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sábado, 2 de febrero de 2013

El Templo de Jerusalén




En el día de la Presentación del Señor, no podemos dejar de referirnos al lugar santo por excelencia: el Templo de Jerusalén, al que fueron María y José para presentar al Niño Jesús. El Templo de Jerusalén era el edificio que sustituyó a la Tienda del Encuentro, desde la que el Señor acompañó a su pueblo en el camino del Éxodo. Este santuario no significaba la estática presencia de una divinidad, al estilo de otros santuarios orientales, sino el lugar en el que Dios se encontraba con los hombres. El primer Templo construido por Salomón fue destruido el año 587 A.C. por Nabucodonosor. Setenta años después, se edificó un segundo Templo que no llegó a tener la magnificencia del anterior. Por fin, el año 19 A.C., Herodes el Grande comenzó la edificación de un tercer y suntuoso Templo, empleándose para ello en torno a cuarenta años, tal como nos dice el Evangelio; es decir, en la plenitud de la vida de Jesús, estaría recién concluido.

A este Templo acudieron José y María, para presentar a su primogénito Jesús, tal como mandaba la Ley de Moisés. Pero, en realidad, ese lugar del encuentro fue sustituido por el propio Jesús, verdadero lugar santo del encuentro de la humanidad con Dios. La destrucción del Templo de Jerusalén, el año 70 de nuestra era, no significa para los cristianos la destrucción de esta posibilidad de encuentro con Dios, pues como nos dice el Evangelio según san Juan, cuando Jesús dijo que si destruían el Templo él lo reconstruiría en tres día, se refería al templo de su cuerpo destruido por la muerte en la Cruz y reconstruido por Dios en la resurrección.

Existen muchos documentales acerca del Templo de Jerusalén. En este primer documental, se describe el Templo en tiempos de Jesús.


El siguiente documental es una estudio arqueológico israelí sobre el Templo, sumamente interesante.


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