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jueves, 31 de diciembre de 2015

Feliz año 2016

Queridos hermanos:

Os deseo la gracia y la paz de parte de Dios nuestro Padre, el amor de nuestro Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo, en el comienzo del nuevo año 2016. 

Desgraciadamente, mi ordenador ha dejado de funcionar. Después de casi una década a mi servicio, esta fiel máquina ha llegado al final de su camino. Esto me obliga a interrumpir la elaboración de este Blog, hasta que encuentre una solución a este problema. Que el Señor os bendiga, Un abrazo a todos los seguidores de este Blog.


miércoles, 30 de diciembre de 2015

Traslación de las Reliquias del Apóstol Santiago


La Iglesia Compostelana celebra hoy la solemnidad del Traslado de las Reliquias del Apóstol Santiago. Según los Hechos de los Apóstoles, el rey Herodes mandó decapitar en Jerusalén a Santiago Apóstol. Fue el protomártir de los Apóstoles. Este es el dato histórico y punto de partida de la leyenda de su Traslación


Una vez muerto Santiago, los siete discípulos que había llevado consigo cuando estuvo en España robaron por la noche el cuerpo que Herodes prohibió enterrar y dejó expuesto a las aves, perros y alimañas. Ocultamente lo llevaron hasta el puerto de Jaffa donde milagrosamente encontraron una nave sin remeros ni piloto, pero con todo lo necesario para una larga travesía. Ayudados por un viento favorable y sin escollos ni tempestad arriban a Iria Flavia —hoy Padrón— cerca de Finisterre. Con esto cumplen el deseo que les había encargado el propio Santiago previendo el acontecimiento de su muerte.

Tierra adentro encuentran una gruta. Les parece sitio apto para depositar los restos mortales. Manos a la obra, destruyen un ídolo de piedra de los paganos del país y excavan en la piedra un sepulcro donde depositan el cuerpo con su cabeza que habían transportado. Luego levantan una casa que será capilla. Teodoro y Atanasio se quedarán custodiando la reliquia, mientras que los otros cinco compañeros saldrán por los campos y poblados a predicar el Evangelio. Cuando mueren los dos custodios reciben sepultura junto a los restos de Santiago.


Las invasiones y guerras que se suceden en el lugar son factores determinantes para que, junto con el mismo paso de los años, se relegue al olvido transitoriamente tanto el lugar ya tapado por los matorrales como el tesoro que contiene.

Cuando reina Alfonso el Casto se descubren los antiguos sepulcros y el rey manda edificar un templo. Y otros monarcas le siguen. Es Compostela. Los papas conceden privilegios, Urbano II desliga el obispado de la jurisdicción de Braga y con Calixto II comienza a ser arzobispado. Los milagros y las maravillas se producen en el tiempo para españoles y extranjeros. Se señala de modo muy especial la protección en la larga lucha de reconquista llegando a aplicársele el alias de "Matamoros" por haberlo visto con todas las armas precediendo al ejército cristiano. Las rutas del peregrinaje de Europa comienzan a tener otro camino para culminar el perdón de los pecados con arrepentimiento.



sábado, 26 de diciembre de 2015

Reliquias de san Esteban en San Lorenzo Extramuros de Roma


La Basílica de San Lorenzo Extramuros o Casa de Dámaso en Roma acoge la tumba de san Lorenzo, martirizado en 258, así como parte de las reliquias de san Esteban, el primer mártir cristiano. Antes de que fuera construida la basílica actual, se encontraba en el lugar un pequeño oratorio que el emperador Constantino I mandó construir en el supuesto lugar en que fue martirizado san Lorenzo. 


Hacia el año 580, el papa Pelagio II mandó edificar una iglesia en ese lugar en honor al mártir, conmemorando también al protomártir san Esteban, cuyas reliquias se veneran junto a las de san Lorenzo en la confessio, bajo el altar principal. Las excavaciones han revelado criptas de otros enterramientos bajo el nivel de la calle.


El pórtico, hecho hacia el año 1220, tiene decoración cosmatesca hecha por la familia de artesanos Vassaletti. Los frescos del siglo XIII, representan escenas de las vidas de los diáconos san Esteban y san Lorenzo. Existen dos sarcófagos antiguos en el pórtico. Uno, cristiano, es de especial interés; fue reutilizado posiblemente en el siglo VII a partir de un sarcófago más antiguo, con un relieve representando putti recogiendo uvas.


El campanario fue construido en el siglo XII. En la entrada se encuentra la tumba del cardenal Guglielmo Fieschi, muerto en 1256, que fue enterrado en un sarcófago antiguo, decorado con un banquete matrimonial pagano. El coro y el púlpito son de estilo cosmati, como también lo es el espectacular candelero, del siglo XII o XIII.


Hay unas curiosas tallas de una rana y un lagarto en el capitel jónico trasero al púlpito. Sobre el arco de triunfo, mosaicos bizantinos del siglo VI representando a Jesucristo y varios santos. Bajo el altar mayor, se accede desde la nave al lugar donde se encuentran los restos de san Lorenzo y los de san Esteban, traídos desde Constantinopla por el papa Pelagio II durante la restauración de la iglesia. Detrás del altar mayor hay un altar papal con una inscripción que menciona a los artesanos, la familia Cosmati, y lo data a fecha de 1148.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Evolución histórica de la Basílica de la Natividad en Belén


De acuerdo con los Evangelios, Jesús nació en un pesebre, en torno a Belén, donde se usaban tradicionalmente grutas como establo. Desde el Siglo II hay constancia escrita acerca de que Jesús nació en una gruta. Tras la expulsión de los judíos de Tierra Santa, en el siglo II, los romanos transforman la gruta donde se creía que había nacido Jesús en un lugar de culto a Tammuz-Adonis, para borrar con ello la memoria del culto de los cristianos. El emperador romano Constantino  manda construir un templo en torno a la gruta.

El edificio original fue construido por el obispo Macario I de Jerusalén, durante el primer Concilio de Nicea el año 325. En el año 529, durante la rebelión de los samaritanos, fue quemado y destruido completamente.


Curiosamente, las tropas persas de Cosroes el año 614, refrenaron su furor al ver, en la fachada del templo, representados a los Magos a usanza nacional persa (gorro frigio) y de este modo, se abstuvie-ron de destruir la Basílica. El 638 el califa Omar vino a orar en el ábside meridional y permitió que entrasen sus secuaces en pequeños grupos, pero desde el siglo IX y X no se respeto ya esta costumbre. En tiempo del califa Hakem (1010) la Basílica se libró de la ruina común por un hecho tan extraordinario, que en las crónicas contemporáneas figura como milagro.

