo ejemplo sigue hablando a la Iglesia de hoy.

En recuerdo del beato Manuel González podemos ver este documental, que nos narra su periplo vital, desde su sacerdocio, su difícil episcopado en Málaga, y su desenlace en Palencia.



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