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domingo, 26 de mayo de 2013

Pro orantibus. Monasterio de Leyre

El Monasterio de Leyre se encuentra en las estribaciones de los montes Pirineos, en la provincia de Navarra. Su fundación es conocida a partir del testimonio de san Eulogio de Córdoba, en el siglo IX, cuando muchos cristianos huyeron de la persecución de Córdoba y encontraron refugio en los escarpados montes del norte. Está dedicado al Salvador, es decir, al Misterio de Jesucristo Transfigurado. Sin duda alguna, es uno de los lugares más santos de la Iglesia hispana.

Los monjes benedictinos restauraron el monasterio a mediados del siglo XX, y perseveran de forma ejemplar en la alabanza del Creador, en un entorno incomparablemente bello.

En este domingo de la Trinidad, la Iglesia invita a orar por los contemplativos. Por eso, vamos a recurrir a una grabación anónima de unas vísperas de Cuaresma, en las que cantan el himno Audi benigne Conditor, una oración de súplica a la Santísima Trinidad.



Audi, benigne Conditor,
Nostras preces cum fletibus,
In hoc sacro jejunio
Fusas quadragenario.

Scrutator alme cordium,
Infirma tu scis virium:
Ad te reversis exhibe
Remissionis gratiam.

Multum quidem peccavimus,
Sed parce confitentibus:
Ad nominis laudem tui
Confer medelam languidis.

Concede nostrum conteri
Corpus per abstinentiam;
Culpae ut relinquant pabulum
Jejuna corda criminum.

Praesta, beata Trinitas,
Concede, simplex Unitas;
Ut fructuosa sint tuis
Jejuniorum munera.


Oh bondadoso Creador: escucha
La voz de nuestras súplicas y el llanto
Que, mientras dura el sacrosanto ayuno
De estos cuarenta días, derramamos.

A Ti, que escrutas nuestros corazones
Y que conoces todas sus flaquezas,
Nos dirigimos para suplicarte
La gracia celestial de tu indulgencia.

Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos,
Pero estamos, al fin, arrepentidos,
Y te pedimos, por tu excelso nombre,
Que nos cures los males que sufrimos.
Haz que por la virtud de la abstinencia
Podamos dominar a nuestros cuerpos,
Y que, participando del ayuno,
No pequen más los corazones nuestros.

Oh Trinidad Santísima, concédenos,
Oh simplicísima Unidad, otórganos
Que los efectos de la penitencia
De estos días nos sean provechosos.

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