En 1099 los betlemitas invocaron a Buillón, acampado en Emaús, la defensa del Santuario. Enseguida vino Tancredo con 100 soldados, y al día siguiente, por la mañana se izaba su bandera entre las aclamaciones del pueblo.


En 1187 Saladino se apodero de Belén, pero respetó el Santuario, donde en 1192 por la insistencia del obispo de Salisbury, Uberto Walter, fue restablecido el culto latino, bajo el pago del tributo por parte de los fieles.

Después de la caída del reino latino (1291) a los canónigos regulares de San Agustín suceden, el año 1347, los Franciscanos en el oficio de custodios de la Basílica. Los itinerarios mas conocidos de la época y varios firmanes turcos, atestiguan su posesión de la Gruta del Nacimiento además del derecho al uso y a la manutención de la Basílica en los ss. XIV y XV. En efecto, a finales del s. XIV, el P. Gerardo Calveti, Guardián del Monte Sión, recorría Europa para incitar a los príncipes cristianos a proveer a la restauración del venerado santuario.

Bajo el guardián P. Giovanni Tomacelli de Nápoles, en 1479, fue rehecha toda la madera del techo, con otras maderas preparadas en Venecia, y transportadas desde allí en galeras de la Republica a Jafa. Los costes fueron sostenidos por el duque de Borgoña, Felipe el Bueno, y el plomo para el techo fue donado por Eduardo IV de Inglaterra.


Con el siglo XVI entramos en el periodo de la luchas para la posesión del Santuario entre Franciscanos y Griegos, propiedad que pasa de unos a otros según el favor que gozaban ante la Sublime Puerta las naciones en las cuales se apoyaban las dos comunidades.

Durante la guerra entre el Imperio Otomano y la Republica de Venecia (1645-1669), acabada con la expulsión de los venecianos de la isla de Creta, los griegos reciben la autorización para rehacer el cobertizo ya estropeado y tornar posesión de la Gruta y de la Basílica.

En 1690 los latinos entraron de nuevo en posesión de la Gruta y en 1717 colocan una nueva estrella de plata, en el puesto de la antigua deteriorada por el tiempo. Este estado de cosas dura hasta 1757 cuando los griegos se apoderan de nuevo de la Basílica y en la Gruta del altar del Nacimiento.

Los mismos griegos, el l2 de octubre de 1847 hicieron desaparecer la estrella que desmentía sus pretendidos derechos, y sólo después de una fuerte protesta, presentada por el embajador de Francia a la Sublime Puerta, en nombre de las naciones latinas, un firman garantizó el "Statu quo" de los Santuarios e impuso que la estrella fuera puesta de nuevo en su sitio en 1853. A pesar de este firman los Franciscanos tuvieron que pagar aún con su sangre la defensa de sus últimas propiedades.


El 25 de abril de 1873 grupos de griegos invadieron la Basílica de la Natividad, hirieron a 8 Franciscanos, saquearon el Pesebre, estropeando los cuadros y los tapices y robando los demás objetos. Desde entonces, por orden de la Sublime Puerta, un soldado hacia guardia junto al Altar del Nacimiento y las paredes fueron recubiertas de tela de amianto, regalada por el Presidente de la Republica Francesa Mac-Mahon (1874), para impedir nuevos intentos de incendio.

En 1917, entrando las tropas aliadas en Palestina, se mantuvo el centinela en la Gruta, se conservo el "Statu quo", pero esto no ha impedido que la sangre franciscana bañara aún las piedras del Pesebre: la última vez sucedió el 5 de enero de 1928. En la actualidad las relaciones entre las tres Comunidades, han mejorado muchísimo y conviven en paz.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

La Basílica de la Natividad en Belén

Estrella que señala el lugar del nacimiento de Jesús

Después de los evangelios, el testimonio más antiguo del nacimiento de Jesús (hacia la mitad del siglo II) es el del filósofo y mártir Justino, originario de Flavia Neapolis, actual Nablus, en Palestina: "Al momento del nacimiento del niño en Belén, José se detuvo en una gruta próxima al poblado, porque no había donde alojarse en aquel lugar, y, mientras se encontraban allí, María dio a luz a Cristo y lo puso en un pesebre, donde los magos venidos de Arabia lo encontraron". En particular, la mención de la gruta como habitación de fortuna, viene reconocida como un eco de la viva tradición local.

Interior de la Basílica

Atestiguada también en el antiquísimo apócrifo llamado Protoevangelio de Santiago (s. II ), repetida por Orígenes (s. III) y a la base de toda la historia sucesiva del santuario belenense. Esta misma gruta fue circundada por las magníficas construcciones del emperador Constantino y de su madre Elena no mucho después del 325 d. C., como nos lo narra el historiador Eusebio de Cesarea, contemporáneo de los hechos. En el 386, san Jerónimo se estableció cerca de la basílica, con la noble matrona romana Paola y otros seguidores, viviendo una vida monástica, dedicándose al estudio de la Biblia y produciendo su célebre versión latina (Vulgata), que llegó a ser después oficial en la Iglesia de Occidente. Su sepulcro, así como el de sus compañeros y compañeras, fue excavado en las inmediatas cercanías de la gruta misma.


La basílica del s. IV fue sustituida en el s. VI por otra de dimensiones mayores, que es la que hasta hoy se encuentra en pie. En época cruzada (s. XII) las paredes fueron embellecidas con preciosos mosaicos desde los cimientos incrustados de oro y de madreperla, de los cuales permanecen amplios fragmentos con escenas del Nuevo Testamento (en el pasillo, con inscripciones latinas) y la representación simbólica de concilios ecuménicos (en la nave, con inscripciones griegas). Sobre las columnas de la nave, en una fila de medallones, están representados los antepasados de Jesús (con expresiones latinas). Uno de los ángeles adorantes de la pared izquierda tiene al pie una inscripción (en latín y en siríaco) con el nombre del artista, el pintor Basilio. Excavaciones hechas en los años 1934-35 (por el gobierno mandatario inglés) han sacado a la luz considerables avances de los mosaicos del pavimento de la basílica constantiniana, algunos de los cuales son visibles tanto en la nave como en el pasillo de la basílica.

