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viernes, 5 de abril de 2013

La Ermita de la Vera Cruz de Segovia

Durante el verano del año 1099 se produjo un hecho de armas trascendental en la historia medieval europea:  la conquista de Jerusalén, como resultado de la Primera Cruzada. De esta forma, después de más de trescientos años, la ciudad santa volvía a manos cristianas. Los ejércitos cruzados se esforzaron por establecer un reino latino, por organizar la defensa del territorio conquistado, y por formentar las peregrinaciones a los lugares santificados por el Señor.

Nacieron las órdenes militares, que no sólo estuvieron presentes en la Tierra Santa, sino que procuraron buscar medios económicos y personales en los distintos reinos cristianos occidentales. De ahí que, a imitación de los templos santos de Jerusalén, edificaran santuarios votivos en los países de origen. Un santuario votivo es aquel templo que evoca o rememora, de alguna forma, un lugar u otro santuario. El ejemplo típico son los diversos templos que se construyeron a imitación de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.


Uno de estos templos es la hoy conocida como Ermita de la Vera Cruz, en Segovia. Es un pequeño templo edificado a las afueras de la ciudad, justo en frente del impresionante Alcázar. Siempre se creyó construido por los caballeros templarios, pero parece ser que hay que atribuirlo más bien a los hospitalarios de San Juan. La planta es dodecagonal, es decir, se trata de un edificio en forma de polígono de doce lados. El aspecto, pues, es casi esférico. El número doce alude a la Creación y, en realidad, está evocando el lugar más santo del cristianismo: el Santo Sepulcro de Jerusalén.


En el centro del templo hay un lóculo, también de doce lados, en el que era venerada la reliquia de la Santa Cruz. Todo ello nos lleva a considerar todo el edificio como un templo votivo a la basílica de Jerusalén, es decir, en esta ciudad que durante mucho tiempo había estado en la frontera musulmana, se pretendió levantar un templo que hiciera recordar a los segovianos el lugar, fuera de las murallas, en el que padeció el Señor en Jerusalén.


Hoy, viernes de la Octava de Pascua, nos sirve esta ermita de la Vera Cruz de Segovia para recordar el lugar santo en el que nuestro Señor padeció por nuestra salvación, ofreciéndose a Dios Padre todopoderoso  en el sacrificio de la Cruz. A él sea la alabanza y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.


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