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martes, 18 de junio de 2013

El Pueyo de Barbastro

Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.

Este texto del Evangelio según san Mateo, que nos propone la liturgia de hoy, nos sirve para introducir la visita a un lugar santo, un monasterio que fue benedictino, en el que una comunidad de monjes alabó al Señor, hasta que su Providencia dispuso que dieran testimonio de él con su propio martirio, perdonando a quienes les quitaban la vida. Se trata del Monasterio de el Pueyo, en Barbastro, cuyos monjes serán beatificados en breve. Para mostrar este lugar santificado por la sangre de los mártires, vamos a utilizar fotografías de la época.


El Monasterio se encuentra a unos cinco kilómetros de la ciudad de Barbastro, encaramado sobre una colina, aislada en una gran llanura, a los pies de los montes Pirineos.


El Monasterio fue repoblado por monjes procedentes de Montserrat, y pronto floreció con vocaciones procedentes de las regiones limítrofes, alcanzando la cifra de 20 monjes a mediados de los años 30. estaba dedicado a la Santísima Virgen de El Pueyo, muy venerada en la ciudad y comarca de Barbastro.


La imagen de la Virgen fue venerada con amor y ternura por los monjes, no solo durante su propia vida monástica, sino incluso en el momento de su muerte. Se cuenta, de hecho, que el Prior del Monasterio fue asesinado mientras entonaba la oración de la Salve.


La imagen de la Virgen se encontraba en un retablo, del que hoy no queda resto alguno, detrás del cual había un camarín, decoradocon pinturas de Bayeu.


El coro de los monjes se encontraba al pie de la Iglesia, separado de la nave por una simple reja baja.


En el acceso al Monasterio había distintas capillas, en las que los peregrinos que subían en romería para honrar a la Virgen podían pararse y hacer oración.


Actualmente, las reliquias de los mártires están recogidos en una tumba en la nave del templo. Su recuerdo son una invitación constante a amar a nuestro prójimo, especialmente a nuestros propios enemigos, tal como el Señor nos pidió y sus mártires practicaron heroicamente.

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