Los franciscanos, que habitan en Belén desde el 1347. Poseen a un lado de la basílica de la Natividad el propio convento y una iglesia ( dedicada a la santa mártir Catalina) que sirve principalmente para las necesidades de la comunidad cristiana católica local de rito latino; desde esta iglesia se desciende a las grutas de San Jerónimo.

Por: P. Eugenio Alliata ofm del SBF - Jerusalén | Fuente: franciscan cyberspot

lunes, 21 de diciembre de 2015

Belén en el Nuevo Testamento


En el Nuevo Testamento, con excepción de Juan 7:42 encontramos referencias a Belén sólo en las narraciones de Mat. 2 y Luc. 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David, por lo que los cristianos la tienen en gran estima. Sin embargo, muchos críticos modernos están haciendo nuevamente de Belén la pequeña entre las miles de Judá al atacar el valor histórico de los relatos del evangelio. Algunos ubican el nacimiento de Nuestro Señor en Nazaret, llamada Su patria en los evangelios (Marcos 6:1 y paralelos; cf. 1:9; 1:24, etc.); esto lo hacen casi todos los que niegan la historicidad de la Infancia, esforzándose por explicar nuestros relatos como leyendas surgidas de la tradición judía de que el Mesías debía nacer en Belén, y basadas en el texto de Miqueas 5:2.

Este asunto, porción de un problema mayor relacionado con cc. I-ii de Mateo y Lucas, no se puede discutir aquí. Baste mencionar que aunque la segunda explicación elimina algunas dificultades, nos exige ir más atrás que los relatos de Marcos y Lucas, quienes con mayor claridad se refieren solamente a Belén de Judá. Contra la primera explicación podemos decir, como muchos críticos, que Mateo y Lucas concuerdan independientemente al ubicar el nacimiento en Belén, en el caso de san Lucas sin ningún indicio de influencia de la profecía de Miqueas. Sin embargo, no debemos exagerar el valor de ese argumento. Los antiguos escritores desconocían estás dificultades, ya que simplemente reproducían los relatos del Evangelio con algunas adiciones, en algunos casos posiblemente históricas.

Aproximadamente en el año 150 san Justino Mártir menciona (Dial., lxxviii) que el nacimiento del Salvador tuvo lugar en una cueva cercana a la villa de Belén; tales establos dentro de cuevas no son raros en Palestina. La tradición del nacimiento en una cueva fue ampliamente aceptada, como podemos comprobar a partir de las palabras de Origen aproximadamente un siglo después: “En Belén, señalada está la cueva donde Él nació y el pesebre donde fue envuelto en pañales, y el rumor en esos lugares y entre los forasteros es de la fe que por cierto Jesús nació en esta cueva”. (Contra Celsum, I, li.). También se reproduce en los evangelios apócrifos. Sobre el sitio tradicional de la Natividad se erige una iglesia (Santa María de la Natividad), rodeada por el noroeste y suroeste por los conventos de los latinos (franciscanos), griegos, y armenios, respectivamente. El edificio es en su mayoría obra de Constantino (alrededor del año 330), excepto por las adiciones y modificaciones hechas por Justiniano (527-565). Debajo de ese tan venerado y antiguo monumento a la cristiandad se encuentra un centro turístico muy visitado por los peregrinos a través de los siglos: la gruta de la Natividad. La capilla de la Natividad, que corre en la misma dirección que la iglesia (de este a oeste), está situada bajo el coro; en el extremo del este hay una estrella de plata con la inscripción: Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus est y cerca se encuentra la capilla del Pesebre . Hacia el norte y el noroeste existen otras grutas relacionadas con la Natividad –principalmente por tradiciones recientes (c. siglo quince)–, con los relatos de Mateo 2, y con la memoria del gran sabio san Jerónimo y su compañía de devotos y cultos amigos.

Enciclopedia Católica

sábado, 19 de diciembre de 2015

Belén en el Antiguo Testamento


Belén de Judea [como dice el texto griego de Mat. 2:1, erróneamente corregido por san Jerónimo a Belén de Judá, pensando que en su texto original el evangelista se había conformado al uso del Viejo Testamento (Jueces, 17:7, 19:1; I Sam. 17:12)] es mucho más celebrada que su homónima norteña como el lugar de nacimiento de David y, sobre todo, de Nuestro Señor. La ciudad, que hoy cuenta con unos 10,000 habitantes, casi exclusivamente cristianos, está situada ocho kilómetros al sur de Jerusalén a una distancia muy corta de la carretera Jerusalén-Hebrón, a la mitad de un campo hermosísimo, lo que contrasta favorablemente con el barrio de Jerusalén. Se extiende entre Wadi el Hrobbe al norte y Wadi er-Rahib al sur, a una altitud de 716 metros; la tierra de Moab se vislumbra al sureste, detalle que ha de recordarse al leer la hermosa historia de Rut la moabita, cuyo escenario es Belén. Las principales actividades económicas de Belén son la agricultura y la venta de artículos religiosos; la ciudad es también el mercado de los campesinos y beduinos de las cercanías.

De acuerdo con el texto de Gén. 35:16,19; 48:7, a Belén se relacionaba con la historia de los patriarcas. El sepulcro de Raquel, o Qubbet Ràhil (bóveda de Raquel) como se le llama ahora, aproximadamente 1.6 kilómetros al norte de Belén, aún mostrado a los peregrinos y venerado por los cristianos, mahometanos y judíos, aparece nuevamente en I Sam. 10:2 y Mat. 2:16-18; cf. Jer. 31:15. Como muestra el examen de estos pasajes, la tradición presenta algunas ambigüedades, y los críticos ponen en duda la exactitud del comentario (Gén. 35:19) que identifica a Efratá con Belén, asumiendo que se trata del resultado de una confusión entre Belén-Efratá [Rut, 4:11; Miq. 5:2(1)], es decir, nuestra Belén y otra Efratá localizada en el norte, por lo demás desconocida, o se dan por hechas dos diferentes tradiciones con respecto al sepulcro de Raquel. También en Jueces se menciona a Belén como hogar del joven levita hospedado por Micá (17:7s.) y de una joven (19:1s.) cuya muerte causó la expedición contra la tribu de Benjamín. Sin embargo, en el Viejo Testamento está conectada especialmente con el gran Rey David (I Reyes 16:1 y otros pasajes), y su nombre es dado a las tres cisternas (Bi' Da'ud) que se encuentran al noroeste del pueblo, no muy lejos de la tumba de Raquel. Según Bädeker-Bezinger (p. 91), una tradición que no data de más allá de la última parte del siglo quince, ve ahí la cisterna mencionada en II Reyes 23:14f. y I Crónicas 11:16 y siguientes. Más adelante la ciudad fue fortificada por Roboam (II Crón. 11:6), y Esdras 2:21 [cf. Nehem. 7:26] nos informa acerca del regreso de 123 betlemitas desde el cautiverio.

Enciclopedia Católica

viernes, 18 de diciembre de 2015

Santa María la Mayor


La basílica de Santa María la Mayor fue construida en el Esquilino, por el papa Liberio, tras la caída de nieve en el mes de agosto del año 352. El  lugar es debido a una aparición de la Virgen María ante un patricio local y su esposa. Según la tradición, el perfil de la iglesia fue dibujado en el suelo por la milagrosa nevada que ocurrió el 5 de agosto de 352 en lo alto de la colina del Esquilino. 

Por encima de ésta primera basílica , el Papa Sixto III construiría el actual. Las excavaciones han confirmado la existencia de una basílica liberiana, pero solo en la de Sixto III (432-440), como se muestra en el arco interior. Se podría pensar que el Papa Liberio había comenzado y el Papa Sixto, un año después tras el Concilio de Éfeso que proclamó el título legítimo de la "Theotokos",  Madre de Dios, había realizado la basílica como un "monumento" a la maternidad divina de María. Es ésta es la más grande del mundo dedicada a la Virgen.

De hecho, la Virgen o el icono de ésta bajo la advocación de  "nuestra salud"  y atribuida al mismo San Lucas, es la que acoge  en la maravillosa capilla Borgese al peregrino que viene a implorar su proteccion como la salud del pueblo romano .


El Fiat, hágase, de la Virgen es en este templo una apoteosis admirable que está vinculado directamente a los acontecimientos que la llevaron a convertirse en la Madre del Salvador y Redentor de la humanidad. Se puede también admirar los restos del pesebre santo en Belén, donde fue acostado el Salvador del mundo, situado en la cripta bajo el altar mayor y  tan bellamente complementada por Virginio Vespignani.


Este templo nos deja imbuidos de belleza y de un inigualable y elocuente  amor materno, que siempre otorga la tierna imagen de Madre, la que acompañamos estos días junto a su sufrimiento por el dolor de ver crucificado a su hijo, nuestro Salvador..

jueves, 17 de diciembre de 2015

Basílica de Cristo, la Divina Sabiduría


Cantamos hoy la primera de las siete antífonas de las Ferias Mayores, dedicada a Cristo, Divina Sabiduría. Esta advocación del Salvador fue la que se veneró y dio nombre a la célebre Basílica Patriarcal de Constantinopla. dicho templo conoció varias fases constructivas. La primera iglesia se conoció como Μεγάλη Ἐκκλησία (Megálē Ekklēsíā: «Iglesia Grande») debido a que sus dimensiones eran mayores que las de las iglesias contemporáneas de la ciudad. Fue inaugurada el 15 de febrero del 360 —durante el reinado de Constancio II— por el obispo arriano Eudoxio de Antioquía. Se construyó junto a la zona donde se estaba desarrollando el palacio imperial. La cercana Iglesia de Santa Irene —«Santa Paz»— fue terminada antes y sirvió como catedral hasta que se terminó la iglesia de Santa Sofía. Ambas fueron conjuntamente las principales iglesias del Imperio bizantino.


En un escrito de 440, Sócrates de Constantinopla afirmó que la iglesia fue construida por Constancio II, que estaba trabajando en ella en el 346. Una historia posterior al siglo VII o VIII, afirma que el edificio fue construido por Constantino el Grande. Zonaras reconcilió las dos opiniones, afirmando que Constancio reparó el edificio consagrado por Eusebio de Nicomedia después de que este se derrumbara. Dado que Eusebio fue obispo de Constantinopla de 339 a 341 y que la muerte de Constantino ocurrió en 337, parece posible que la primera iglesia fuera erigida por este último. El edificio fue construido como una basílica latina tradicional con columnas, galerías y un techo de madera, y estaba precedida por un atrio. Se afirmaba que era uno de los monumentos más destacados del mundo en esa época.

El Patriarca de Constantinopla, Juan Crisóstomo, entró en conflicto con la emperatriz Elia Eudoxia, esposa del emperador Arcadio, y fue enviado al exilio el 20 de junio de 404. Durante los disturbios que se produjeron tras este hecho, la iglesia fue quemada y derrumbada en gran parte, y en la actualidad no se conserva nada de este primer edificio.

El emperador Teodosio II ordenó la construcción de una segunda iglesia, que inauguró el 10 de octubre de 415. Esta basílica, con techo de madera, fue construida por el arquitecto Rufinus. Sin embargo, durante los disturbios de Niká se desató un incendio que quemó y derrumbó este segundo edificio, entre el 13 y el 14 de enero de 532. Aún sobreviven algunos bloques de mármol de esta segunda iglesia. Entre ellos unos relieves que muestran doce corderos, representando a los doce apóstoles, y que originalmente formaban parte de una monumental puerta de entrada. En la actualidad estos bloques se encuentran en una excavación junto a la entrada del museo.

El 23 de febrero de 532, tan sólo unas semanas después de la destrucción de la segunda basílica, el emperador Justiniano I decidió construir una tercera basílica completamente diferente, más grande y más majestuosa que sus predecesoras. Justiniano eligió al físico Isidoro de Mileto y al matemático Antemio de Tralles como arquitectos, aunque Antemio murió durante el primer año de la empresa. Existe la teoría de que se empleó a Herón de Alejandría para hacer frente a los desafíos que presentaba la construcción de una cúpula expansiva sobre un espacio tan grande.


El historiador bizantino Procopio de Cesarea describió la construcción del templo en su obra Sobre los edificios. Se emplearon más de diez mil personas para la construcción., y el emperador hizo traer material procedente de todo el imperio, como las columnas helenísticas del Templo de Artemisa en Éfeso, grandes piedras de las canteras de pórfido de Egipto, mármol verde de Tesalia, piedra negra de la región del Bósforo y piedra amarilla de Siria. Esta nueva iglesia fue reconocida por los contemporáneos como una gran obra de arquitectura. El emperador, junto con el patriarca Eutiquio, inauguró con mucha pompa la nueva basílica el 27 de diciembre de 537. Los mosaicos dentro de la iglesia se completaron bajo el reinado del emperador Justino II (565-578).

Los terremotos de agosto de 553 y del 14 de diciembre de 557 causaron grietas en la cúpula principal y en la media cúpula oriental. La cúpula principal se derrumbó por completo durante un posterior terremoto el 7 de mayo de 558, que también destruyó el ambón, el altar y el copón. El accidente se debió principalmente al exceso de carga de la cúpula y al enorme empuje horizontal que transmitía a los soportes, al tener un diseño demasiado plano. Esto causó la deformación de los pilares que sostenían la cúpula. El emperador ordenó la restauración inmediata, la cual se encomendó a Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto, que utilizó materiales más ligeros y elevó la cúpula,10 dando a la construcción su altura interior actual de 55,6 metros. Por otra parte, Isidoro cambió también el tipo de bóveda, erigiendo una cúpula nervada con pechinas, cuyo diámetro se encontraba entre 32,7 y 33,5 metros. Esta reconstrucción, que dio a la iglesia su actual forma característica del siglo VI, se completó en el año 562. El poeta bizantino Pablo Silenciario compuso un poema épico, conocido como Ekphrasis, para la dedicación de la basílica presidida por el Patriarca Eutiquio el 23 de diciembre de 562.

En 726, el emperador León el Isáurico publicó una serie de edictos contra la veneración de imágenes y ordenó al ejército destruir todos los iconos —inaugurando el período de la iconoclasia bizantina—. En ese momento, todas las imágenes y estatuas religiosas se retiraron de la iglesia de Santa Sofía. Después de un breve respiro durante el mandato de la emperatriz Irene (797-802), los iconoclastas reaparecieron. El emperador Teófilo (829-842), fuertemente influenciado por el arte islámico, prohibió las imágenes religiosas e instaló una puerta de bronce de dos hojas con su monograma en la entrada sur de la iglesia.


La basílica volvería a sufrir daños: primero por un gran incendio en el 859, y de nuevo por un terremoto, el 8 de enero de 869, que colapsó media cúpula. El emperador Basilio I ordenó las reparaciones. Un siglo después, el 25 de octubre de 989, un nuevo gran terremoto arruinó la cúpula, y fue el emperador bizantino Basilio II quien encargó su reparación al arquitecto armenio Trdat, creador de las grandes iglesias de Ani y Argina. Sus principales reparaciones afectaron al arco occidental y a una parte de la cúpula. La magnitud de los daños requirió seis años de reparación y reconstrucción, hasta que la iglesia fue reabierta el 13 de mayo de 994.

martes, 15 de diciembre de 2015

San Juan de Baños


Son muchos los templos del cristianismo más primitivo los que se dedicaron a san Juan. Uno de ellos, la Basílica visigótica de San Juan de Baños, lo hemos visitado en varias ocasiones. Hoy renovamos esta peregrinación, en el recuerdo del Adviento a san Juan el Bautista.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Úbeda y Segovia. Muerte y tumba de san Juan de la Cruz

La vida religiosa de san Juan de la Cruz no fue fácil. Casi al final de sus días, es destituido en 1591 de todos sus cargos, y queda como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela de La Carolina y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.

Inmediatamente tras su muerte, su cuerpo es despojado y se inician los pleitos entre Úbeda y Segovia por la posesión de sus restos. En 1593, éstos, mutilados, se trasladan clandestina-mente a Segovia, donde reposan actualmente. El proceso de beatificación y canonización se inició en 1627 y finalizó en 1630. Fue beatificado en 1675 por Clemente X y canonizado por Benedicto XIII en 1726. Pero será Benedicto XVI, en su Audiencia General de 16 de febrero de 2011, quien nos siga instruyendo acerca de la obra del santo:

Juan está considerado como uno de los poetas líricos más importantes de la literatura española. Sus mayores obras son cuatro: Subida al Monte Carmelo, Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva.

Oratorio del convento de Úbeda, donde fue enterrado al morir

En Cántico espiritual, san Juan presenta el camino de purificación del alma, es decir, la progresiva posesión gozosa de Dios, hasta que el alma llega a sentir que ama a Dios con el mismo amor con el cual es amada por él. Llama de amor viva prosigue en esta perspectiva, describiendo más detalladamente el estado de unión transformador con Dios. La comparación que utiliza Juan siempre es la del fuego: igual que el fuego, que cuanto más arde y consume la madera, más incandescente se hace hasta convertirse en llama, así el Espíritu Santo, que durante la noche oscura purifica y «limpia» el alma, con el tiempo la ilumina y la calienta como si fuera una llama. La vida del alma es una continua fiesta del Espíritu Santo, que deja entrever la gloria de la unión con Dios en la eternidad.

Subida al Monte Carmelo presenta el itinerario espiritual desde el punto de vista de la purificación progresiva del alma, necesaria para escalar la cima de la perfección cristiana, simbolizada por la cima del Monte Carmelo. Esta purificación se propone como un camino que el hombre emprende, colaborando con la acción divina, para liberar el alma de todo apego o afecto contrario a la voluntad de Dios. La purificación, que para llegar a la unión de amor con Dios debe ser total, comienza por la de la vida de los sentidos y prosigue con la que se obtiene por medio de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, que purifican la intención, la memoria y la voluntad. Noche oscura describe el aspecto «pasivo», o sea la intervención de Dios en el proceso de «purificación» del alma. De hecho, el esfuerzo humano por sí solo es incapaz de llegar a las raíces profundas de las inclinaciones y de las malas costumbres de la persona: sólo las puede frenar, pero no extirparlas completamente. Para hacerlo, es necesaria la acción especial de Dios que purifica radicalmente el espíritu y lo dispone a la unión de amor con él. San Juan define «pasiva» esa purificación, precisamente porque aunque es aceptada por el alma, la realiza la acción misteriosa del Espíritu Santo que, como llama de fuego, consume toda impureza. En este estado, el alma está sometida a todo tipo de pruebas, como si se encontrara en una noche oscura.

Tumba de san Juan de la Cruz en Segovia

Estas indicaciones sobre las obras principales del santo nos ayudan a acercarnos a los puntos más destacados de su vasta y profunda doctrina mística, cuyo objetivo es describir un camino seguro para alcanzar la santidad, el estado de perfección al cual Dios nos llama a todos. Según Juan de la Cruz, todo lo que existe, creado por Dios, es bueno. A través de sus criaturas, nosotros podemos descubrir a aquel que en ellas ha dejado una huella de sí mismo. La fe, en cualquier caso, es la única fuente que se le da al hombre para conocer a Dios tal como es en sí mismo, como Dios uno y trino. Todo lo que Dios quería comunicar al hombre lo ha dicho en Jesucristo, su Palabra hecha carne. Él es el único y definitivo camino al Padre (cf. Jn 14, 6). Cualquier cosa creada no es nada en comparación con Dios y nada vale fuera de él: en consecuencia, para alcanzar el amor perfecto de Dios, cualquier otro amor debe conformarse en Cristo al amor divino. De aquí deriva la insistencia de san Juan de la Cruz en la necesidad de la purificación y del vaciamiento interior para transformarse en Dios, que es la meta única de la perfección. Esta «purificación» no consiste en la simple carencia física de las cosas o de su uso; lo que hace al alma pura y libre, en cambio, es eliminar toda dependencia desordenada de las cosas. Hay que situar todo en Dios como centro y fin de la vida. El largo y fatigoso proceso de purificación exige el esfuerzo personal, pero el verdadero protagonista es Dios: todo lo que el hombre puede hacer es «estar dispuesto», estar abierto a la acción divina y no ponerle obstáculos. Viviendo las virtudes teologales, el hombre se eleva y da valor al propio compromiso. El ritmo de crecimiento de la fe, de la esperanza y de la caridad va al paso con la obra de purificación y con la progresiva unión con Dios hasta transformarse en él. Cuando se llega a esta meta, el alma se sumerge en la misma vida trinitaria, de modo que san Juan afirma que llega a amar a Dios con el mismo amor con el que él la ama, porque la ama en el Espíritu Santo. Por este motivo el doctor místico sostiene que no existe verdadera unión de amor con Dios si no culmina en la unión trinitaria. En este estado supremo al alma santa conoce todo en Dios y ya no debe pasar a través de las criaturas para llegar a él. El alma se siente entonces inundada por el amor divino y se alegra completamente en él.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Alsacia. El Monte de Santa Otilia


Celebramos hoy la Solemnidad de Santa Otilia. Su vida es conocida gracias a un texto anónimo escrito un poco antes del 950. El señor feudal que gobernaba Alsacia en el siglo VII era Aldarico. Era un pagano recién convertido al catolicismo. Aldarico deseaba mucho tener un hijo varón, pero he aquí que lo que le nació fue una hija, y ciega. El hombre se llenó de cólera y mandó que su hija fuera expulsada muy lejos de su castillo. La pobre niña fue llevada a un lejano convento de religiosas, las cuales la educaron lo mejor que pudieron, en la religión de Cristo.

La niña crecía ciega pero he aquí que un día llegó al convento el obispo San Erardo, el cual había tenido un sueño en el que se le ordenaba que fuera a esa casa de religiosas y bautizara a una niña. Le presentaron a la niña y el santo al bautizarla le puso el nombre de Otilia, que significa: "luz de Dios". Y al administrarle el sacramento le dijo: que se te abran los ojos de tu cuerpo, como se te han abierto los ojos de tu alma", y la niña recobró milagrosamente la vista.

El santo obispo pidió al padre de Otilia que la aceptara en su casa ya que era hija suya, pero se negó. Afortunadamente el hijo varón y hermano menor de Otilia, Hugo, intercedió ante su padre, y éste aunque de muy mala gana, permitió que la muchacha volviera al castillo, pero más como sirvienta que como hija. Aldarico empezó a notar que su hija era tan santa, tan caritativa, tan bondadosa con todos, que se encariñó grandemente con ella y la quiso con un amor fraternal que nunca antes había sentido.

Se propuso casarla con un gran señor. No sabía que Otilia cuando estaba viviendo con las religiosas se había propuesto dedicar su vida entera a la oración y a las obras buenas, y a ser una religiosa. Cuando ella supo que su padre estaba resuelto a obligarla a casarse, se vistió de sirvienta, y así disfrazada huyó del palacio. Aldarico envió a sus soldados a buscarla por todas partes y cuando la joven vio que se acercaban ya sus perseguidores pidió a Dios que la protegiera, y vio en una roca una hendidura, y ahí se escondió y nadie logró verla.


Entonces su padre, lleno de remordimientos por su actitud, mandó publicar un decreto por medio del cual perdonaba a su hija y le permitía que se hiciera religiosa. Ella al oír tal noticia volvió al castillo y Aldarico le regaló un convento en una alta montaña para que se fuera allá con las demás jóvenes que quisieran ser religiosas. Y allí se fundó el convento de Otilburg. Otilia y sus compañeras se dedicaron a la oración, a los trabajos manuales y a atender a los centenares de pobres que llegaban a pedir ayuda. Otilia se dedicaba a socorrer a los enfermos más repugnantes y abandonados. Y fundó un hospital para ellos.


Al fin, Aldarico al darse cuenta de la gran santidad de su hija dispuso con su anciana esposa vivir los dos como monjes y convirtieron su castillo en un convento, dirigido por Otilia. Y allí murieron piadosamente. Después de dedicarse por muchos años a la oración y a prestar ayudas a enfermos y pobres, Otilia descansó en paz en el año 720. En su sepulcro empezaron a obrarse milagros, y toda aquella región de Alsacia la proclamó como patrona.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe


La primera basílica dedicada a la Vírgen de Guadalupe fue edificada por el arquitecto Pedro de Arrieta, comenzando su construcción en marzo de 1695 El día 1 de mayo de 1709 abrió sus puertas, con un solemne novenario. En 1749 recibió el título de colegiata. Su portada es exenta y simula un biombo, las cuatro torres octagonales de sus esquinas (coronadas con talavera amarilla con cenefa azul, lo mismo que la cúpula del crucero) tienen un significado asociado a la Nueva Jerusalén, la Jerusalén de oro, mencionada en el Apocalipsis (Ap 21, 18).


Principiando el siglo XIX, debido a la construcción del convento de Capuchinas, la Colegiata sufría de graves daños en paredes y bóvedas, por lo cual fue necesario restaurar los daños y con este motivo redecorar el santuario en estilo neoclásico, desapareciendo el barroco. En el santuario, la reforma comenzó hacia el año de 1804, concluyendo hasta 1836. Entre 1810 y 1822 la obra se suspendió debido a la guerra de independencia. El diseño fue hecho por Agustín Paz y ejecutado por el arquitecto neoclasicista Manuel Tolsá.

Entre los años 1887 y 1895, con motivo de la Solemne Coronación Pontificia, el edificio sufrió una gran reforma de conservación, pues la estructura estaba dañada debido al paso del tiempo. Entre las reformas se contempló el desplazamiento de la sillería del coro de canónigos y la colocación del retablo de mármol de Carrara, acompañado de un baldaquino de columnas de granito escocés con esculturas de arcángeles de bronce. Se hizo una ampliación del edificio por la parte norte, readecuando las áreas del cabildo y la sacristía. En los muros fueron colocadas pinturas monumentales representando algún acontecimiento guadalupano, de las cuales cuatro son de grandes dimensiones. Concluida la obra, fue coronada solemnemente la Virgen de Guadalupe en 1895 por el arzobispo Próspero María Alarcón y Sánchez de la Barquera.


En 1904 la colegiata es elevada al rango de basílica. En tiempos de la guerra cristera una bomba estalló en el altar mayor, habiendo llegado oculta dentro de un arreglo floral. Alrededor de las 10:30 de la mañana estalló causando daños a las escalinatas del altar y algunos daños más en los vitrales. Al ayate original no le pasó nada, solamente a un crucifijo, el cual se dobló y del que se dice que evitó que le pasara algo a la imagen de la Virgen, propiciando después que el altar fuera arreglado colocando la imagen un metro más alto. Debido a este suceso, la imagen fue remplazada por una copia fiel y resguardada en la casa de unas personas devotas, y devuelta a su altar hasta 1929.

En ese mismo año al cabildo se le informó que la basílica sufría grandes daños en las bóvedas, y cercanas las fiestas del cuarto centenario de las apariciones de Santa María de Guadalupe a Juan Diego, el templo sufrió una última reforma de ampliación de la nave principal, trasladando el retablo de mármol y el baldaquino hacía atrás, lo que acrecentaría la zona de la feligresía.


La bóveda de la cúpula fue revestida en mosaico veneciano, obra de Bartolomé Galotti, quien diseñó también las pechinas de la cúpula central y las pechinas de las cuatro bóvedas vaídas, en cada una de las cuales, en el mismo material, colocó un profeta del Antiguo Testamento.


Para mediados del siglo XX, el edificio sufría de gran deterioro estructural y hundimiento desproporcionado, a lo que se sumaba el espacio ya insuficiente para albergar las grandes peregrinaciones que acudían a la basílica. Esto obligó a su cierre y la construcción de un templo más grande. Ya terminada gran parte de la obra, el 12 de octubre de 1976 se trasladó el ayate a su nueva sede y se cerró la que fuera casa de Santa María de Guadalupe por 267 años.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Los lugares en la vida de santa Maravillas de Jesús

El Martirologio romano nos recuerda hoy la santidad de la Madre Maravillas de Jesús, con estas palabras: En el pueblo de La Aldehuela, en la región de Madrid, en España, santa María Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán, virgen, de la Orden de Carmelitas Descalzas, que fundó muchos monasterios en España y en la India, conjugando la vida contemplativa con una caridad diligente (1974).

María de las Maravillas Pidal y Chico de Guzmán nació en Madrid el día 4 de noviembre de 1891. Fue educada en sus primeros años especialmente por su abuela materna, Patricia Muñoz, y ya desde niña experimentó una llamada a consagrarse al Señor en virginidad. Mientras estudiaba en casa, durante su adolescencia y juventud se dedicó a obras de caridad, ayudando a muchas familias necesitadas. Leía frecuentemente las obras de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz y, cautivada por sus vidas y experiencias espirituales, decidió entrar en las Carmelitas Descalzas de El Escorial (Madrid) donde ingresó el 12 de octubre de 1919 recibiendo el nombre de Maravillas de Jesús. Tomó el hábito en 1920 e hizo su primera profesión en 1921. Allí mismo, detrás de la celosía que da al sagrario de la Iglesia conventual, recibió en 1923 la inspiración de fundar un Carmelo en el centro geográfico de España, El Cerro de los Ángeles, donde se había levantado el monumento al Sagrado Corazón de Jesús justamente el año en que ella había carmelita descalza.

Cerro de los Ángeles
El obispo de Madrid-Alcalá, Mons. Eijo y Garay acogió y se entusiasmó con la idea y en 1924 la Hermana Maravillas y otras tres monjas carmelitas de El Escorial se instalaron provisionalmente en una casa de Getafe para atender desde allí la edificación del Convento. En esa casa hizo su profesión solemne el 30 de mayo de ese mismo año. En 1926 fue nombrada, por el obispo Eijo, priora de la comunidad y el 31 de Octubre se inauguraba el nuevo Carmelo de El Cerro de los Ángeles.

Durante la persecución religiosa en España a partir de 1931 pasaba todas las noches muchas horas orando desde su Carmelo, contemplando el monumento al Sagrado Corazón, y solicitó y obtuvo permiso del papa Pío XI para salir con su comunidad, exponiendo sus vidas, si llegara el momento de defender la sagrada imagen, en caso de ser profanada. En julio de 1936 las Carmelitas fueron expulsadas de su Convento y llevadas detenidas a las Ursulinas de Getafe. Después se refugiaron en un piso de la calle Claudio Coello, 33, de Madrid, donde pasaron catorce meses de sacrificios, privaciones, registros y amenazas, deseando recibir la gracia del martirio.

Desierto de san José de las Batuecas


En 1937 la Madre pudo salir con su comunidad de Madrid y, pasando por Lourdes entró en España para instalarse en el abandonado “desierto” de Las Batuecas (Salamanca), que había podido adquirir antes de la guerra. Allí y a petición del obispo de Coria-Cáceres fundó un nuevo Carmelo. En 1938 hizo voto de hacer siempre lo más perfecto. En marzo de 1939 pudo volver a recuperar, totalmente destruido en la guerra, el de El Cerro de los Ángeles, donde fue elegida nuevamente priora. En este tiempo dio testimonio de fe, heroísmo y fortaleza, prudencia y serenidad y de una extraordinaria confianza en Dios.

Desde entonces y en muy pocos años realizó las fundaciones de otros muchos Carmelos: en 1944 el de Mancera de Abajo (Salamanca); en 1947 el de Duruelo (Ávila), cuna de la reforma carmelitana de San Juan de la Cruz; en 1950 traslada la comunidad de Las Batuecas, -cediendo este “desierto” a los padres carmelitas descalzos-, a Cabrera (Salamanca); en 1954 el de Arenas de San Pedro (Ávila); en 1956 el de San Calixto, en la sierra de Córdoba; en 1958 el de Aravaca (Madrid); en 1961 el de La Aldehuela (Madrid), en el que es elegida priora y en él vivió hasta su muerte; en 1964 el de Montemar-Torremolinos (Málaga).

Además, con hermanas de algunos de los Carmelos fundados por ella, ayudó en 1954 al de Cuenca (Ecuador), en 1964 al de El Escorial y en 1966 al de La Encarnación de Ávila, donde había entrado y vivido Santa Teresa de Jesús durante treinta años. En 1960, en Talavera de la Reina (Toledo), edifica un convento, también con iglesia de nueva planta, para los padres carmelitas descalzos. En su vida, además del P. Alfonso Torres, S.J. fueron sus directores espirituales el P. Florencio del Niño Jesús, O.C.D., y el P. Valentín de San José, O.C.D.

Refectorio del Convento de La Aldehuela

Desde el Carmelo de La Aldehuela, la Madre Maravillas, donde pasó sus últimos catorce años, continuó atendiendo las necesidades de todos esos Carmelos e, incluso desde la clausura, realizó una labor social como la construcción de viviendas prefabricadas y la ayuda en la construcción de una barriada de doscientas viviendas. A sus expensas hizo edificar también una Iglesia y un colegio. Sostuvo económicamente a distintos seminaristas para que pudieran llegar a ser sacerdotes, realizó una fundación benéfica para sostener a religiosas enfermas, compró una casa en Madrid para alojar a las carmelitas que tuvieran necesidad de permanecer algún tiempo en tratamientos médicos y costeó al Instituto Claune la edificación de una clínica para religiosas de clausura. En la iniciativa y desarrollo de estos servicios caritativos, que solía empezar sin medios económicos, confiaba siempre en la Providencia de Dios, que nunca le faltó.

Se sentía feliz de ser carmelita descalza, “hija de nuestra santa madre Teresa” y consideraba un tesoro la vida y los textos de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II, que aconseja la unión o asociación de monasterios de vida contemplativa, en 1972 obtuvo la aprobación de la Santa Sede de la “Asociación de Santa Teresa”, integrada por los Carmelos fundados por ella -y por otros que entonces se adhirieron- y, en 1973, fue elegida Presidenta. En los conventos en que vivió había sido elegida Priora de la Comunidad, -en total cuarenta y ocho años-, mostrando a la vez a sus hermanas caridad y firmeza, ánimo y consuelo, pidiendo siempre el parecer de las demás. Irradiaba paz y dulzura en sus palabras y gestos, de tal forma que quienes la trataron salieron siempre agraciados con su testimonio de amor Dios y de disponibilidad a la Iglesia como fiel hija suya.

Convento de La Aldehuela

La Madre Maravillas de Jesús es una de las grandes místicas de nuestro tiempo. Vivió una maravillosa experiencia de su unión con Dios, con una rica vida interior como se refleja en las cartas íntimas a sus directores espirituales, que sólo se han conocido después de su muerte. Pasó por la vivencia de “las noches” y por el gozo del amor profundo de Dios y de su respuesta de amor a Él. La capacidad de contagiar el amor de Dios le provenía de su unión con Él y de su gran capacidad y disposición para la oración. Expresaba: “Me abraso en deseos de que las almas vayan a Dios”. Durante toda su vida se entregó amorosamente al cumplimiento de la voluntad de Dios, y en la última etapa, ofreciendo su enfermedad y dando testimonio: “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera” solía repetir a sus hijas. Amó y vivió la pobreza y humildad heroicamente, infundiendo este espíritu en sus hermanas. Destacó también por su fidelidad al ideal teresiano.

Ya en 1962 había tenido un trastorno circulatorio del que se repuso. En 1972 sufrió un paro cardíaco del que se recuperó, pero su salud quedó ya muy quebrantada. En la solemnidad de la Inmaculada de 1974, recibió la Unción de los enfermos y el santo Viático. Murió, a los 83 años, en el Carmelo de La Aldehuela, el 11 de diciembre de 1974, rodeada de sus hijas y repitiendo: “¡Qué felicidad morir carmelita!”.

Fue beatificada en Roma por el Papa Juan Pablo II el día 10 de mayo de 1998, sus reliquias permanecen en la Iglesia del Carmelo de La Aldehuela (Madrid) y su memoria litúrgica se viene celebrando el 11 de diciembre.

jueves, 10 de diciembre de 2015

Basílica de Santa Eulalia de Mérida

Cripta paleocristiana de Santa Eulalia de Mérida

Construida extramuros de la ciudad antigua, es una bella construcción levantada originalmente en el siglo IV, sobre el túmulo funerario de Santa Eulalia y en las inmediaciones del lugar donde, según la tradición, fue inmolada la niña mártir. Templo famoso en la Cristiandad, por el martirio de Eulalia, fue enseguida enriquecido por los obispos y arzobispos de Mérida, pero en el que se dejaron sentir los embates consiguientes a la invasión árabe. De aquellos ricos mármoles y pavimentos de mosaicos, de los dorados artesonados que alababa el poeta Aurelio Prudencio no queda nada.

El templo actual se levantó en el siglo XIII, sobre la misma planta de la basílica original y reaprovechando algunos materiales, tras la reconquista de Mérida por Alfonso IX.

La Basílica, aparte de su significado religioso, merece ser visitada y contemplada con detenimiento. Es la única construcción plenamente medieval que se encuentra en la capital extremeña. Destacan las capillas laterales al altar mayor y la puerta derecha de la fachada, de estilo románico, poco frecuente en Extremadura y en el que ya empiezan a notarse influencias del gótico. En el interior destaca el artesonado que cubre sus bóvedas y los capiteles y columnas, algunos de los cuales proceden del templo visigodo.